Juan Manuel de Prada
«Los ingenieros sociales tratan de convertir la literatura española en una sucursal de la finlandesa»Juan Manuel de Prada
«Los ingenieros sociales tratan de convertir la literatura española en una sucursal de la finlandesa»C. A.
Domingo, 16 de junio 2024, 20:55
En su última novela, 'Mil ojos esconde la noche', Juan Manuel de Prada recupera la figura de Fernando Navales, uno de los protagonistas de 'Las máscaras del héroe', para llevarla al París de la segunda guerra mundial. La ciudad-luz, que hasta la fecha iluminaba ... el mundo, convertida, con la amenaza primero y con la entrada de los nazis después, en una ciudad de sombras, de espías, de traiciones, de contubernios… La caricatura, también, desde un exilio republicano que convive con la instalación de los nuevos representantes diplomáticos de la España de Franco, de un momento fascinante de nuestra historia. Momento y circunstancias que centrarán la conversación con el escritor en la próxima edición del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, que tendrá lugar este martes, 18 de junio, a las 19,30 horas, en el Círculo de Recreo de Valladolid, con el patrocinio de la Fundación Vocento.
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–¿Qué es lo que más le ha interesado de aquel París a la hora de hablar de aquella España que acababa de salir de su propia guerra?
–Sin duda alguna, París es una de las más grandes capitales de la cultura y las artes, acaso la más importante de todas; esto, de por sí, la convierte en una ciudad atractivísima desde el punto de vista novelesco. Pero es que, además, el París de la segunda guerra mundial, ocupado por los alemanes, me parece una pasmosa concentración de Mal. Por un lado, están los ocupantes, que traen consigo la ideología nazi; por otro, los «ocupados», que se someten pacífica y lacayunamente a la dominación extranjera y aprovechan para dar rienda suelta a sus más bajos instintos: delaciones, antisemitismo, rapacidad, etcétera. Esta concentración de Mal ha sido luego maquillada por Francia, que ha tenido la habilidad de presentarse como una nación heroica en combate con el nazismo, en una de las mayores falsificaciones de la Historia contemporánea. Siempre me han interesado mucho las falsificaciones de la Historia como fuente de inspiración literaria; y no creo que haya una falsificación tan abusiva como la que Francia ha hecho de estos años negros.
–Uno de los grandes alicientes de la novela es encontrar, junto a personajes de pura ficción, a otros reales como Picasso, Gregorio Marañón o González Ruano… pero quizás desde un punto de vista al que no está acostumbrado el lector. ¿Hasta dónde la ingente documentación que ha manejado para esta novela le ha transformado a usted mismo la visión de lo que estamos acostumbrados a escuchar y a leer de aquella época?
–En realidad, el único personaje de ficción que hallamos en 'Mil ojos esconde la noche' es el narrador, Fernando Navales. Todos los demás personajes de una cierta entidad son históricos; y muchas de las cosas que sobre ellos se cuentan están basadas en la información que sobre ellos nos brindan los archivos policiales franceses, donde la mayoría de los escritores y artistas españoles residentes en París tenían un nutrido dossier, plagado de revelaciones suculentas que a veces rozan o entran de lleno en la intimidad. Muchas de estas revelaciones destruyen la imagen un tanto mitológica que sobre ellos se había construido, por razones interesadas (casi siempre ideológicas). En mi caso, la visión no se ha transformado nada, porque sé que la Historia contemporánea es una montaña de falsificaciones. Y tenga en cuenta que el descubrimiento de las mentiras que Ana María Martínez Sagi me contó y que yo inocentemente divulgué en 'Las esquinas del aire' (y que luego, una vez descubiertas, desmonté en 'El derecho a soñar'), me han escarmentado para siempre.
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–Es difícil saber si los personajes que componen el gran fresco coral del libro son en realidad héroes, antihéroes o, simplemente, víctimas de su época… ¿son, en todo caso, un espejo deforme de la condición humana?
–Indudablemente, el narrador Fernando Navales arroja sobre todos los personajes una mirada vitriólica, cruel y deformante. Pero aun así creo que lo que 'Mil ojos esconde la noche' nos muestra es un grupo de personas con las debilidades y flaquezas propias de la condición humana, que en momentos tan difíciles como los que se retratan en la novela no son demasiado heroicas... Ocurre, sin embargo, que la gente adoctrinada se cree todas las fábulas que les cuentan los demagogos, como las que se han propalado con la llamada «memoria histórica», que les hacen creer que aquellas personas eran héroes intachables... Y la confrontación con la realidad puede resultar sorprendente.
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–En el libro, se vuelve a manifestar usted como heredero de esa gran tradición literaria de la España del claroscuro, del Lazarillo de Tormes a Valle-Inclán, que para algunos representa lo más genuino de nuestra literatura. ¿La picaresca y el esperpento nos siguen valiendo para interpretar a España y a los españoles?
–Creo que la picaresca, el esperpento, el tremendismo, son las escuelas estéticas y los géneros literarios más representativos de nuestra literatura, sin duda, Otra cosa es que los ingenieros sociales que están tratando de convertir nuestra literatura en una sucursal de la literatura finlandesa estén consiguiendo enterrar ese grandioso legado. En lo que de mí dependa, no voy a permitir que ese legado sea enterrado; y mucho menos voy a convertirme en un escritor finlandés.
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–Según dice, ya tiene usted terminada la segunda parte de este libro, que en realidad sería casi la tercera de una trilogía, junto a 'Las máscaras del héroe'. En este tramo de nuestra historia, sólo le faltaría convertir la trilogía en tetralogía, incluyendo los episodios de la guerra incivil que le tocó vivir a Navales, su personaje. ¿Tendría sentido, desde el punto de vista literario, algo así?
–Aunque el tema de la guerra civil no acabe de seducirme, por sus escabrosidades y por la acumulación de vilezas humanas que produjo, creo que finalmente me animaré a escribir esa novela sobre los años 1936-1939 contada por Navales. Pero el día que me decida a hacerlo sé que seré definitivamente demonizado por los guardianes de la ortodoxia, o incluso recluido en una cárcel, porque la visión que ofreceré de aquella guerra será muy distinta a la que las falsificaciones históricas circulantes han logrado imponer. Así que creo que me tomaré todavía cierto tiempo antes de inmolarme.
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