M. E. García
Sábado, 6 de junio 2015, 09:15
Enseñar más de la cuenta o sugerir por encima de sus posibilidades suelen ser los mayores problemas de los carteles de películas censurados. El sexo molesta, y si el sexo viene sugerido por un cuerpo femenino parece que molesta más. Estos son algunos carteles que han tenido problemas durante los últimos años.
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El cómico Sacha Baron Cohen lo supo cuando su póster de 'Ali G' (2002) se pasó de irreverente. Lo malo para el bueno de Sacha es que no solo el cartel fue demasiado si no que su película fue clasificada como R en EEUU, el análogo a mayores de 18 años en España. La justificación: el sexo y su lenguaje «demasiado directo y soez». El póster generó polémica en Gran Bretaña donde recibió numerosas quejas para que se retirara, una publicidad impagable.
Siguiendo con el sexo y la irreverencia ahí quedó para la posteridad ¿Hacemos una porno? (2009). Con ese título era imposible que no llamara la atención de los sectores conservadores. Por si fuera poco, el póster no se quedaba corto. La Asociación Cinematográfica de EEUU (MPAA) no vio con muy buenos ojos el sutil mensaje. La solución, otro cartel original con el lema Hemos hecho una película tan sexy que solo te podemos enseñar el dibujo. El largometraje no cumplió con las expectativas y se convirtió en una de las películas más flojas de su director, Kevin Smith.
Un caso muy parecido al anterior fue el que sufrió Los Infieles (2012). El poster volvía a mostrar a una pareja en una actitud igual al de ¿Hacemos una porno?. En esta ocasión, la Autoridad de Regulación Profesional de la Publicidad (ARPP) consideró que ofrecía una imagen degradante y denigrante de la mujer. La película fue un bluf, que no consiguió el éxito ni con el tándem Jean Dujardin (actor) y Michel Hazanavicius (director), que arrasaron en su anterior obra juntos: The Artist.
Más parejas en carteles. El cineasta coreano más famoso gracias a Oldboy, Park Chan-Wook, revolvió su país con Thirst (2009), una película sobre un sacerdote convertido en vampiro y arrastrado al camino del mal. Fue censurado por la normativa vigente en Corea sobre mostrar situaciones sexuales en publicidad.
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Por supuesto, en una lista como esta no podía faltar el momento absurdo. El protagonista Terry Gilliam y un cartel de su película El Teorema Zero (2013). La película mezclaba la ciencia ficción con el humor de su director, todo un cóctel explosivo. ¿El problema? Que se veía un culo. Así sin más, y era muy reconocible. Gilliam protestó en Twitter: «Han prohibido nuestro cartel por un trasero desnudo». Por cierto, el traserillo es el de de Christoph Waltz.
¿Y quién recuerda aquella peli sobre Larry Flint (El escándalo de Larry Flint 1999) que sacudió Norteamérica por culpa de una bandera en un calzoncillo? Los sectores conservadores pusieron el grito en el cielo cuando vieron el cartel en el que Woody Harrelson, el protagonista, aparecía crucificado con un taparrabos-bandera sobre un pubis femenino en bikini. El acabóse. Es paradójico como una película sobre el fundador de Hustler y sus problemas con la censura acabara con un póster censurado.
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Otra película envuelta en polémica, en este caso más reciente, es Shame (2009). Para ser una película independiente hizo correr ríos de tinta y bilis por culpa de su temática, su contenido sexual, el desnudo frontal masculino y, de remate, por unos póster que no eran lo que parecían pero que lo parecían demasiado. Demasiado explícito para ser sutil en Hungría donde fue retirado, este y otros dos carteles más. El director Steve McQueen acabó oscarizado en 2012 por 12 años de esclavitud. La película, lejos de toda la polvareda que levantó, es recomendable.
El caso es que Shame se publicitó con un póster muy parecido a otro que generó un revuelo considerable en España. La película era Diario de una ninfómana (2008). Es cierto, para la Comunidad de Madrid el problema no era la foto, era la palabra ninfómana en las marquesinas.
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Y ahora llega la sección de anatomía femenina. El último caso en este sentido lo ha protagonizado un póster de 'Sin City 2' (2014) con Eva Green como figura principal y única. Es innegable que la imagen es bonita pero para la MMA «la curva de debajo del pecho y la areola del mismo» no eran admisibles. La polémica tuvo una gran repercusión tanto en redes sociales como en medios de comunicación. Aún así, la película fue un gran fiasco. En España, ni se ha estrenado.
Otro pezón, el de Rooney Mara en la versión de David Fincher de Los Hombres que no amaban a las mujeres (2012) también tuvo su propio debate. El problema se tapó, literalmente, con la fecha de estreno.
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Y pasamos de pecho a culete. Escupiré sobre su tumba (2010) es una película de terror de una mujer que decide buscar venganza y asesinar a los hombres que la han violado. No tenía mucho que ver el trasero de Sarah Butler, la protagonista, «provocando deseo» tal y como aseguraba la MPAA, con el contenido de la película. En este caso el foco del conflicto también se tapó con ayuda de un poquito más de tela en Photoshop y en paz.
No solo por culpa del sexo, también de la violencia
El contenido subido de tono es el principal motivo de censura, pero no es, ni mucho menos, el único. En segundo lugar se encuentra la violencia, y si no que se lo digan a Tarantino, que se tuvo que enfrentar a ella en un cartel bastante desagradable, el de 'Hostel 2' (2007). Eso sí, daba a entender a la perfección que se iba a encontrar el espectador que viera la película. Toavía se debate si su director es un genio del terror o un enfermo.
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Otro largometraje de terror, la segunda parte de Saw también sufrió la censura en las carnes de uno de sus póster, aunque en este caso no estaba relacionado con la violencia sino con que los dedos cortados, tal y como están colocados, en EEUU equivalen a la peineta española.
Y es que hasta a Angelina Jolie le ha tocado recular, y no por enseñar más de la cuenta. Bueno, a ella no, a los creadores de Wanted (2008) y de su póster más conocido. Una asociación del Reino Unido consideró que esta publicidad "muestra una imagen glamourosa de las armas y la violencia". En EEUU, eso sí, no sufrió ningún problema.
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Y la película más antigua de esta lista es Noche de paz, noche de muerte, presentada allá por 1985 en el festival de Sitges. El cartel no es en absoluto explícito pero lo mismo pensaron que Papa Noel podría causar terror a los más pequeños después de verlo. El largometraje se mueve en el sentido de otros de su época como Pesadilla en Elm Street o Viernes 13 pero sin el mismo éxito, ni calidad.
Precisamente el cartel de Viernes 13. Parte VIII: Jason vuelve... para siempre (1989) fue objeto de una curiosa censura. En él se podía ver como Jason rasgaba el famoso logo I NY todo un icono que no podía ser profanado de tal manera. La película vio cortada alguna de sus escenas por ser demasiado brutal. La jugada no salió bien y fue la menos taquillera de la franquicia.
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Por supuesto faltan películas y sus correspondientes carteles en esta lista, estas son algunas: Las leyes de la atracción (Roger Avary, 2002), por culpa de las posturas sexuales de unos peluches; Las colinas tienen ojos 2 (M. Weisz, 2007), la mano que araña el suelo hace suponer que la víctima está viva; Camino a Guantánamo (M. Winterbottom, M. Whitecross, 2006), un preso con una bolsa en la cabeza y las técnicas de interrogatorio de la CIA; Lesbian Vampire Killers (Phil Claydon, 2009), el título era "sexualmente ofensivo"; Ocurrió cerca de su casa (VV. AA., 1992), en el póster el protagonista psicópata le pega un tiro a un bebé; Vagina Dentata (M. Lichtenstein, 2007), por ser demasiado turbador; Dying Breed (Jody Dwyer, 2008), demasiado gore para Australia; Teniente corrupto (W. Herzog, 2009) porque no hay que hacer daño a nuestros mayores ni en los carteles; Coco: de la rebeldía a la leyenda de Chanel (A. Fontaine, 2009), con la ley antitabaco francesa, en este caso, hemos topado y, atención, Sex and the City 2 (M. P. King, 2010) porque no se puede ir leyendo la palabra sexo por ahí, a lo loco.
En todo caso y sea cual sea el motivo de la censura y su polémica tan solo hace que la película en cuestión llegue al gran público. Puede que no las convierta en éxito si no merecen la pena pero la ayuda publicitaria nunca viene mal y más si es gratis. Ya lo dijo Oscar Wilde, «que hablen de mí, aunque sea mal».
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