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Cuando en 1924 se estrena 'Los nibelungos', el éxito comercial en todo el mundo es avasallador. La UEFA ha apostado por una película monumental, al estilo de las que llegaban desde Italia ('Cabiria') o Estados Unidos ('Intolerancia') para ilustrar el Cantar de los Nibelungos, un ... mito fundacional alemán. Su director, Fritz Lang, ha resaltado sobre todo el carácter aventurero y fatalista del relato y su trágica historia de amor. Sin embargo, cuando, dos décadas después, Adolf Hitler llegue al poder (1933) 'Los Nibelungos' será convertida en el modelo ideal de película nacional y sus imágenes serán usadas, abusadas y reutilizadas hasta la extenuación por la propaganda nazi. Su estética y su épica incluso inspirarán el diseño formal de actos políticos.
La reciente reedición de esta gigantesca cumbre del cine mudo, a cargo de la editora vallisoletana Divisa, en una edición de lujo acompañada por un libro con información de más de 60 páginas, es una excelente oportunidad para hacerle justicia a una obra de belleza apabullante y de un exquisito preciosismo formal.
Al propio Fritz Lang le costó durante mucho tiempo mostrar aprecio por esta película, seguramente a causa del modo como fue utilizada por el partido nacionalsocialista. Y, sin embargo, si Peter Bogdanovich tiene razón al afirmar en su libro entrevista con el director que, para Lang, «lo que importa en el combate contra la fatalidad no es el desenlace, sino la lucha misma», 'Los Nibelungos' es una excelente aplicación de este principio.
En su conversación con Bogdanovich, Lang aporta, sin embargo, otra clave que puede explicar su distanciamiento con respecto a su film de 1924. Al poco de llegar a EEUU, un productor de la MGM le explicó que en una película americana el héroe debía ser siempre un hombre común, Joe Doe, traducido al español como Juan Nadie, un personaje con el que cualquier espectador se pudiere identificar. «Y yo pensé: aquí hay una especie de signo de una democracia. En Alemania, bajo la influencia del poder militar -no estoy hablando de Hitler, sino incluso antes, bajo el poder militar del emperador- y bajo la influencia de Nietzsche, el héroe es siempre un superhombre». Y en cierto modo, el más claro exponente de este tipo de heroísmo épico en toda su filmografía es Sigfrido, el protagonista de 'Los Nibelungos'. Una historia, por cierto, que ya había sido adaptada por Wagner en su monumental tetralogía operística 'El anillo del Nibelungo'.
De modo que, para Lang, al menos el Lang de 1965, que es la fecha a la que corresponden esas declaraciones, su película no sólo le recordaba a Hitler y el modo como se había aprovechado de ella, sino que se asociaba a una cultura menos democrática.
Lo cierto es que 'Los Nibelungos' fascinó a los nazis desde muy pronto. En 1929, sólo cinco años después del estreno de las dos partes de la obra ('La muerte de Sigfrido' y 'La venganza de Krimilda') Joseph Goebbels la ensalzó como resumen y metáfora del destino nacional alemán. Añadamos que la versión sonora de la película aterrizó en los cines en 1933, coincidiendo con la llegada de Hitler a la cancillería, lo que permitió 'readaptar el sentido épico original de la película a los nuevos tiempos arios.
Pero, sobre todo, las imágenes clave de la película, y algunas de sus escenas más emblemáticas, serán usadas una y otra vez por la propaganda nazi en nuevas formulaciones. Y así, la imagen inicial de Sigfrido golpeando el hierro en la forja será recreada una y mil veces, por distintos héroes anónimos, como metáfora de una Alemania empeñada en forjar su destino. La misma imagen aparecerá también en otras películas del momento interpretada por otros actores y con otros argumentos.
Y es que para el ideólogo nazi Alfred Rosenberg, uno de los más estrechos colaboradores de Hitler, Sigfrido era el modelo ideal de heroísmo alemán. En consecuencia, la belleza de Paul Richter, el actor que encarna a Sigfrido en 'Los Nibelungos', se convierte también en el modelo de belleza aria que será replicado una y otra vez por los modelos de los carteles propagandísticos nazis.
Pero es que incluso la narrativa visual de la película será plagiada por los nazis, tal y como explican Guido Altendorf y Anke Wilkening en el documental 'El legado de los Nibelungos'. Y así, el planteamiento ritual del funeral de Sigfrido en la película se tomará como modelo para los actos de Estado oficiales con los que el Gobierno homenajea a sus propios muertos. Asimismo, imitarán los nazis a los guardas hiératicos de Worms en sus propios actos, incluso recreando el punto de vista visual de la película en las filmaciones documentales que se divulguen.
Habrá que esperar al final de la II Guerra Mundial para que la película de Fritz Lang pueda ser recuperada, en la Alemania Occidental, como cine de aventuras, despojada de cualquier otra connotación. En la Alemania del Este, la soviética RDA, en cambio, será presentada como ejemplo de cine reaccionario.
El paso del tiempo ha permitido depurar por completo a la película de estas adherencias ideológicas, y hoy aparece como lo que es: una obra deslumbrante por su belleza formal y por sus innovaciones técnicas, que sobreviven al paso del tiempo. La más destacada en la época, la construcción de un dragón mecánico articulado, quizás hoy resulte más entrañable que terrorífico, pese a su fuego coloreado, pero conserva su halo poético. Para dar vida al dragón hicieron falta siete hombres ocultos en su interior que se encargaban de mover cabeza, torso y patas.
Con todo, lo que más deslumbra hoy quizás sean los decorados y arquitecturas de Otto Hunte, realizados con la colaboración de Erich Kettelhut y Karl Vollbrecht. En ellos se recreaban, siempre en estudio, los diferentes escenarios de la historia, incluido el bosque en el que trancurre la vida del joven Sigfrido. Decorados que Lang iba destruyendo a medida que se completaba el rodaje para que el espacio pudiera ser ocupado por la nueva instalación.
Entre las innovaciones técnicas, destacar que 'Los Nibelungos' fue una de las primeras películas en realizar rodajes nocturnos reales, gracias a los avances en la sensibilidad de las películas. Anteriormente, se rodaba de día y se 'oscurecía' la escena mediante el uso de virajes de color azul. No será éste el mayor reto técnico de una película deslumbrante que actualmente puede contemplarse, gracias al video doméstico, en unas condiciones inmejorables de calidad visual e integridad formal.
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