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Según recoge Santiago de la Vorágine en 'La leyenda dorada', con Santa Águeda no pudo ni el procónsul de Sicilia, Quintianus, que la envió a un lupanar del que salió virgen y mártir: ordenó que le cortaran los pechos, la arrojasen a carbones incandescentes y ... la arrastrasen por las calles de Catania.
Desde entonces, Águeda representa la fuerza de voluntad de la mujer para resistir la crueldad humana: lo que ha dado en llamarse 'sororidad', que según la RAE significa «relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento». Y dos de los títulos cinematográficos que se ajustan perfectamente a esta definición es el de 'Tomates verdes fritos' (1991), de Jon Avent, con complicidad femenil y asesinato de marido incluido, y 'La fuente de las mujeres' (2011), una joya del cine belga sobre una comunidad de mujeres de un pueblecito de Oriente Medio que gracias a una huelga sexual logra vencer el machismo de sus maridos, quienes terminan ayudando a sus esposas a acarrear el agua de la fuente a los hogares. Otro emblemático ejemplo de sororidad tan colaborativa como combativa es el filmado por John Ford en 'Siete mujeres' (1966), coescrita por Janet Green, con un grupo de doctoras y enfermeras dirigidas por Anne Bancroft que ha de sobrevivir en la difícil frontera entre China y Mongolia de 1935.
Efectivamente, el cine ha sido especialmente fructífero en filmar sus 'águedas' de celuloide, luchadoras que se levantan y se mantienen en pie para seguir caminando, saliendo de los bosques del dolor o la injusticia social. Greta Garbo, Marlene Dietrich, Barbara Stanwyck, Bette Davis o Joan Crawford en 'La dama de las camelias' (1936), 'Fatalidad' (1931), 'Baby Face' (Carita de ángel, 1933), 'Jezabel' (1938) o 'Bajo la lluvia' (1932), respectivamente, son pioneras en la lucha por salvar el barranco de distanciamiento entre la aceptación social y su estilo de vida, gracias a sus 'sobredosis' de feminidad y dignidad. Más allá de su imponente físico, aquellas actrices demostraron que el mundo de de las mujeres podían echar un pulso de carácter épico al de los hombres. Herederas de aquellas mujeres son Jane Fonda, Meryl Streep, Glenn Close, Helen Mirren o Isabelle Huppert, que en 'Elle' (2016), de Paul Verhoeven, ofreció un recital prodigioso de hasta dónde podía llevarle la 'resiliencia' a una mujer ultrajada. Incluso el western, género masculino por antonomasia, nos ha dado filmes emblemáticos sobre pistoleras verdaderamente empoderadas, como 'Encubridora' –Marlene Dietrich–, 'Johnny Guitar' –Joan Crawford– o 'Rápida y mortal' –Sharon Stone–.
Fue Giulietta Masina, mucho más que la mujer de Federico Fellini– una de las primeras 'águedas' a la europea en 'Las noches de Cabiria' (1957), pues a pesar de los continuos desengaños, la protagonista, que ejerce la prostitución en uno de los barrios más pobres de Roma, es capaz de sobreponerse al desencantamiento, el abandono y la muerte, en un filme neorrealista, alucinante y enternecedor que obtuvo el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa. En aquellos años, igualmente magistral fue el retrato de sororidad pintado por Kenji Mizoguchi en 'La calle de la vergüenza' (1956), a partir de la novela de Yoshiko Shibaki, sobre el dilema de seguir con su vida o romper los vínculos que las encadenan a la prostitución de unas mujeres que viven en un burdel de Tokio. Otros títulos nipones sobre el tema de la sororidad en la sordidez de la mancebía son 'Cuando una mujer sube la escalera' (1960), Mikio Naruse; 'Los músicos de Gion' (1953), también de Mizoguchi, o 'La noche de las mujeres' (1960), de Kinuyo Tanaka, interesantísimo semi-documental sobre cómo las mujeres que ejercían la prostitución en Japón tuvieron que buscar otra ocupación tras la promulgación de una ley que en 1958 prohibió los burdeles.
'La gata negra' (1962), de Edward Dmytryk –con Fonda, Capucine y Barbara Stanwyck–, basada en la novela de Nelson Algren, es una de las cintas que recogen el desconcierto masculino –Lawrence Harvey– ante la magia del prostíbulo, el castillo hechizado y ambiguo de la mancebía-comunidad femenina en la que el hombre poco o nada tiene que hacer. Esta atmósfera también la evocó Louis Malle en otro emblemático filme ambientado en Nueva Orleans, 'La pequeña' (1978), con Brooke Shields como Violet, la virgen en el burdel, y Susan Sarandon en el papel de su experimentada valedora. Recuerda mucho a la 'águeda' a la que da vida una adolescente Jodie Foster en 'Taxi Driver' (1976), la pequeña meretriz, entre niña abrumada y adulta obligada a madurar, a la que 'redime' un taxista chiflado, Travis Bickle, un héroe a su pesar. Sarandon volvió a encarnar junto a Geena Davis a una 'águeda' en 'Thelma & Louise' (1991), cima de todas las 'road movies' femeninas firmada por el maestro Ridley Scott y un canto de amistad pura entre dos mujeres que se llevó el Oscar al Mejor guión original, firmado –cómo no– por una guionista texana, Callie Khouri.
Las populares mujeres 'coraje' empiezan con Anna Magnani y su dolorida Pina de 'Roma ciudad abierta' (1945), de Rossellini, o 'Mamma Roma' (1962), de Pier Paolo Pasolini, en la que la protagonista protege a su hijo de las hostilidades que ha de soportar al ejercer el oficio más viejo del mundo. De la feminidad determinante de la Magnani provienen las Sophia Loren –'Dos mujeres' (1960)–, Claudia Cardinale –'Hasta que llegó su hora' (1968)– y Gina Lollobrigida –'La romana' (1954)–, esta última basada en la excelente novela de Alberto Moravia, sobre una mujer capaz de imprimir a su vida un giro de 180 grados. Las italianas remodelaron la feminidad de pie, construida en torno a una mirada contestataria, luchadora y quintaesencial, heredera de la Italia de Garibaldi, pero que miraba a la Europa de las coproducciones y el anglosajonismo. Su respiración latiente y corajuda, de posguerra y de mujer erguida en medio de la dificultad, emana sensualidad y fuerza y se adensa en los filmes que protagonizan, como 'La belleza de Hipólita' (1962), en la que Lollobrigida da vida a una bailarina de revista que emprende una venganza muy especial contra su infiel marido. Sororidad a raudales hay en 'Miss Italia' (1950), de Dulilio Coletti, sobre un periodista que entrevista a las mujeres más bellas del país que ostentan el célebre título, y también con la 'Lollo', que iba a dedicarse a las artes plásticas y a la escultura, afición que sigue cultivando.
En 'Dos mujeres', también rodada por De Sica a partir de una novela de Alberto Moravia, la Loren interpreta a Cesira, una mujer que sobrevive en la Roma de 1943 junto a su hija adolescente Rosetta, y que se refugia en los montes de Ciocciara, donde ha de entendérselas con los hombres. Igual que en 'No sin mi hija' (1984), de Brian Gilbert, con Sally Field como una mujer y su hija de cuatro años atrapadas en Irán, la vida de la madre se convierte en el vehículo de supervivencia de su pequeña, un cuerpo y un eco de su progenitora, su aliada y su razón de ser. En estas películas, la amenaza contra la mujer resulta abrumadora: 'En tierra de hombres' (2005), con una soberbia Charlize Theron, resume a qué grado de crueldad puede llegar el complejo de superioridad masculino en un agujero tan hostil y asfixiante como una mina de hierro de Minnesota. Y la excepcional 'Erin Brokovich' (2000) con la que fue la 'novia de América', Julia Roberts, enseña cuán lejos puede llegar una madre soltera por averiguar la verdad sobre unas sustancias contaminantes vertidas por una todopoderosa compañía de gas y que amenaza con minar la salud de toda una población.
Larga es la nómina de actrices que han sido recordadas y galardonadas por encarnar a una mujer con atmósfera propia y un modelo de superación que desafía las leyes de la supervivencia: Susan Hayward en '¡Quiero vivir!' (1958), Reese Whiterspoon en la autobiográfica 'Alma salvaje' (2014) o Rachel Weisz en 'Ágora' (2009), que reivindica a la filósofa y astrónoma Hypatia de Alejandría. El tiempo ha modificado su apariencia, pero no su gesto obstinado ni su riada de valor y virtud: Santa Águeda fue la primera en romper el tópico del sexo débil y ella es hoy la patrona de todas las 'águedas de cine' que en el mundo han sido.
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