Pablo Lara, director de la división educativa del grupo Planeta. EL NORTE

Pablo Lara: «Me enorgullece pensar que España es más culta gracias a Planeta y a mi abuelo»

El director de la división educativa del grupo Planeta interviene este jueves en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla

fernando conde

Valladolid

Miércoles, 3 de noviembre 2021, 07:14

Pablo Lara es uno de los herederos del grupo editorial Planeta, hoy convertido en un gigante empresarial cuyos orígenes se remontan a la imaginación, el talante y la visión empresarial de un humilde sevillano emigrado a Barcelona después de la Guerra Civil. Dicen que los hijos suelen dilapidar la fortuna de los padres, pero el Grupo Planeta es la excepción a la regla si atendemos al empujón que José Manuel Lara Bosch, hijo del fundador, le dio a la que hasta entonces era 'solo' la editorial más pujante de España. Hoy Pablo Lara dirige la división educativa del grupo y participará en el Aula de Cultura para recorrer, desde su privilegiada visión, la historia de su familia y desentrañar los secretos de un recorrido empresarial de éxito. Será con el patrocinio de Obra Social laCaixa y Fundación Vocento.

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–¿Qué le debe España a Lara Hernández?

–España no le debe nada. Mi abuelo recibió todo lo que esperaba de España, la tierra que tanto amaba. Pero sí creo que dejó un gran legado a la cultura y a la sociedad española. Consiguió acercar aquella a los hogares españoles a través de los libros. Los índices de lectura tienen una correlación directa con el bienestar de un país, y me gusta pensar que mi abuelo y Planeta contribuyeron a mejorar el bienestar de los españoles. Con la creación, además, del Premio Planeta en 1952, puso a la literatura de moda. Me siento orgulloso y convencido de que España es hoy un país más culto y, por tanto, con un mayor bienestar, gracias al Grupo Planeta y a mi abuelo.

–¿Y a Lara Bosch?

–Mi padre consiguió algo muy difícil: ser igual de genial que mi abuelo, sin parecerse en casi nada. El legado de mi padre es diferente, pero tiene el eje común del fomento de la cultura, al que hay que sumar otros dos: la formación y la información. La lectura, la información y la formación son tres pilares clave para construir la personalidad de un país y la de sus habitantes. Creo que mi padre contribuyó en ese sentido. Además, era una persona muy comprometida socialmente. Siempre que pudo, aportó su granito de arena para construir un país mejor: otorgó becas a estudiantes, ayudas a hospitales y enfermos, creó bibliotecas de manera desinteresada, financió colegios… Más allá del ámbito empresarial, mi padre tenía un claro interés en mejorar la sociedad.

–Usted dirige la división educativa del Grupo Planeta, ¿cómo ve la educación en España hoy?

–Creo que la educación en España ha mejorado mucho en las últimas décadas, en calidad, en igualdad y en la importancia que le dan las familias. Sin embargo, todavía tenemos un largo camino por recorrer. Hoy España invierte aproximadamente el 4,2% del PIB en Educación (1.100 euros per cápita), frente a Francia (1.900) o Finlandia (2.650). Además, el 90% de nuestro presupuesto se dedica a nóminas, becas y ayudas. Por tanto, no quedan recursos para programas de calidad y de innovación. Además, habría que tener un plan a largo plazo, ya que el mundo de la educación es lento. Y eso no existe en España, lamentablemente. En Castilla y León, por ejemplo, parte del éxito en PISA se debe a la existencia de colegios pequeños que permiten el trato personalizado a los alumnos. Claramente, la personalización es un camino clave para el éxito. Y en educación superior hay que dirigir la oferta a las necesidades laborales del mercado. España es el país con más universitarios porcentualmente y, a la vez, con mayor porcentaje de parados. Eso no tiene ningún sentido.

–Durante años el mundo editorial español tuvo en Barcelona su meca empresarial, hoy ya no. ¿Está Barcelona oscureciendo desde hace años su futuro como metrópoli cultural?

–No estoy de acuerdo. Barcelona es la mejor ciudad del mundo, por su tamaño, su calidad de vida y sus condiciones geográficas. Creo firmemente que Barcelona, en el ámbito editorial, sigue siendo el faro de España. Sin embargo, es cierto que en los últimos años, y especialmente desde 2010, está perdiendo fuelle en favor de ciudades como Madrid, Sevilla, Málaga o Bilbao; y eso es síntoma claro de que hacemos las cosas mal. Hoy en Cataluña el foco es claramente político, y esa es la variable que pasa por delante de cualquier otra de gestión, se trate del área que sea. Cada vez más empresas se marchan, perdemos población, cae drásticamente la inversión extranjera, hay inseguridad jurídica y unas barreras a la creación de negocios que imposibilita la implantación de nuevas empresas. Y lo peor de todo es que eso se convierte en un círculo vicioso. Cada vez se va más gente y las condiciones empeoran para los que nos quedamos (más impuestos per cápita, menos oferta de empleos…).

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-¿Qué supone el mercado en español de Estados Unidos para nuestro mundo editorial?

.Personalmente para nosotros es un mercado pequeño. Habitualmente constatamos que los hispanos que viven en Estados Unidos prefieren leer en inglés como signo de integración que hacerlo en castellano. Además, el sector editorial americano es muy potente y, pese a varias iniciativas por ir a buscar ese mercado hispano, nosotros no hemos sido capaces de encontrarlo y hacerlo crecer.

–El premio Planeta, ¿preconcebido o concedido?

–El premio Planeta es un premio que concede por un lado el jurado del premio y por otro los lectores. El jurado está compuesto por dos académicos de la Lengua y cuatro escritores de un nivel contrastado, todos ellos ganadores previos del premio. Creo que esta composición garantiza un nivel único en el mundo y la máxima seriedad y credibilidad. Se han vendido más de 40 millones de ejemplares a lo largo de la historia. Creo que eso también es prueba inequívoca de que los ganadores del Planeta son del gusto de los lectores. No obstante, es normal que cada año exista rumorología en torno al Premio, lo que, por otro lado, denota su importancia.

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