![Gortázar: «El que merece estatua por defender a los trabajadores es Romanones, no Largo Caballero»](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202106/04/media/cortadas/aula-U120190549009BnF-RaNYq6PuAeLPQ65K9aNhwSM-1248x770@El%20Norte-ElNorte.jpg)
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«El que merece una estatua en el Ministerio de Trabajo por defender a los trabajadores es el conde de Romanones, y no Largo Caballero, que no hizo nada por ellos» . Lo afirmó ayer tajantemente el historiador Guillermo Gortázar durante la presentación de su biografía 'Romanones. La transición fallida a la democracia' en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla, en el Palacio Real.
Su mérito para tal distinción por parte del investigador fue la aprobación de la jornada laboral de 8 horas, seguramente la más importante de las reformas que acometió. «Lo más espectacular es la jornada de 8 horas. Gracias a él, España se convierte en el primer país del mundo que la establece legalmente» explicó Gortázar en el Aula de Cultura, que cuenta con el patrocinio de la Obra Social de La Caixa y la Fundación Vocento.
A la jornada laboral hay que añadir otras reformas importantes como la aprobación del primer seguro social, el sufragio universal masculino, la Institución Libre de Enseñanza y la mejora de las condiciones de vida de los maestros, que, hasta su reforma, pasaban literalmente hambre.
«Era un reformista compulsivo. Y un trabajador impresionante. Y eso le daba poder, pero él lo hacía por mejorar el país y ponerlo en la dirección de la democracia», explica Gortázar. Un objetivo que, sin embargo, no fue capaz de conseguir.
«Los políticos de la restauración creían que la democracia llegaría como cae un fruto maduro y en esto se equivocaron». En lugar de eso, lo que llegó fue la dictadura de Primo de Rivera, al que Romanones se opuso rotundamente, y la República de 1931 «que no fue una democracia inclusiva sino una democracia patrimonializada por sus promotores».
Gortázar presentó ayer una semblanza libre de estereotipos y prejuicios acerca de un personaje muy maltratado y vilipendiado en la cultura popular. «Me encontré con Romanones al trabajar en un libro sobre Alfonso XIII y allí descubrir que no tenía una biografía, pese a ser uno de los artífices de la Restauración. Sin embargo, existía una documentación abundantísima«, explica el investigador, que ha dedicado alrededor de 15 años de su vida, casi en exclusiva, a este libro.
«La izquierda le vilipendiaba porque les ganaba las elecciones, y la derecha le culpaba de ser el responsable de la caída de la monarquía». Gortázar defiende que este último juicio atribuye al personaje más poder del que realmente tenía. «No tenía capacidad para hundir la monarquia ni para salvarla», opina.
Con todo, sí admite el historiador una responsabilidad del conde en los sucesos que desembocarían en la II República, por falta de visión. «Él siempre concibió la política como una actividad sometida a las circunstancias. No hay en él esa actitud de resistir hasta el final de un Churchill, por ejemplo. Y eso es lo que le llevó a interpretar los resultados electorales como indicio de que la monarquía no podía continuar«. A partir de ahí su principal preocupación fue salvaguardar la vida y la seguridad del rey Alfonso XIII. »Era un político de vista corta. Le interesaban las reformas concretas y lograr apoyos para gobernar o tener poder suficiente«, reconoce Guillermo Gortázar.
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