Eva Hache en la presentación de la película de animación «La gallina Turuleca». Fernando Alvarado-EFE

La gallina, antes que el huevo

Eva Hache da voz en el filme homónimo a 'La Gallina Turuleca', una protagonista que, pese a no poner huevos, desarrolla unos talentos únicos

Samuel Regueira

Valladolid

Jueves, 2 de enero 2020, 08:06

Si algo ha venido a demostrar la ciencia es que, pese al dicho, es indiscutible hoy que la gallina vino antes que el huevo. La trampa lógica nos lleva a encerrarnos en que toda gallina nace de un huevo que su vez puso una ... gallina que a su vez nació de un huevo que a su vez... y así hasta la cefalea. Pero atender a la evolución arroja la respuesta: resulta evidente que la gallina, o su forma protozoica equivalente, hubo de pasar por numerosas transformaciones y tipos de reproducción y multiplicación hasta devenir en el ser único y diferente que es hoy y que no podemos concebir al margen de sus inseparables huevos.

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Desde esa lectura, un tanto pedestre, se puede interpretar el canto al individualismo y a perder el miedo a ser diferente que vertebra una nueva película destinada al público infantil; 'La Gallina Turuleca', estrenada este 1 de enero: «Su mensaje es que el hecho de ser diferente no te convierte en alguien raro, sino en alguien único, y es lo bueno para pequeños y grandes, que te hace ser interesante», apunta Eva Hache, la actriz segoviana que asume su tercer doblaje y su primer rol protagónico en una producción animada.

En este largometraje, filmado a cuatro manos por Víctor Monigote (primer nominado a un Goya a la mejor dirección artística por una película de dibujos animados; 'Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo') y Eduardo Gondell, la titular y emblemática gallina Turuleca es el ejemplar enclenque e incapaz de poner huevos que desluce frente a las lustrosas gallinas de un vendedor ambulante. Pese a todo, la ingenua granjera Isabel decide adquirirla, convencida de que sus propias dotes musicales conseguirán estimular a la gallinita para que ponga un huevo, dos o tres. Sin embargo, un posterior accidente hará que la locuaz gallina Turuleca, único animal dotado de habla y a la que entienden los seres humanos en este universo, se embarque en una aventura para salvar a su ama y amiga, donde no faltará oportunidad de convertirse en una gran estrella de circo.

«Es una alegría de Año Nuevo poder ver esta película con toda la familia, donde la famosa gallinita cobra vida y vive unas aventuras muy apetitosas», afirma Hache, quien señala los diferentes guiños generacionales que se aglutinan en un filme ágil y rápido: el cameo de dos payasos de la tele con su «Hola, don Pepito; hola, don José», el 'reggaeton' para los más jóvenes, un Funky Town o una Macarena reinventadas para la ocasión... y sin olvidar la carga de mensajes, que junto al ya destacado canto a la diferencia («Da igual si denuestas a la gallina porque no es como Dios manda; en el fondo ella tira para delante y ese es su talento, no pensar como los demás), se incluye un bien actualizado guiño en torno a los circos sin animales, donde solo la gallinita 'Turu', la única dotada con libre albedrío, es capaz de decidir formar parte de la 'troupe'.

Junto a ella estarán el gallo Vicente y el elenco del circo, y también un villano: el pérfido empresario Armando Tramas, al que pone voz el también cómico y actor José Mota, y que protagoniza uno de los momentos metanarrativos de mayor gracia en el filme: el hecho de que se empeñe en llamar a la gallina 'Turuleta' y no 'Turuleca', como sucediera a un factor significativo de la población que creciera con este tema melódico escuchado a Miliki y al resto de los Payasos de la Tele.

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Aprendiendo con el doblaje

Hache, cuyas experiencias con el doblaje abarcaban papeles previos más pequeños en 'Madagascar 3' y 'Los pitufos: La aldea escondida', afirma seguir aprendiendo en un trabajo «intenso» aunque «solitario, casi íntimo», en referencia al actual sistema de cabinas que aísla hoy a los actores de doblaje para sacar sonidos más nítidos y luego remezclarlos, en lugar del método tradicional que reunía a diferentes intérpretes en una misma sala para hacerlos dialogar: «También existe una diferencia grande cuando tienes que adaptarte a un personaje que habla y se expresa como Frances McDormand o Julia Roberts, aquí entiendo que Víctor quería mi voz para la gallina porque pensó en que mi voz era capaz de lo que quería. Son dos retos distintos, quizás este último más a medida de mi voz». Una voz que, entre la propia interpretación de la actriz y la posproducción, casi es indescernible del popular rostro que la acompaña.

En esa polémica no ha temido meterse Eva Hache, que no tiene problema en recordar las peticiones de boicot y protestas que el colectivo de actores de doblaje desarrollaron el pasado año con la contratación de Melendi como villano en 'Cómo entrenar a tu dragón 3': «Entiendo perfectamente que nos tomen por intrusos, a muchos no nos cogen por la voz sino porque contamos con una repercusión mediática que hace que la gente vaya a verla por nuestros nombres», asume con naturalidad. «Gracias a esto, a mí se me da la posibilidad de aprender a base de experiencias, y ellos están formados exactamente para eso: me parecería normal que un actor o actriz de doblaje protestase porque ellos lo podrían hacer mejor que un actor o una actriz».

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Actriz y humorista

Por la parte que le toca de actriz, con todo, Hache defiende la importancia de que las películas se vean en versión original: «El trabajo de los actores lo es todo: hay actores de doblaje muy buenos y productoras que dan el tiempo suficiente para que desarrollen el doblaje de esa manera», señala, si bien matiza que «en animación es más socorrido y, por los niños, se encuentra más justificado». También advierte la paradoja que cae sobre todos aquellos intérpretes que, como Mota o ella misma, se especializan en comedia y no se les toma con la misma consideración que a un actor dramático, pese a que en el gremio todos coincidan en que es más difícil hacer reír que llorar: «No tengo la respuesta del millón, pero sí que parece claro que la comedia no es una cosa seria a la hora de valorarla».

Apelando a su faceta humorística, Hache no elude el perenne debate sobre los límites del humor: «Se puede hacer comedia con absolutamente todo, pero no todo tiene buen gusto, y antes se hacía justicia dejando caer lo fallido en el olvido». Ahora, lamenta, con las redes sociales se visibiliza, juzga que en demasía, la queja y la reacción. Y en eso responsabiliza en parte al tratamiento que de ello hacen los medios de comunicación: «Estamos en un punto en el que los medios dan la misma relevancia al talento que a la queja, y esta no es más que la opinión de un colectivo más o menos grande o incluso de un individual, y dar importancia a eso nos va a quitar el placer de tratar el entretenimiento como lo que realmente es».

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