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Buena parte de nuestra más valiosa literatura tiene que ver con la memoria. A veces la de nuestros padres, la de la generación que nos ... precedió. Y a veces la de nuestro pasado, lóbrego y rabioso, que aún salpica hoy a quienes no vivieron la Guerra Civil ni la posguerra. A veces, y este es el caso de Mariluz Escribano, las dos confluyen, como se puede ver en su nueva edición de 'Poesía completa', publicada por Cátedra y recopilada por la profesora Remedios Sánchez. La catedrática de Literatura acercó la figura de Escribano para una nueva sesión del Aula de Cultura de El Norte de Castilla ayer en el Círculo de Recreo, en un acto posible gracias al patrocinio de la Fundación Vocento.
«La poesía de Mariluz Escribano busca dar testimonio de nuestra historia para que no se repita», explicó Sánchez al comienzo de la obra. «Su claridad, su ausencia de rencor y su voluntad de transmitir sensaciones abundando en el paisaje de la tierra la convierten en la más castellana de los poetas andaluces». Y es que, en palabras de Carlos Aganzo, director de Relaciones Institucionales de El Norte y presentador del acto, «nadie puede venir a Castilla de Andalucía y salir impune. Que se lo pregunten a Machado».
Sánchez leyó algunos poemas de Sánchez vinculados con Valladolid y Castilla, pero también sobre otros momentos clave de su pasado. Por ejemplo, un impresionante llanto a propósito del asesinato de su conciudadano Federico García Lorca en 'Dios te salve, Federico': «Fue una poeta tardía y renunció a su primer premio importante poético porque su madre tenía miedo a volverse a poner en el foco», describió, en referencia al fusilamiento del padre de Mariluz Escribano, Agustín.
La compilación de Cátedra ya lleva tres ediciones y encara una cuarta, algo poco habitual en un libro de poemas: «Escucharla implica aprender», sentencia Sánchez. «Su voz era la del compromiso ético hecha persona, sus palabras evocaban la concordia tan necesaria en un país como el nuestro, siempre enfrascado en enfrentamientos que no nos llevan a ninguna parte». De ahí la voluntad de tender puentes tras uno de los sucesos históricos más traumáticos de nuestro pasado reciente: «En una guerra todo el mundo pierde, uno más que otros, pero ella, que lo perdió todo, tiene la inmensa generosidad de transmitir el mensaje en estos términos».
Gamoneda o Luis Alberto de Cuenca cantan hoy los versos de Escribano, lo que para Aganzo es síntoma del «descubrimiento de una poeta buena» que a lo largo de los años ha estado oculta. «La historia de Mariluz es la de un silenciamiento de una ciudad que todavía no ha asumido su responsabilidad en el asesinato de Federico García Lorca», concordó Sánchez. «Era una mujer rompedora que no estaba dispuesta a someterse a la estructura de poder de ningún grupo literario o partidista».
A la sombra del pasado, un pasado de odio, se suma la luz de su madre, quien le enseñó a no odiar y ese tutelaje se respira en sus poemas: «Su voluntad era que la gente tomara conciencia de lo que habían sufrido ellos».
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