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C. A.
Valladolid
Lunes, 11 de septiembre 2023, 18:15
Reina por un día. Y, sin embargo, una de las mujeres más relevantes de la historia de España. También una de las más desconocidas. Al menos hasta que José Ángel Mañas (Madrid, 1971) la convirtió en la protagonista de su última novela, 'Berenguela', con la ... que cierra su trilogía sobre la Reconquista. La última entrega del autor de 'Historias del Kronen', la novela que en los años 90 se convirtió en espejo de toda una generación. Un escritor que, desde entonces, no ha dejado de crecer en su obra, combinando las novelas realistas, bautizadas por la crítica como «neorrealistas», con la novela histórica.
Aula de Cultura Se celebrará, con el patrocinio de la Fundación Vocento, el miércoles 13 de septiembre, a las 19:30 en el Círculo de Recreo de Valladolid.
–Con esta novela da usted por cerrado el ciclo de la Reconquista, ¿no piensa seguir un poco más allá?
–Pues por el momento voy a dejar en barbecho mi novelística histórica. Digamos que mi ciclo histórico se enmarca dentro de un periodo que arranca con el 'procés', en 2017. Ésa fue la primera vez que yo vi a los madrileños colgando banderas españolas en los balcones. El caso es que todos pillamos un gripazo identitario tremendo y, en mi caso, yo lo exorcicé a través de la novela histórica. En el 2016, en el periódico 'El Español', ya había recreado el año 36 día a día. Aquello me metió el gusanillo de la historia, y a partir de 2017, como digo, continué con 'Conquistadores de lo imposible' y 'Guerrero', dos novelas que recrean lo que sucedió en América. Con 'El hispano' me trasladé a Numancia y la invasión de la Península por los romanos, que es otro de los momentos clave de nuestra historia. Y ya con esta trilogía sobre la Reconquista me detuve en la invasión de los árabes y el nacimiento del reino de Asturias en '¡Pelayo!'; en el nacimiento de Castilla en '¡Fernán González!', y ahora en la batalla de las Navas de Tolosa y la unión de Castilla y León, en los albores del siglo XIII. Ya se sabe que a partir de las Navas el partido está ganado; sabemos que han vencido los cristianos, y quedará tan solo el reino de Granada, pero es ya vasallo y solo cuestión de tiempo el que caiga.
–Dos grandes personajes masculinos y ahora una protagonista femenina, Berenguela la Grande, de la que ha llegado a decir que, después de Isabel I de Castilla, es la reina más importante que ha tenido España. ¿Pudo ser tan relevante la unión de Castilla y León como la de Castilla y Aragón? ¿La toma de Córdoba como la de Granada?
–Berenguela estaba en mi radar porque era la hija de Alfonso VIII (vencedor de las Navas) y madre de Fernando III el Santo (conquistador de Córdoba, Sevilla y Jaén). Era el punto de vista más atractivo. En cuanto a la importancia de la unión de Castilla y León, me parece infinita dentro de la historia de España. De hecho, pese a que arranqué la novela pensando que pivotaría en torno a las Navas de Tolosa, al final acabó acaparando mi atención esa unión. Sobre todo, cuando me di cuenta del rol tan principal y trascendente que tuvo Berenguela en la misma. Fue el proyecto de su vida y ochocientos años después podemos afirmar que fue un éxito rotundo. Y, sí, fue tan relevante como la posterior unión entre la Corona de Castilla y la Corona de Aragón. Y en cuanto a la conquista de Córdoba fue mucho, pero muchísimo más importante que la de Granada. Había sido la gran capital del califato y fue un hito absolutamente crucial.
–En 'Berenguela' se habla de estas batallas más como auténticas cruzadas, con su interés 'internacional', que de meros pasos del programa de reconquista hispánica. ¿Es así como fue?
–El arranque del siglo XIII fue un momento importante de las cruzadas, y las hubo tanto en oriente, en Jerusalén, como en el sur de Francia, con los cátaros, como en España, frente a los almohades. El espíritu era el mismo, y la gente en la época percibió la victoria de las Navas en ese contexto. Hoy, sin embargo, tenemos tendencia a hacer una lectura en clave nacional de los hechos. Una de las razones por las cuales Berenguela ganó la partida política a su exmarido, Alfonso IX, el rey de León, quien no quería que la unión se hiciera en la persona de Fernando el Santo y prefería que reinasen en León sus hijas Sancha y Dulce, fue que cultivó el apoyo de Roma, y en el momento del conflicto dinástico leonés, cuando murió Alfonso IX, esa política dio sus frutos, puesto que el clero leonés la apoyó en sus reivindicaciones.
–Con personajes como Berenguela, tan relevantes como desconocidos, ¿seguimos teniendo los españoles en la novela un cierto desapego ante nuestra historia, a diferencia, por ejemplo de británicos o franceses?
–Los españoles tenemos un enorme desconocimiento de nuestra historia, así de entrada, y poca conciencia de su valor, cuando es una de las historias más fascinantes del planeta. Tenemos, con respecto a Europa, ese hecho diferencial que fueron los setecientos años de guerra contra el islam que marcaron el carácter nacional y que explican por qué, una vez concluida la Reconquista, España siempre fue tan católica. Y luego fuimos protagonistas en todo el proceso de descubrimiento, conquista y colonización de América. Tenemos historia para aburrir y los novelistas las estamos explotando, más que los cineastas. Creo que son ellos los que están fallando ahora mismo. Tampoco tengo muy claro por qué, a decir verdad, cuando además hay una tendencia clara hacia lo histórico en el cine internacional ahora mismo: no hay más que ver los casos de 'Oppenheimer' y 'Napoleón'.
–Desde 'Historias del Kronen', treinta novelas, en dos caminos muy diferentes: la actualidad más actual y la historia más 'histórica'… ¿se siente igual de cómodo en los dos territorios?
–Sí, y cada vez más. Siempre digo que a mí me interesa la realidad en la que vivo y que a veces la miro de frente y a veces a través del retrovisor. Ya que hemos hablado de cine, uno de mis referentes es Ridley Scott, que lo mismo te puede hacer una película de ciencia ficción como 'Alien' o 'Blade Runner', que una película de gánsteres en Chicago, un 'Gladiator' o, ahora, este 'Napoleón'. Creo que cambiar de género es siempre refrescante tanto para uno mismo como para sus lectores. Espero, si la salud me respeta, dar mucha guerra todavía. Ojalá llegue a la mitad de lo que escribió un Galdós; pero lo veo muy difícil. Es el más grande de los novelistas españoles (con permiso de Cervantes).
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