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La primera semana de la 56ª edición del Curso de Cine de la Universidad de Valladolid finalizó este viernes con la conferencia a cargo del periodista Luis Martínez. Fiel a los estudios que ha desarrollado en años anteriores, Martínez persigue el análisis de cómo funciona la representación de un género cinematográfico y su posterior 'rescate' espiritual a mano de realizadores posteriores, a partir del cine trascendental de Paul Schrader, Yasujiro Ozu, Robert Bresson y Carl Theodor Dreyer actualizados en Bergman, Tarkovski y Haneke, o los melodramas de Douglas Sirk puestos al día por Wes Anderson y David Lynch. Este año, el periodista se ha centrado en torno al cine de Jean Renoir y los espejos con los que mira a la realidad, y cómo su legado pervive en cierta manera a través de destacados cineastas contemporáneos españoles.
«En este caso y en el de Douglas Sirk he querido hacer ver que no es posible esa plasmación realista del mundo, que el cine tiene unas reglas que, como paradigma de lo clásico, contravienen a estos intentos», manifestó el conferenciante previamente a su clase magistral. En ese sentido, las películas de Jean Renoir son, como cualquier otra forma de representación, «toda una construcción de la realidad», que se ven abocadas a toda contradicción que padecen las películas etiquetadas como 'realistas': soportar sus propias normas de construcción narrativa y cargar con el peso de ser «la forma de representación artística que más se acerca a reflejar la realidad».
«Jean Renoir es cualquier cosa menos un ingenuo», explicó Martínez: «Es un hombre consciente de que la realidad no solo se da, sino que si se pretende representarla hay que adquirir un compromiso con ella». Este problema lo resuelve, juzga el periodista, en su primer cine, cuando opta por planos secuencias más largos y la idea de no interferir, si bien pronto se percatará el cineasta de que cualquier intentona de representar la realidad supone ya intervenir en ella.
Más que un recorrido por la filmografía de Renoir, Martínez se sirve de diferentes ejemplos fílmicos para estudiar cómo opera el realizador con la realidad: «En su caso tiene más que ver con su manera de reflejar lo político, en películas como 'La bestia humana' y 'La regla del juego'», si bien cabe destacar del autor de la espléndida 'La gran ilusión' otros artificios estéticos en la línea de lo técnico, como la utilización del color en películas como 'El río' y 'French Cancan', sus motivos recurrentes en el empleo del agua y los personajes atrapados en su entorno como se puede ver en 'Una partida de campo', o su manera de anticiparse al neorrealismo italiano en 'Toni', largometraje que se adelantó, por ocho años, al mítico 'Ossessione' de Luchino Visconti.
Luis Martínez tampoco olvidó trazar la línea de contacto entre el cine de Jean Renoir y diferentes aproximaciones fílmicas más contemporáneas que revelan cómo aquello que movía a Renoir aún existe, por diferentes motivos, en el cine español: «Un buen ejemplo está en Isaki Lacuesta, que en 'Entre dos aguas' explora cuánto puede acercarse el cine a lo documental y cómo cualquier intento de contar la realidad no es sino una ficción».
En líneas similares cita Martínez los casos de Carlos Marquet-Marces con 'Los días que vendrán' o Meritxell Colell con 'Con el viento', que exploran a su vez con estas técnicas documentales y su aproximación a lo real. «Hay también una visión política, no en el sentido que le da Ken Loach sino en las teorías sobre las que descansan las tesis de Walter Benjamin». Con la revolución digital en nuestro contexto, «hay que reivindicar la capacidad de construir un discurso emancipador, distinto al que nos quieren imponer». Otra contradicción: la de la tecnología como problema, y también solución, para acercarnos a esta realidad.
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