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Detalle del cartel de 'Bilbao', de Bigas Luna, (1978).
Más que cine

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José Manuel Benítez Ariza publica en Prokomun Libros 'En familia. Casi un dietario sobre cine español', con ilustraciones de Manuel Martín Morgado

José Luis García Martín

Martes, 15 de agosto 2023, 18:08

José Manuel Benítez Ariza, poeta que cultiva todos los géneros literarios, incluida la traducción, ha publicado un libro sobre cine español que se lee como quien asiste a una conversación de cine club, pero sin pedantería cinéfila, en tono menor, llena de detalles curiosos y observaciones inteligentes.

El cine español del que se ocupan estas páginas no es el más reconocido, aunque figure Buñuel y algún otro nombre canónico. Benítez Ariza se interesa sobre todo por directores olvidados, por rarezas poco frecuentadas, incluso por obras comerciales que desdeña la crítica. Y sabe aportar un punto de vista personal que hace que le escuchemos, que le leamos, siempre con atención.

La película 'Cerca de las estrellas', de César Ardavín, un cuadro de costumbres sobre cómo transcurre el domingo de una familia en la Barcelona de 1962, la relaciona con las fotos en las que ve a sus padres «endomingados, como corresponde a las ocasiones de posar para las fotos», ese mismo año. Y continúa: «Uno vendría al mundo unos meses después, y pasaría parte de su infancia en unas habitaciones de azotea como las que sirven de escenario a esta película».

Fotogramas de 'Zorrita Martínez' (1975), 'Cerca de las estrellas' (1962) y 'Gringo' (1963).
Imagen principal - Fotogramas de 'Zorrita Martínez' (1975), 'Cerca de las estrellas' (1962) y 'Gringo' (1963).
Imagen secundaria 1 - Fotogramas de 'Zorrita Martínez' (1975), 'Cerca de las estrellas' (1962) y 'Gringo' (1963).
Imagen secundaria 2 - Fotogramas de 'Zorrita Martínez' (1975), 'Cerca de las estrellas' (1962) y 'Gringo' (1963).

En otra ocasión, tras referirse a 'Zorrita Martínez', de Vicente Escrivá, trata de justificar su interés por el cine del destape protagonizado por actrices como Nadiuska, o Bárbara Rey: «Yo podría alegar, por ejemplo, que ando escribiendo una novela sobre esos años y que estas películas suelen ser eficacísimos estimulantes de la memoria. Basta observar lo que aparece en segundo plano: los coches, la ropa, las papeles empapeladas, los posters que adornan a veces las paredes, el fondo musical, la decoración de las cafeterías».

Autobiografía y sociología hay en estas anotaciones motivadas a menudo por el festival cinematográfico Alcances, que dirigía en Cádiz el poeta Fernando Quiñones y con el que Benítez Ariza colaboró un tiempo, o por los programas de televisión española dedicados al cine español. También encontramos inéditas sorpresas, como la participación de José Hierro en 'Gringo', un western hispano-italiano dirigido por Ricardo Blasco. La letra del bolero que canta la protagonista, la cantante Mikaela, está escrita por el autor de 'Cuanto sé de mí': «El alma escucha la música negra / de su soledad».

Pero no todo son alrededores y microbiografías de personajes curiosos relacionados con el mundo cinematográfico, como Inés Palou, «carne apaleada», o la actriz Miroslava, fetiche de Buñuel y quizá compañera de viaje del partido comunista. Hay también atinadas reivindicaciones de géneros o subgéneros que han pasado de moda, como la llamada «tercera vía» de Roberto Bodegas o la edad dorada del cine policíaco español, que tuvo su centro en Barcelona, ejemplificada por 'Distrito Quinto', de Julio Coll (que Benítez Ariza relaciona con la muy posterior 'Reservoir Dogs' de Tarantino), o 'El cerco', de Miguel Iglesias. Especial interés ofrece el capítulo dedicado a 'El ojo de cristal', basada en un relato de William Irish como algunos títulos clásicos de Hitchcock ('La ventana indiscreta') o de Truffaut ('La novia vestía de negro', 'La sirena del Mississippi'). «El resultado –escribe- fue una de las películas españolas más fascinantes de su tiempo y una especie de vuelta de tuerca a los desolados argumentos del cine policíaco barcelonés».

La mayor parte del libro se ocupa del cine rodado durante el franquismo, que no es lo mismo que el cine franquista, y los primeros años de la transición, pero también se hace un poco de historia: reflexiones sobre la relación entre la generación del 27 y apuntes sobre el cine rodado en la zona republicana durante la guerra civil ('Nuestro Hollywood anarquista').

Incursiona, aunque fugazmente, Benítez Ariza en un tópico muy repetido y que convendría repensar. A propósito de 'Bilbao', la película de Bigas Luna estrenada en 1978, afirma que entonces existía «una firme voluntad, por parte de los creadores, de no ceder ni un milímetro del terreno que, paso a paso, habían ido ganando en cuanto a la posibilidad de abordar temas comprometidos o vencer viejos tabúes». La situación actual sería, a su entender, la contraria: «se da por sentado que existe plena libertad de expresión, pero es la propia sociedad la que se muestra pronta a denunciar cualquier manifestación artística que conculque la corrección política imperante u ofenda las susceptibilidades de tal o cual grupo». Pero la sociedad es plural y ninguna está enteramente a favor de lo que suele llamarse «corrección política», que no es más que un avance en el respeto de todos, incluidos quienes hasta hace bien poco eran objeto eran objeto de befa o admitido maltrato. La libertad de expresión limita con la libertad de ofender –salvo a los políticos, parece- y con otros límites, no por difíciles de delimitar, menos reales.

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