Un maravilloso infierno: Pier Paolo y Roma
Andrés catalán
Sábado, 5 de marzo 2022, 00:04
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Andrés catalán
Sábado, 5 de marzo 2022, 00:04
Exiliado de su natal Friuli por un triste escándalo relacionado con su homosexualidad, Pier Paolo Pasolini llega a Roma en 1950. La ciudad será determinante en la obra y la vida de este artista total que cumpliría este 5 de marzo 100 años. También la ... mirada de Pasolini será determinante para la construcción de la imagen de la capital de Italia: sus poemarios, sus novelas y sus películas dibujarán una ciudad distinta a la de las guías de viajes y la burguesía acomodada, pero también a la de las edulcoradas versiones del neorrealismo. Un maravilloso infierno que los biempensantes no querían ver y que los turistas ignoraban, un infierno poblado por vidas que también debían ser contadas. En los arrabales del extrarradio, en la pobreza de la postguerra, en los conglomerados de tugurios entre regatos, terraplenes, solares abandonados, muladares y ruinas de la antigüedad, y posteriormente en los barrios populares que la Democracia Cristiana levantará para alojar —y confinar— a las oleadas de inmigrantes que acuden a Roma desde la Italia rural, Pasolini hallará un terreno fértil para sus contradicciones.
En el subproletariado romano y en sus 'ragazzi di vita' encontrará una cultura propia, estoica y epicúrea, un mundo que no seguía las reglas de la ambición pequeñoburguesa ni del consumismo, lleno de vitalidad y fatalidad. Pasolini cartografiará y cantará ese mundo sin dejar de denunciar su situación al margen de la historia, y cantará también su desaparición cuando el milagro económico de las décadas siguientes borre su identidad en un genocidio cultural —así lo llamó el poeta— que confundía el bienestar con el progreso. Comunista, cristiano y homosexual, crítico en igual medida con la izquierda bienintencionada y complaciente y con la derecha fascistoide y corrupta, Pasolini polemizó con todos y contra todos durante los años que son los de una época en que se sientan las bases de la Europa actual. A cien años de su nacimiento y a casi cincuenta de su asesinato en la misma ciudad que amó y que llegaría a despreciar, la figura de Pasolini sigue resultando incómoda en un continente que sigue empeñado en tropezar con las mismas piedras en un camino jalonado de cunetas para los marginados de su presunto estado del bienestar, donde todo lo que cambia lo hace para que todo siga igual y los guetos se siguen construyendo en operaciones inmobiliarias donde la pobreza de muchos significa la riqueza de unos pocos. Contradictoria, crítica, apasionada y lúcida, su mirada sobre una ciudad que no era otra cosa que una metáfora del mundo y de la vida continúa arrojando luz sobre el incómodo espejo donde nos miramos todos los europeos en la segunda década del siglo XXI.
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