Roberto Cueto revive las claves del movimiento ‘blaxploitation’
El género hizo visible a la comunidad afroamericana en el cine de los años 70
samuel regueira
Martes, 11 de agosto 2015, 21:28
Ropas de cuero, soul y música popular negra, jerga de Harlem y un pelo afro que «casi es una reivindicación política» son los ingredientes con los que crear un producto blaxploitation; el género cinematográfico que cristalizó en Estados Unidos durante los años 70 para dar visibilidad a las inquietudes del colectivo afroamericano en el séptimo arte. El escritor cinematográfico Roberto Cueto expuso ayer en la Cátedra de Cine las claves de un movimiento gracias al cual «se ha normalizado la presencia de los actores de raza negra en las producciones cinematográficas».
El crítico ha explicado ante los alumnos que, en pleno apogeo de la lucha por ganar unos derechos que hasta entonces se les había vedado, los afroamericanos comenzaron a encontrarse con unos iconos cinematográficos a su medida, que les convertía en los protagonistas de la historia y que reivindicaba el estilo de vestir, y de expresarse que se vivía en sus calles y barrios. Ciertos casos hasta vinieron respaldados por la industria: Las noches rojas de Harlem, primera aventura del célebre detective John Shaft, ganó un Óscar de la Academia por su banda sonora.
Muchos de estos títulos en los inicios del género han alcanzado el estatus de «film de culto». Es el caso de Algodón en Harlem o Pánico en la calle 110, cuyo tema principal de Bobby Womack fue rescatado por Quentin Tarantino para su homenaje al blaxploitation en Jackie Brown. La dimensión documental de estos trabajos es notable, «son un testimonio histórico muy interesante por estar rodadas a pie de calle y con un ambiente muy real».
Agotamiento
Años después, la fórmula comenzaba a agotarse: «Los filmes que vinieron quedaron como películas simpáticas aunque difícilmente reivindicables», señala el escritor. Se hizo recurrente ver filmes con héroes que luchaban contra el opresor blanco y buscan vengarse de sus atropellos, una «fantasía compensatoria», según Cueto, que hasta les llevó a replicar las películas de éxito de Hollywood y añadir su componente black en Blackula, Blackenstein o El padrino negro.
Otro aspecto destacable fue la inclusión de mujeres heroínas en el cine de acción estadounidense, antes de que terminara de asentarse en las grandes producciones con la teniente Ripley de Alien. «Este honor para la historia del cine norteamericano correspondería a Tamara Dobson por su Cleopatra Jones, o a los personajes de Foxy Brown y Coffy interpretados por Pam Grier». Los intentos de Hollywood de integración de la raza negra venían por los filmes protagonizados por Sidney Poitier.
Sin embargo, los adeptos al blaxploitation rechazaban esta corriente: «La idea del cine de Poitier es que el color de la raza no interesa, pero el blaxploitation reivindicaba la supremacía del negro sobre el blanco», explica Cueto. En las décadas venideras el género desapareció, y los productos con actores de raza negra fueron vistos con más normalidad: «Comedias televisivas como El príncipe de Bel-Air y las películas de Eddie Murphy eran recibidas con naturalidad», asegura el profesor.
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