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JESÚS BOMBÍN
Viernes, 15 de diciembre 2017, 17:22
El sufrimiento colectivo y la deshumanización que causaron los totalitarismos en el siglo pasado siguen motivando reflexiones e investigaciones históricas sobre el caldo de cultivo que condujo a las dos guerras mundiales. Monika Zgustova y Mercedes Monmany convirtieron ayer el Aula de Cultura en un foro de recuerdo de la barbarie nazi y el gulag ruso al hilo de los libros que han escrito a partir de testimonios femeninos.
Ambas escritoras expusieron sus reflexiones en una sesión del Aula de Cultura patrocinada por Caixabank con el apoyo de la Junta de Castilla y León celebrada en la sala Delibes del Teatro Calderón. La escritora checa nacionalizada española reconstruye en ‘Vestidas para un baile en la nieve’ (Galaxia Gutenberg) el pasado de horror y penalidades de nueve mujeres a las que entrevistó hace años en sus domicilios de Moscú, Londres y París. «Las que conocí eran mujeres absolutamente vitales y alegres a pesar de los sufrimientos indecibles que padecieron; en los campos de trabajo rusos había presas comunes y prisioneras políticas y pensé que las primeras resistirían más las penalidades, pero no fue así;las que estaban allí por causas políticas aguantaron más por la conciencia de ser inocentes», remarcó.
Uno de los aspectos que más le sorprendió en sus charlas con las víctimas del cautiverio es que algunas de ellas le confesaron que sin la experiencia del gulag su vida habría resultado incompleta. «La explicación es que allí conocieron amistades a prueba de bomba que en nuestra vida normal no existen, allí por amistad eran capaces de dar su vida, de compartir la escasa comida...», señaló Zgustova.
Mercedes Monmany contó cómo la pulsión por vivir y dejar constancia escrita de la tragedia a futuras generaciones se impuso en algunas víctimas a la aniquilación que perseguía el régimen de Hitler. En ese terreno se adentró en ‘Ya sabes que volveré’ siguiendo el rastro de tres escritoras muertas en el campo de exterminio de Auschwitz: Irene Némirovsky, Gertrud Kolmar y Etty Hillesum. «Allí el azar y la condición física determinaban en la mayoría de las ocasiones quién moría o vivía», señaló la crítica literaria, recordando lo tarde que se empezó a hablar sobre el genocidio nazi. «El holocausto –afirmó– no se comenzó a tratar de forma sistemática por los historiadores como tema específico sin asimilarlo a la II Guerra Mundial hasta los años setenta».
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