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Ya sean las lindes limítrofes de unos ranchos, la construcción del ferrocarril o la muerte de un hermano, los detonantes de las películas 'western' han sido tradicionalmente vinculados a pasiones masculinas. Andrea Jaurrieta aplica esta óptica en 'Nina', película ganadora del premio de la Crítica ... en el Festival de Málaga, y ambienta en nuestros días una venganza feminista de una mujer que regresa a su pasado para ajustar cuentas con el hombre que abusó de ella. La directora ha presentado la película este miércoles en los Cines Casablanca, y se estrenará en salas comerciales el próximo viernes.
«He querido dar la vuelta al arquetipo», explica Jaurrieta. «A partir de un estudio profundo de estas películas y de comprender cómo funcionan narrativamente, les he dado la vuelta con una reivindicación y un punto de vista feminista». La cineasta confiesa que no sabe cómo lo ha hecho funcionar, pero aventura algunas ideas que le han dado confianza en su hazaña: «He sido un poco 'punki', he dado un golpe sobre la mesa y he querido llevar todo esto a mi terreno, me ponen mucho los retos y romper con lo que de mí se presupone'.
La cineasta firma aquí su segundo trabajo tras 'Ana de día', film cuya protagonista se desdoblaba en otra persona de nombre, curiosamente, Nina: «Fue algo casual, ambas Ninas son personajes complejos y fuertes, mientras que la primera trataba de huir de sí misma y esta enfrenta a su pasado para poder morir en paz». Patricia López Arnaiz y Darío Grandinetti protagonizan este neowestern que prorroga las inquietudes de su directora: «Creo que mi sello, si es que lo tengo, es forzar a mis personajes principales a que se planteen sus heridas internas y que afronten la vida en lugar de caer en el victimismo total».
La historia parte de la relación casi típica entre el hombre culto y su musa, una adolescente que años después encuentra motivos para identificar aquellos abusos y rendir cuentas con él: «Determinar lo agresivo de una violación es fácil, aquí indago en los términos grises y complejos que se encuentran en los recuerdos más profundos de Nina». Más allá de sus recovecos temáticos, la apuesta en la factura técnica de la película por evocar el cine clásico es otro indicio más de su autora por implicar a generaciones pretéritas de cinefilia con asuntos más contemporáneos: «El acercamiento formal de fotografía, vestuario, música o color la diferencia de otras que abordan el mismo tema; de esta forma conecta con un público que puede tener reparos hacia propuestas tan actuales».
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