Las altas temperaturas favorecen un cine estival y de temporada, para disfrutar doblemente en vacaciones –por su valor estético y estacional–, junto a una limonada helada y un ventilador, especialmente si se quiere combatir la ola de calor. Por eso, grandes cineastas como Billy Wilder, ... Alfred Hitchcok o Lawrence Kasdan, pasando por nuestro Josep Maria Forn, hicieron del ardor del termómetro un protagonista en sí mismo, el aliado perfecto de la pasión y el crimen, siempre de la mano de la insoportable pero muy inspiradora canícula.
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Como no podía ser de otra forma, fue Marilyn Monroe quien primero incendió la pantalla veraniega y la cartelera de las grandes avenidas de Nueva York con 'La tentación vive arriba' (1955), del maestro Billy Wilder y el guionista y dramaturgo George Axelrod, en una película que estuvo prohibida en Irlanda por «indecente e inadecuada para su exhibición general». Cuando Axelrod le planteó a Wilder usar como base la comedia original, el austriaco le respondió: «Estupendo.
La usaremos como tope para sujetar la puerta», ya que el código Hays exigía que la relación entre los protagonistas no se consumase, a diferencia de lo que sucede en la obra original. Al fin, los Estados Unidos contaron que no todos los maridos que se quedaban a 'trabajar' en los meses estivales en la oficina, mientras mujer e hijos se refugiaban en el bucolismo de la sierra o los oleajes playeros, se mantenían alejados de las tentaciones de san Antonio en forma de esculturales mujeres en busca de aventura.
La película se estrenó en el neoyorquino Teatro Loewe de Times Square el 1 de junio de 1955, donde la 20th. Century Fox colgó un cartel pintado de la Monroe de 16 metros de altura que paralizaba el tráfico. Tal fue el éxito de la cinta, que un estudio finlandés demostró que el síndrome del 'picor' del séptimo año –título original del filme– era una realidad en los matrimonios; y, como nota social, apuntamos que los aires acondicionados Emerson, un modelo que triunfó en 1954 en los hogares de las grandes capitales, tiene aquí un carácter verdaderamente protagónico.
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La fantasía emprendió así su vuelo con el calor y, en España, el subgénero de los 'Rodríguez' encontró especial acomodo y éxito en filmes memorables como el drama charnego 'La piel quemada' (1967), de Josep Maria Forn, obra capital del cine español; '40 grados a la sombra' (1967), liviana y entretenida pieza de Mariano Ozores con un memorable José Luis López Vázquez, al que acompañan Antonio Ozores o Alfredo Landa, o 'Los pájaros de Baden-Baden' (1975), de Mario Camus, basada en la novela de Ignacio Aldecoa y protagonizada por una bellísima Catherine Spaak, recientemente fallecida, paseándose por Pintor Rosales.
Del mercurial estío de fervorines extraconyugales, los directores se calentaron en el magma dramático de Tennessee Williams, en cintas prodigiosas como 'Un tranvía llamado Deseo' (1951), de Elia Kazan, o se inspiraron en el mundo sureño de William Faulkner, como en 'El largo y cálido verano' (1958), de Martin Ritt.
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En ambas películas, Stanley (Marlon Brando) y Ben Quick (Paul Newman) lucen camiseta para combatir el fuego de la calima, incendiando corazones femeninos de las mujeres de Nueva Orleans (Vivien Leigh y Kim Hunter) y de un pequeño pueblo de Misisipi (Joanne Woodward), prendiendo de paso la mecha de la violencia en sus rivales masculinos. Tanto en la obra de Williams como en la de Faulkner, la vehemencia de las acciones humanas se ve azuzada por el fuego atmosférico, factores que se han demostrado científicamente: por cada grado que aumentan las temperaturas, la mortalidad relacionada con la salud mental crece un 2,2%, algo que los grandes de la literatura ya sabían.
Deudoras de este clima y clímax son dos cintas extraordinarias en su desarrollo, complejidad y muestra en escena: 'Fuego en el cuerpo' (1981), de Lawrence Kasdan, y 'Labios ardientes' (1990), del habitualmente actor Dennis Hopper. La primera homenajea clásicos como 'Perdición' (1944) y 'El cartero siempre llama dos veces' (1946), y constituyó el espectacular debut en el cine de Kathleen Turner, a la que Kasdan eligió para dar vida a la despiadada Matty Walker por su extraordinario parecido con Lauren Bacall, en especial por su voz gravísima y sus piernas largas y esbeltas. Por su parte, el filme de Hopper, ambientado en una férvida Texas atravesada por la tensión sexual y basada en la novela del clásico 'noir' Charles Williams –con colaboración textual del propio escritor– 'El infierno carece de furia' (1953), reunió a Don Johnson, Virginia Madsen y Jennifer Connelly, aunque fue pensada originalmente para Robert Mitchum.
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También en Misisipi transcurre la historia de 'En el calor de la noche' (1967), de Norman Jewison, que se hizo nada menos que con cinco Oscar: una pareja de policías de temperamentos opuestos, protagonizada por un rudo Rod Steiger y un elegantísimo Sidney Poitier, tienen que superar sus diferencias raciales y colaborar juntos para resolver el asesinato de un poderoso empresario.
Con guion de Stirling Silliphant a partir de la novela de John Ball, la película tuvo que rodarse finalmente en Sparta (Illinois) porque el Ku Klux Klan estuvo a punto de linchar en Misisipi a Poitier y a su colega Harry Belafonte, salvo la escena en las plantaciones de algodón realizada en ese estado y en cuyo rodaje el actor negro tuvo que dormir con un revólver bajo la almohada. Rod Steiger se inspiró en el popular personaje The Dodge Sheriff, creado por la compañía de automóviles para darles consejos viales a los conductores. La película, como casi todas las protagonizadas por Poitier, fue prohibida en Sudáfrica.
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El verano y las ventanas abiertas de par en par para dejar entrar el frescor del jardín le dieron para mucho a Alfred Hitchcock quien, basándose en la novela policiaca de Cornell Woolrich, filmó esa obra maestra que es 'La ventana indiscreta' (1954), que transcurre en un sofocante estío y nos habla de la tentación de espiar al vecino, lo que ha dado en llamarse escopofilia, el arte de husmear las vidas ajenas.
Aquí, el reportero James Stewart empieza a investigar con sus prismáticos lo que ocurre en los apartamentos de enfrente hasta que tropieza en su 'registro' con un posible asesino. Con la ayuda de su novia, a la que da vida una esplendorosa Grace Kelly, tratará de resolver el crimen a distancia, ya que se ha roto una pierna, se encuentra en una silla de ruedas y solo puede 'moverse' gracias a la ventana y a su afán por cotillear lo que hace el prójimo.
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Hitchcock y su lenguaje metafórico como única escritura cinematográfica; incluso el asesinato es tributario de esa metáfora como principio y final de unas vidas incompletas, entrometidas, insatisfechas, que encuentran placer en las vidas inesperadas de los demás, de los extraños que se entregan al otro lado del patio bajo una luna abrasadora. Sin embargo, el maestro del suspense le da un giro a la trama y los fisgones resuelven el crimen.
También el atlético Burt Lancaster protagonizó una historia que transcurre en otra ola de calor: basada en un cuento del maestro John Cheever y con guion de Eleanor Perry, 'El nadador' (1968), de Frank Perry, sigue en esa tradición de transformar la crítica social en metáfora visual, en parábola portentosa del fin de los matrimonios burgueses, en concreto de los que viven en enormes mansiones con piscina a las afueras de una tórrida, pero verde Connecticut.
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Un día, Ned Merrill decide cruzar a nado el territorio de aljibe en aljibe hasta alcanzar su casa, deshabitada por un divorcio más. Por el camino se encuentra con las mujeres que han formado parte de su vida, con las que ajusta cuentas, hasta que cree enamorarse de una adolescente, Julie (Janet Landgard), acaso su última esperanza de encontrar el amor, de capitular de su descreimiento. Este continuo tropiezo de Ned con su pasado nos da un lenguaje veraniego, que tiene mucho de irracional, y que ha tenido siempre la recámara de un secreto íntimo, de una quiebra o un dolor, frente a la elocuencia de los rayos del sol.
Sidney Lumet aprovechó el calor para filmar la magistral 'Tarde de perros' (1975), en cuyas semanas de rodaje Al Pacino solo era capaz de dormir dos horas por la noche y se tenía que dar constantes duchas de agua fría, tal era el bochorno insoportable que reinaba en el set.
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El reportaje original que dio pie a un guion más improvisado que establecido y que contaba los atracos del ladrón de bancos John Wojtowicz, se publicó en 'Life' en 1972 y fue coescrito por P. F. Kluge y Thomas Moore, y en él los dos periodistas ya describieron al delincuente como «un tipo moreno y delgado con la cara rota, al estilo de Al Pacino o Dustin Hoffman».
A lo largo del rodaje, que duró siete semanas, Pacino, exhausto por las agotadoras y asfixiantes jornadas, tuvo que ser hospitalizado, y al acabar se tomó unas largas vacaciones. Aunque el título iba a ser 'Chicos en el banco', Lumet quiso acentuar las condiciones calurosas de la atmósfera de la película, cargada y propia de un asfixiante y pegadizo ferragosto, como se reflejan en el nombre final.
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El gran Spike Lee en 'Haz lo que debas' (1989) asocia la ola de calor a los conflictos interraciales que tienen lugar en el barrio Bedford Stuyvesant, de los más conflictivos y humildes de Brooklyn, y donde se ven forzados a convivir los vecinos de raza negra, los hispanos, los comerciantes vietnamitas y los peligrosos italoamericanos.
'La tentación vive arriba' de Billy Wilder (1955), con Tom Ewell, Marilyn Monroe
'La piel quemada' de Josep Maria Forn (1967), con Antonio Iranzo y Marta May.
'40 grados a la sombra' de Mariano Ozores (1967), con Gracita Morales, Antonio Ozores y Alfredo Landa.
'Los pájaros de Baden-Baden' de Mario Campus (1975), con Catherine Spaak, Frédéric de Pasquale.
'Un tranvía llamado Deseo' de Elia Kazan (1951), con Vivien Leigh, Marlon Brando.
'El largo y cálido verano' de Martin Ritt (1958), con Paul Newman y Joanne Woodward.
'Fuego en el cuerpo' Lawrence Kasdan (1981), con William Hurt y Kathleen Turner.
'Labios ardientes' de Dennis Hopper (1990), con Don Johnson y Virginia Madsen.
'En el calor de la noche' de Norman Jewison (1967), con Sidney Poitier y Rod Steiger.
'La ventana indiscreta' de Alfred Hitchcock (1954), con James Stewart, Grace Kelly,
'El nadador' de Frank Perry (1968), con Burt Lancaster y Janice Rule.
'Tarde de perros' de Sidney Lumet (1975) con Al Pacino, John Cazale.
'Haz lo que debas' de Spike Lee (1989), de Danny Aiello, Ossie Davis,
'Un día de furia' de Joel Schumacher (1993), con Michael Douglas, Robert Duvall
Otro de los míticos largometrajes del calor intolerable y de los conflictos de barrio es 'Un día de furia' (1993), de Joel Schumacher y con un irreconocible Michael Douglas, cuyo guion, escrito por Ebbe Roe Smith, fue rechazado por muchos estudios hasta que Schumacher se lo envió a Michael Douglas, quien aceptó entusiasmado interpretar el rol principal, un hombre sometido a una presión extraordinaria que pierde la chaveta, tras comentar que era el mejor libreto cinematográfico que había leído jamás. Roe Smith cree que el filme, «a pesar de que la película trata temas urbanos complicados, en realidad trata de algo básico: el personaje principal representa la antigua estructura de poder de los EE UU, que ahora se ha vuelto arcaica y se ha perdido irremediablemente. Para ambos, es hora de ajustarse o morir…».
El protagonista, Bill Foster, lleva consigo dos símbolos: un maletín, que representa su lado racional, y una bolsa de gimnasio con armas 'requisadas' a sus infructuosos atracadores, que simboliza su lado más salvaje y violento, y que es el que se termina imponiendo en la darwiniana jungla de asfalto y calor, un retrato sobre la inseguridad ciudadana que despertó protestas incluso en la comunidad coreana en Estados Unidos, llegando la película a ser prohibida en Corea del Sur. La cinta, una verdadera joya y cuyo arranque con la secuencia del atasco es un homenaje a 'Fellini, ocho y medio (8½)', llegó a inspirar a Iron Maiden el tema 'Man on the Edge'. Sin duda, las olas de calor intolerable y las salas de cine refrigeradas han sido siempre buenos compañeros de viaje y alivio canicular.
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