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Orson Welles se llevó a su hija Beatrice a pasear en calesa por la Feria de Abril de Sevilla de 1964; allí, bajo los farolillos, Mel Ferrer se encontraba dirigiendo a Marisol en 'Cabriola' y el genio de 'Ciudadano Kane' se cruzó en el tradicional ... paseo a caballo del Real de la Feria con la niña prodigio de nuestro cine, que iba a la grupa de un corcel montado por el mítico rejoneador Ángel Peralta. Con ocasión del Goya de Honor recién concedido a Marisol, rememoramos aquel encuentro casual que dio como fruto un apasionante proyecto que jamás vio la luz.
Welles tomó nota de la admiración que aquella adolescente de quince años había despertado entre toreros, bailaores y periodistas. Nueve años después y en uno de sus viajes con Oja Kodar a Madrid, Welles le hizo llegar a Marisol el guion de su próxima película: 'Ventana ciega'. Marisol acababa de protagonizar dos filmes en los que había dejado atrás su imagen de cándida jovencita y se movía en proyectos adultos, envueltos en tramas pasionales e inquietantes, como 'La chica del Molino Rojo', de Eugenio Martín, y 'La corrupción de Chris Miller', de Juan Antonio Bardem.
Precisamente Welles, que estaba centrado en la producción de 'The Other Side of the Wind', quería financiar su película con un producto más comercial y por eso fue su deseo que el propio Bardem dirigiese 'Ventana ciega', cuya acción se situaba en el noroeste español, iba a rodarse en inglés y se inspiraba en la atmósfera gótica que tanto apreciaba el cineasta y que ya había llevado a la gran pantalla en 'Una historia inmortal' (1968), rodada en Chinchón a partir del libro de Isak Dinesen, 'Anécdotas del destino' (1958).
Los coprotagonistas iban a ser la novia de Welles, la croata Oja Kodar, y el nadador tinerfeño Domingo Codesido Ascanio, alias 'David Carpenter' –completamente desconocido hoy–, a los que iban a secundar los grandísimos Terence Stamp, Jeanne Moreau y Fernando Rey. El cineasta, entonces, se dirigió a localizar exteriores por Andalucía para 'The Other Side of the Wind' cuando se encontró con Antonioni, que rodaba en esos momentos 'El reportero' en Almería con Jack Nicholson y María Schnider.
Por aquel entonces, Orson fumaba unos habanos gigantes, era un gran aficionado al vino de ribera del Duero y se hacía acompañar de una troupe de intelectuales, periodistas, actores y estudiantes de la Escuela Oficial de Cine que lo adoraban. Según la propia Oja Kodar, «Con él todo era una fiesta. Transmitía su alegría de trabajar, su alegría de vivir a cuantos le rodeaban. Orson Welles era una enfermedad contagiosa. En el plató, todo el mundo estaba afectado de ese síndrome. Se sentía una concentración de inteligencia, de energía y de talento realmente increíbles. Era como un hombre bomba que fuera a explotar de un momento a otro».
Marisol, en cambio, se encontraba en plena crisis con su marido, Carlos Goyanes, y buscaba nuevos horizontes artísticos. Como le confesó a Francisco Umbral en 1979, su vida personal había sido un calvario y su suegro, Manuel Goyanes, la había explotado aislándola del mundo y sometiéndola a un régimen de trabajo desproporcionado para una niña, en un tiempo, el del Régimen, en el que los niños para la industria del cine eran básicamente un cebo para la taquilla, sin más: sin normativa y sin supervisión tutorial –los padres de Marisol prácticamente se la 'cedieron' al productor–, la actriz sobrevivió como pudo a aquella terrible época.
Pero ya en 1973 y en plena escapada de su 'familia' postiza, Marisol contaba ya con veinticinco años y el proyecto de Welles, por lo tanto, fue recibido con alegría por la actriz malagueña. A través de su nuevo representante, Paco Gordillo, Marisol se encontró con el nuevo equipo de producción dirigido por un jovencísimo Andrés Vicente Gómez, que comenzaba a hacer fortuna gracias a 'negociar' los proyectos del grandísimo director en Europa y cuya financiación constituyó un constante quebradero de cabeza para el director.
«La mayoría de los norteamericanos pasan sus noches y sus días herméticamente encerrados en su pequeña colonia estadounidense. Sus contactos con los nativos se limitan a los camareros, los taxistas y el servicio doméstico, y, por supuesto, a las relaciones de negocios que no pueden evitar. Pero queda una vena romántica en el carácter norteamericano que encuentra su expresión en esa minoría entre los expatriados que hacen esfuerzos serios –aunque fútiles– por participar en la vida cultural y social del país en que se encuentran», escribió esos días Orson Welles como punto de partida sobre el argumento.
Oja Kodar iba a dar vida a la misteriosa condesa extranjera y Marisol encarnaría a la esposa del protagonista, una española independiente que había roto con la generación de sus padres. Un triángulo amoroso y un constante juego de seducción articulan un guion de pasiones encontradas, en el que España y sus leyendas se convierten en los verdaderos protagonistas.
«El estilo de vida español parece que combina la prestigiosa dignidad de una antigua civilización con algo de la tensa sencillez de una buena película del Oeste», les explicó Welles a Marisol y a su propio equipo. La malagueña dijo que, al tratarse de Welles, lo aceptaba con los ojos cerrados. Entonces, el cineasta, hizo un viaje a los Estados Unidos para continuar rodando 'The Other Side of the Wind', y nunca más se supo del proyecto, salvo por un 'storyboard' en forma de cuentos que el genial director de 'Campanadas a medianoche' le regaló a Pepa Flores, a la que un luminoso abril de 1964, cuando paseaba con su pequeña Beatriz por el Real de la Feria, se encontró sorprendido en Sevilla, rodeada de cientos de devotos admiradores.
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