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Con la semana de proyecciones gratuitas del Aula Mergelina dedicada a la obra de Bernardo Bertolucci cabría pensar que la 56ª edición del Curso de Cine de la Universidad de Valladolid reservaría su ponencia sobre el artífice de 'Soñadores', 'Novecento' o 'El último emperador' al ... comienzo de esta tercera semana, como suele ser su tónica habitual, o a su término, en lo que supondría un aprovechamiento por parte de los alumnos y alumnas del Curso de cuanto han visto a lo largo de estos días, sin miedo a que el ponente incurra en el tan temido 'spoiler'. Sin embargo la organización ha optado por la vía salomónica, y el escritor y crítico cinematográfico José Enrique Monterde fue el encargado de la sesión de martes de desarrollar la conferencia en torno a Bertolucci, en un seminario doble donde dio las claves contextuales que explican los inicios y posteriores logros cinematográficos de una de las figuras más emblemáticas de la historia del séptimo arte.
Monterde, que además imparte clases de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona, desgranó en conversaciones previas su seminario, que incluye los arriba indicados apuntes «en torno al contexto histórico, político y social de la época», además de algunas notas «sobre la trayectoria biográfica y familiar de Bertolucci». A partir de ahí, el autor desarrolló una exposición que recogía una serie de pistas para «extraer las constantes más características del periodo bertolucciano en el ámbito político, psicoanalítico y estético-cinematográficos».
Son los años sesenta y setenta en Italia, y los inicios de Bertolucci en el cine coinciden con lo que la historia ha dado en llamar la primera 'apertura a sinistra' (apertura a la izquierda), que coinciden con esa cesión de espacio al partido socialista y al comunista en el que el realizador militaría, con acontecimientos cercanos en el tiempo y en el espacio (relativo) como el significativo mayo del 68 francés: «Es importante plantearlo en términos de vinculación: hay una política pero también una dimensión ideológica que plantea cuestiones como el compromiso intelectual burgués y otras de índole mas teórica que en términos de política concreta».
Por la cuestión psicoanalítica y familiar, Monterde explicó que la obra de Bertolucci desprende un fuerte aroma edípico: «Todo en él es una sucesión de muertes del padre», explica el profesor, señalando a su vocación inicial de poeta, como su progenitor; Attilio, al que no dejará de tratar de emular hasta que gane el mismo reconocimiento que él. Después se suceden las muertes de otros padres simbólicos como Pasolini (de quien fue asistente de cámara en 'Accatone') o Godard, cuya ruptura fue sonada en los círculos más cinéfilos.
Descarta también Monterde que existiera, como se ha querido hacer creer a posteriori, una suerte de Nuevo Cine Italiano: «Aunque hay una emergencia de un número importante de directores como los Taviani, Pasolini, Olmi o Petri, no está vinculada a una crisis industrial, estética o de autoría, como sí sucedió con la Nouvelle Vague o el Free Cinema inglés».
En este contexto fue Bertolucci desarrollando una trayectoria que se mueve entre las citas a otros grandes (como Roselini) y la búsqueda de un estilo propio que terminaría encontrando, a través de películas que «difícilmente se identificarían con el cine italiano o europeo», como 'La luna', su trilogía exótica o 'La estrategia de la araña'. El realizador también fue robusteciendo vínculos con alguno de sus colaboradores más notables, como el director de fotografía Vittorio Storaro, y ostentando alguno de sus tics más reconocibles, como el uso del travelling y la panorámica que se integra en la narración.
Con 'El conformista' firma Bernardo Bertolucci uno de sus filmes más rabiosamente políticos y de los mejores conseguidos desde la modestia de recursos, antes de la aparatosidad que caracterizarían producciones posteriores como 'Novecento' o 'El último emperador'. Protagonizada con la habitual solvencia de un excelente actor como Jean-Louis Trintignant, la película cuenta la historia de un hombre servil con el régimen de Mussolini que se compromete a asesinar a un antiguo profesor, abiertamente antifascista. La película conjuga la lectura política con el análisis psicológico del personaje principal, donde no faltan la lujuria, la homosexualidad reprimida y la relación paternal simbólica. En el reparto también se encuentra la actriz Dominique Sanda (como mujer del profesor), para una película basada en una novela homónima escrita en 1951 por el escritor Alberto Moravia.
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