Martínez de Pisón, Conde y Aganzo
Aula de Cultura

Eduardo Martínez de Pisón: «Un paseo por la montaña es, en calidad estética, muy similar a uno por el Museo del Prado»

La vida y vivencias del geógrafo y escritor han protagonizado la sesión del Aula de Cultura

fernando conde

Jueves, 25 de febrero 2021

«Por el querido hermano sol, que alumbra y abre el día…; y por la hermana agua, preciosa en su candor que es útil, casta, humilde…; y por la hermana luna de blanca luz menor y las estrellas claras… tan limpias y tan hermosas», escribió San Francisco de Asís, como imaginando que algún día habríamos de volver estos nuestros ojos hacia la madre naturaleza para agradecerle su existencia. Y al santo italiano y a sus palabras aludía en la sesión del Aula que con el patrocinio de Obra Social laCaixa y Fundación Vocento pudo disfrutarse a través de la web de este periódico, el ilustre geógrafo y escritor vallisoletano Eduardo Martínez de Pisón, para hacernos caer en la cuenta de la necesidad de buscar, con luz no usada, otra vez la naturaleza.

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¿Es posible que una de las pocas cosas buenas que vaya a dejarnos esta pandemia sea una mayor conciencia sobre la necesidad de respetar nuestro entorno?, preguntaba Carlos Aganzo a este catedrático emérito de Geografía Física de la Universidad Autónoma. «Es posible, pero es más, es lo deseable; porque el hombre debe ser consciente de que no puede ir contra el elemento vital que le soporta, que le da la vida, que le cuida y que le permite ser. La naturaleza es fuerte y tiene una infinita capacidad de regeneración, pero eso no significa que podamos estar agrediéndola constante e impunemente», afirma este vecino de calle, por nacimiento, de otros dos ilustres pucelanos: Miguel Delibes y Julián Marías, de quienes afirma: «Delibes es único. Leer a Delibes es un gozo y un aprendizaje constante. Su literatura, ambientada en la tierra, y su estilo de páramo no tienen paragón en ninguna otra escritura. Fue, además, un continuador de esa literatura del paisaje que floreció con los escritores del 98; Marías, por su parte, que fue mi maestro en Humanidades, sentía la intelectualidad como una forma de vida; era el intelectual con mayúsculas; a nadie he escuchado nunca dictar conferencias de tanta profundidad y valor».

Eduardo Martínez de Pisón, que pudiera ser la reencarnación misma de Unamuno –fallecido el día anterior al de su llegada a este mundo–, ha dedicado su vida entera a comprender el orbe de la tierra, pero en especial a conocer sus más altas instancias, esas montañas «desde las que sólo puede verse cielo, arriscado sobre un pequeño triángulo de tierra. Allí arriba uno se sitúa en el verdadero y único confín de la Tierra. Un paseo por la montaña es, en calidad estética, algo muy similar a un paseo por el Museo del Prado. Como montañero creo que en diálogo con la naturaleza, un diálogo que es, además, extraordinariamente rico. No obstante, siempre he valorado más el montañismo de itinerario que el de objetivo». Y como buen poeta del paisaje no ahorra unos versos de Enrique de Mesa, el poeta del Guadarrama, para ilustrar sus palabras: «Corazón, vete a la sierra / y acompaña tu sentir / con el tranquilo latir / del corazón de la tierra».

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