Care Santos: «El talento para escribir es innato, pero hay que cultivarlo»

«El talento para escribir es innato, pero hay que cultivarlo», defiende la escritora de 'Mentira'. Santos, que desarrolla talleres como este desde antes de la pandemia, sostiene que las educaciones formales no son determinantes a la hora de confeccionar una buena obra literaria: «A lo largo de muchos años he tenido talleres con participantes sin formación académica, que no habían podido estudiar y que habían esperado su oportunidad tras jubilarse o criar a sus hijos». Gente con escasa o nula preparación, pero con un don nato para narrar «Luego la literatura pasa por una técnica y hay que aprenderla, pero hay gente que lleva de serie el arte de contar».

En cuanto al derribo de la figura del escritor como ser solitario y absorbido en su propio mundo, aislado de todo cuanto no es su vínculo en su universo escrito, Santos lo tiene claro: «La experiencia de un taller es muy enriquecedora desde el momento en el que se comparte». Y es que este tipo de iniciativas permiten recibir algo que los autores no suelen percibir: una respuesta inmediata a sus escritos: «Los escritores nunca vemos la reacción a nuestro trabajo, y un taller propicia que se pueda ver ese efecto: si emociona, si se entiende, si transmite lo que piensas...». El principal problema, detecta la premio Nadal, es que «en ocasiones el autor piensa que lo que ha escrito se entiende, pero al compartirlo ve que muchas veces no es así».

Los talleres, para la escritora, sirven para darse cuenta de aquellos tics propios y manías que uno tiene sin ser consciente: «Cuando nos los señalan podremos enmendarlos, u aprovecharlos y sacarles más partido», asevera. «Siempre sirve para que la mirada de otro enriquezca tu forma de acercarte a la literatura».

Con talleres como este que ha acogido la Casa Zorrilla, organizado por la Fundación Municipal de Cultura, Santos ha pretendido «trabajar distintos aspectos a partir de ciertos textos», enfocándolo todo desde la ludoescritura. Es decir, escribir jugando. «Es un taller lúdico enfocado a reflexionar sobre el hecho de escribir», explica. «Hay metaliteratura, intertexto, algunos personajes literarios de los que se apropiarán los participantes».

Bartleby el escribiente, de Melville; Emma Bovary de Flaubert o algunos personajes de Cortázar son los 'sujetos de estudio' planteados de esta forma lúdica en la que se les reescribe en nuevas situaciones: «Se busca un planteamiento un poco original, que da mucho juego y que funciona bien». El objetivo sigue siendo, pues, que los participantes se diviertan, aunque sin dejar de tomarse en serio la escritura: «Un taller tiene que hacer disfrutar, pero con él hemos de aprender, a partir de textos que parecen inocuos, cómo emocionar y cómo terminar dejando un poso en los lectores».

Más allá de convertirse en un próximo premio Nadal, las intenciones de quienes se acercan a un taller de escritura creativa son variopintas: «Hay gente que quiere escribir por motivos muy diversos: son grandes lectores y quieren probar el otro lado, o bien personas con ambición que quiere mejorar su técnica de escritura», enumera Santos. «Hay quien quiere estar preparado para contar su historia familiar, quien quiere desarrollar una idea de su cabeza o quien quiere tenerla amueblada para cuando la idea surja».

En todo caso, el taller también sirve no solo para saber qué queremos contar o cómo lo haremos mejor, sino para saber quiénes somos: «Un taller ayuda a que la gente descubra qué tipo de escritor es, qué hace con lo que escribe, cuáles son sus aspiraciones...», enumera la escritora. «Todo ello ya lo hace útil».