Javier Morales (Plasencia, 1968) convirtió de joven las hojas en un refugio personal. Las de los libros, las de los árboles también. «Yo iba todos los días a la biblioteca y luego, los fines de semana, salía al campo a caminar». Tenía donde elegir. El ... valle del Jerte, las Hurdes, la sierras de Gata, Mofragüe. «Extremadura, para bien y para mal, ha tenido muy poco desarrollo industrial y eso ha contribuido a una mejor conservación, a una riqueza biológica sorprendente», cuenta Javier, quien ha unido sus dos pasiones (la escritura, la ecología) en una carrera periodística y literaria que ha repasado en Valladolid.
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Morales participa en la Casa de Cervantes en 'Del papel al árbol', un ciclo sobre literatura y sostenibilidad en el que el autor extremeño recuerda la figura de Miguel Delibes. Su discurso de ingreso en la Real Academia Española, en mayo de 1975 (recogido en el libro 'Un mundo que agoniza') fue una llamada de atención frente al deterioro de los recursos naturales «años antes de que la ecología y el respeto al medio ambiente» se percibieran como una preocupación global.
«Cuando se habla del cambio climático, parece que el gran perjudicado es el planeta, cuando en realidad somos los seres vivos que vivimos en él. La biosfera no nos necesita, más bien es al revés», indica Morales, que subraya esta idea en varios pasajes de 'Monfragüe', su novela más reciente, publicada por la editorial Tres Hermanas. «La naturaleza aprovecha cualquier resquicio para la resiliencia, para plantar cara a la desmesura de los humanos», escribe allí.
Y también en ese libro se encuentra una frase de la que, dice, cada día está más convencido: «Los turistas son la peor de las especies invasoras».
'Monfragüe' cuenta la historia de un personaje, con la misma edad y profesión que Morales, que, ya de adulto, regresa a su localidad natal para restañar las heridas que produjo un duro incidente en el parque nacional: la muerte de un compañero de clase que era víctima de acoso escolar. «No es una novela autobiográfica, juego al despiste, aunque siempre hay algo de biográfico en lo que se escribe», cuenta el autor. Por ejemplo, una reflexión en torno al acoso («donde también es muy relevante el papel del grupo, del que se deja llevar ante la situación que viven los compañeros»), la nostalgia y el deterioro ambiental.
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Esa inquietud ecológica atraviesa la obra de Morales, desde sus novelas a los ensayos, pasando por los relatos cortos (prepara para después del verano una recopilación de sus cuentos en esta materia). En ensayo escribió 'El día que dejé de comer animales', donde relata su adopción de una dieta vegana, o 'Las voces del bosque', donde vincula ecología y literatura.
«Delibes fue un maestro, pero mucha literatura contemporánea vive de espaldas a la naturaleza. En EE UU hay una tradición más clara y aquí es algo más incipiente, aunque, cuando algo tiene gancho, muy pronto llegan las etiquetas para hablar de 'literatura de naturaleza'», indica.
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