Silke y Candela Peña, en la imagen promocional de 'Hola, ¿estás sola?', de Iciar Bollaín, que cumple 25 años. El Norte

La película que rejuveneció el cine español

El triunfo de 'Hola, ¿estás sola?', de Icíar Bollaín, en Seminci, hace ahora 25 años, reconcilió al festival con el cine español tras décadas de desencuentros

Jueves, 10 de septiembre 2020, 08:30

«Tenía yo un sujetador de veinte duros, y un novio que nunca aprendió a desabrochármelo». Con esta frase comenzaba una historia que una amiga sevillana le contó a Icíar Bollaín a finales de los ochenta y que está en el origen de la película ' ... Hola, ¿estás sola?' con la que triunfaría en la Seminci, hace ahora 25 años. Y con la que impulsaría decisivamente, aunque seguramente sin pretenderlo ni buscarlo, la renovación del cine español.

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«Supuso un antes y un después para el cine español», asegura el actual director del festival vallisoletano, Javier Angulo. «Era una ventana nueva, y una mirada nueva, que, además, levantó el maleficio que había acompañado al cine español en la Seminci durante más de 20 años. Fue significativo que quien lo lograra fuera una mujer».

Angulo resalta que la película «logró conquistar a todo el mundo» por su «frescura, libertad, naturalidad y falta de pretensiones». «Fue todo un descubrimiento: hablaba con un ritmo nuevo y carecía de amaneramiento». El responsable de la Seminci recuerda también que en aquel mismo año él lanzó la revista 'Cinemanía', que era la primera publicación especializada española que centraba su atención en el cine español, a quien otorgaba regularmente la portada. «Creo que no es exagerado decir que entonces comenzó una nueva etapa del cine español».

La película muestra una mirada feísta sobre las ciudades, no solo Valladolid, también Madrid o Málaga, que se representan grises

El primer largo de Bollaín se estreno en la Seminci de 1995, hace ahora 25 años, y en ella obtuvo el Premio a la Mejor Dirección novel y el Premio del Público. Desde el éxito cosechado por 'El bosque del lobo', de Pedro Olea, en la edición de 1970, ninguna otra película española había logrado triunfar así en Valladolid.

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Iciar Bollaín recibe de manos del escritor Gustavo Martín Garzo la Espiga de Oro a la Dirección Revelación en la Seminci de 1995. Efe

Algo pudo influir también una cierta sensación de complicidad, porque la película se rodó parcialmente en las calles de la capital vallisoletana. De hecho, las protagonistas, Silke y Candela Peña –con la que Icíar Bollaín repite ahora en la película que acaba de estrenar– son dos jóvenes vallisoletanas en busca de otra vida. Y, en cierto sentido, la película puede ser descrita como una 'road movie' que arranca en Valladolid. Tras una escena inicial de Silke (La Niña) con su novio, la siguiente muestra a la actriz en la glorieta del Puente Mayor, al lado de La Victoria, recorriéndolo con la playa de las Moreras al fondo, paseando por la Plaza de la Universidad, el túnel de Labradores y otros lugares hasta encontrarse con Trini (Candela Peña). La aventura de ambas amigas se inicia en la estación de Valladolid, con ellas colándose dentro de uno de los coches que se transportan en los trenes de mercancías, y despidiéndose de la ciudad, que no volverá a aparecer en la película. Son sólo unas pocas imágenes, pero que mostraban una Valladolid urbana, notablemente alejada de su habitual caracterización como ciudad histórica y turística.

'Hola, ¿estás sola?' es una película rodada con pocos medios y con una extraordinaria sobriedad. Hay una mirada feísta sobre las ciudades; no sólo Valladolid, sino Madrid o Málaga son presentadas remarcando su grisura. Una grisura que va a tono con la de las vidas que protagonizan la narración. No hay mensaje ni moraleja de ningún tipo en una película que lo apuesta todo a la fuerza de sus personajes y a la frescura de su historia. El diálogo final, en el que Trini anuncia a la Niña su deseo de ser madre, aún sin tener pareja, es  de una espontaneidad que ruboriza. Como tampoco encaja del todo en los paradigmas actuales esa historia de amor, tan romántica y hasta loca, entre la Niña y Olaf, en la que ella está enamorada hasta las cachas del ruso, cuyo idioma no entiende, dispuesta a hacer girar toda su vida en torno a él. La película está rodada con una libertad, honestidad y frescura sorprendentes aún hoy.

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Por cierto, la mención al sujetador de veinte duros de la amiga sevillana de Bollaín, que aparece en el relato original, y que se mantiene en el guion, desaparece finalmente en la película. «Aquella frase además de provocar la carcajada de quienes la escuchamos, inspiró lo que sería primero un relato breve, más tarde un guion cinematográfico y, por último, un largometraje: 'Hola, ¿estás sola?' Así, durante un mes, febrero de 1988, mañana tras mañana, al hilo de ese sujetador de veinte duros, la historia fue surgiendo…», recuerda la directora en un texto que elaboró para la publicación del guion de la película y el relato.

«Era un relato un tanto disparatado que recogía unas veces anécdotas oídas aquí y allá, o se inspiraba, otras, en experiencias propias. Pero, sobre todo, creo, el relato surgía de la diversión del que escribe por el puro placer de hacerlo, sin más meta en aquel momento que la de disfrutar imaginando». Tiempo después, Santiago García de Leaniz, que terminaría siendo coproductor de la película, la animó a convertirlo en película. «Tenía, decía, la base para una película: una historia y unos personajes. Empezó entonces un larguísimo proceso en el que Trini, La Niña, Olaf, Pepe y los demás van tomando tierra y sus aventuras se tornan más reales». En ese proceso tiene una decisiva colaboración el también cineasta Julio Medem, pero también los actores. «Silke le da su ternura, pasión y misterio a La Niña. Candela Peña llena de vida y fuerza un personaje trágico y cómico al mismo tiempo. Alex Angulo defiende con su sinceridad a Pepe, en el espacio que el guion le ha dejado, y Arcadi Levin da romanticismo y delicadeza a ese ruso despistado por Madrid. Por último, Elena Irureta asume con generosidad el ingrato papel de Mariló, la madre egoísta…», evoca Bollaín.

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'Road movie'

En el relato original está muy diluida la idea de 'road movie', de viaje iniciático, que en la película será esencial. En aquel relato, los personajes residen en Madrid y se mueven a Málaga y Sevilla, y sí, dicen que quieren hacerse ricos, pero el sentido existencial del viaje apenas se percibe. Es el guion el que incorpora la idea de que ambas viven en Valladolid, ciudad de la que no se dice nada, pero que sugiere la idea de una ciudad pequeña y gris de la que uno se va en busca de oportunidades. Que es una idea clave de la película. Y que, por otra parte, sintoniza muy bien con la percepción que muchos vallisoletanos tienen de su propia ciudad. Un hogar al que se aprecia, pero del que uno se va en cuanto puede, en busca de algo mejor. Para regresar al fin. La grisura que la película retrata, y de la que da testimonio, se mitigó notablemente en las décadas siguientes con la vívida transformación urbana que sufrió la ciudad y que le quitó de encima una parte de esa frialdad que la película evoca.

Así empezaba el guion original

«Tenía yo un sujetador de veinte duro y un novio que nunca aprendió a desabrochármelo. Con ambos estaba en una discoteca dejando que se pelearan mientras yo miraba aburrida a los que bailaban. Había uno que me gustaba especialmente. Era el tipo de tío que Trini hubiera definido como un pedazo de carne que te puede apetecer. Mi filete resultó ser ruso. Excitada por su exotismo, me abalancé sobre él pidiéndole que me hiciera puré, o que hiciera conmigo carne picada, pero no me entendió y se limitó a sonreír muy contento».

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