C. A.
Lunes, 20 de enero 2025, 10:51
Agricultor y poeta. Cineasta, ensayista, escritor… «más de noventa oficios diferentes a lo largo de 55 años de profesional». Y siempre naturalista, confidente de la Naturaleza, mano a mano con la cual ha escrito su último libro, '999 sugerencias que me hizo la Natura'. Joaquín Araújo será el protagonista de la próxima edición del Aula de Cultura de El Norte de Castilla que, con el patrocinio de la Fundación Vocento, se celebrará el martes 21 de enero, a las 19:30 horas, en el Círculo de Recreo de Valladolid.
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–Agricultor, naturalista, escritor ¿concibe una cosa sin la otra?
–Considero un privilegio que una vida de pasión por la Vida -esa que incluye todas las otras vidas, humanas o no-, me haya fascinado, inspirado, instruido y comprometido. Destaco, ante todo, que la vivencia de los paisajes aun no destruidos del todo alimenta mi lado de escritor. Pero si a esa vertiente de naturalista, más o menos clásico, sumo que no entiendo esa confluencia sin ver crecer a lo que me permite crecer. Sin cuidar de animales, defenderlos, intentar entender los lenguajes sin palabras de lo espontáneo resulta que se me regala una visión y experiencia mucho más completa. Cultivar para mí es un comprender mejor las destrezas de la propia Natura. El gran privilegio es la desembocadura de todos esos vínculos. Me refiero a poder contarlo.
–Para usted, decir palabra y Natura es como decir ser humano y Natura. ¿Somos lo mismo? ¿Somos lo contrario? ¿Somos complementarios?
–Somos lo mismo. Somos, es más, por eso que precisamente estamos destruyendo. Suma torpeza que se ha hecho posible precisamente por olvidar lo que preferimos… Hoy la inmensa mayoría de las personas vive, aunque cueste mucho reconocerlo, en contra de la vida, de la salud, de la belleza del mundo, de la compasión y, por supuesto, de unos mínimos de ataraxia, que para algunos sigue siendo el verdadero objetivo a alcanzar. El pensamiento ecológico o convivencial, si así lo preferimos, es el intento de ser compatibles con las no derogadas leyes de la vida en este planeta. Y con el resto de lo viviente…
–Y dentro de la palabra, la poesía. ¿Tiene algo la poesía que no tienen los demás géneros literarios?
–La Natura y el mejor humanismo no pueden expresarse más que poéticamente. A la belleza fundacional hay que intentar acariciarla con la belleza que también fluye por dentro de nuestro modo de comunicarnos con palabras. No me canso de recordar el aforismo de Cioran que mantiene que «sin poesía la realidad se desprecia». Apreciar a la Natura es el primer verso del gran poema que incluye la totalidad de lo escrito por los poetas.
–Seguramente usted no es el único a quien le habla la Natura. De hecho, quizás nos interpela a todos, aunque no la queramos oír…
–Ciertamente. Los lenguajes de lo espontáneo nos interpelan absolutamente a todos. Podemos escucharlos cuando no le extirpan a uno el sentimiento de la Natura con el que todos nacemos. Pero luego llega el sistema educativo, los medios de comunicación, los lugares comunes del frenesí, la muchedumbre, la prisa y la comodidad –hay que sumar la puntilla del algoritmo-, que dejan a la inmensa mayoría ciegos y sordos para el grato, gratuito e inmejorable placer de vivir con lo libre, sabio, lento, bello y sustentador de este planeta.
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–¿Qué importancia tiene en el futuro del ser humano el que nos logremos o no reconciliar con la Natura?
–«Se pierde quien se lo pierde», creo recordar que es un verso de Jorge Guillén, tan cercano a Valladolid. Y lo que convierte a la mayoría en algo perdido para ellos mismo es precisamente renunciar al más bello espectáculo del universo, es decir la vida de la Tierra. Un extravío trágico ha llevado a esta civilización a ignorar y enseguida maltratar hasta la hoy amenaza de colapso a lo esencial. La indiferencia hacia lo que nos permite vivir proviene de una colección de ignorancias sobre lo que en realidad preferimos. Porque si no nos dejamos engañar preferimos lo limpio, lo completo, lo sano, lo que asegura porvenires y no digamos, lo que es bello por sí mismo. Ser con lo demás y los demás exige mucho más esfuerzo, inteligencia y cultura que acomodarse al suicidio de «esto es lo que hay». En reconciliarnos con la Natura nos va el futuro entero. O rectificamos en nuestro uso del derredor o lo que menos futuro tiene en este mundo es el mismo futuro. O dejamos de vivir contra todo el resto de lo viviente o seremos excluidos del placer de existir. O nos convertimos en lo que somos, es decir, en Natura, esa Natura que a veces piensa, a veces escribe poesía, a veces renuncia a toda violencia, a veces se embosca, a veces comparte… Tenemos que elegir urgentemente, o ser vivaces o ser las cenizas del estúpido incendio de la acumulación innecesaria.
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