![Reyes Monforte.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202007/23/media/cortadas/NF0OOW41-kJ2E-U110878715035aO-624x385@El%20Norte.jpg)
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fernando conde
Miércoles, 22 de julio 2020
andel era una veinteañera, rubia, sensual y de ojos azules. Su belleza, plasmada en su rostro y silueteada en un cuerpo femenino y proporcionado, era evidente. Y probablemente hubiera sido una eficiente funcionaria del servicio de correos alemán, de aspecto casi angelical, en la primera mitad del siglo XX, de no ser porque, paradójicamente, la Historia le reservaba otro papel, el de ser conocida como 'la Bestia de Auschwitz'». Así describe la periodista y escritora Reyes Monforte a una de las dos protagonistas de su última novela, 'Postales del Este'. Un retrato preciso, veraz, en clave femenina, pero sin concesiones a la ficción –«no hace falta hacer ficción en Auschwitz, porque la realidad fue mucho más dura de lo imaginable», asegura la autora– sobre uno de los lugares más indescriptibles de la historia de la Humanidad: el campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau.
La otra protagonista es Ella, una joven francesa a quien la escritora madrileña bautiza con el pronombre personal femenino como homenaje a todas las mujeres que vivieron y padecieron el horror de los campos de exterminio. A Ella el dominio de varias lenguas y una caligrafía pulcra y cuidada, además de una radiante beldad, la salvarán en principio de una más que probable muerte inmediata, pero no de padecer innumerables vejaciones y salvajes castigos, arbitrariamente administrados tanto por la propia Mandel como por el llamado 'Ángel de la Muerte', el sádico galeno Joseph Mengele.
En la última sesión de la temporada del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, patrocinada por Obra Social laCaixa y Fundación Vocento, hemos querido rendir homenaje, en el 75 aniversario de la liberación del famoso campo polaco, a quienes allí padecieron incontables (por número, pero también por la dureza del relato) atrocidades. «Los miembros de las SS eran fanáticos, pero no estaban locos. Eran personas que podrías encontrarte en cualquier otra parte del mundo», refiere Reyes Monforte, rememorando las palabras de uno de los psicólogos presentes en los famosos procesos de Nuremberg. Auschwitz es la residencia del mal en estado puro. «Quienes salieron vivos de allí siguieron siendo, en verdad, prisioneros toda su vida. Su cuerpo abandonó el lugar, pero su memoria y su mente permanecerían en él de por vida. Eso sí lo consiguieron los verdugos. Y sólo unos pocos, a través de la palabra, como elemento sanador, vivificador y restañador de recuerdos heridos, lograron despojarse de aquella infausta carga».
«Algunos de los prisioneros enterraron cartas, poemas y postales con nombres escritos en los embarrados campos de Auschwitz, sólo con la esperanza de que alguien, algún día, los desenterrara para recordarlos y recordar lo que allí había pasado. Algunas de esas postales son las que han dado argumento a este libro», cuenta su autora». Eran conscientes de que si alguien hallaba esos trozos de papel garabateados –como efectivamente sucedió unos veinte años más tarde– su muerte, pero también su vida, no habría carecido de sentido. Aquellos postales logaron que, al final, como pasa siempre, vencieran los buenos». No fue el trabajo ('Arbeit match frei'), fue la palabra la que les hizo libres.
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