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Polifacético donde los haya, al zamorano Juan Manuel de Prada Blanco se le puede presentar como intelectual, escritor, articulista, filósofo, tertuliano, cinéfilo… y un sinfín de facetas más. El Premio Castilla y León de las Letras 2021 fue este martes protagonista de una nueva edición del Aula de Cultura, organizada por El Norte de Castilla y el Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda.
Entre el público que congregó en la Casa de Cultura y Juventud de Arroyo estaba el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Gonzalo Santonja, un «viejo amigo» del escritor. También el alcalde del municipio, Sarbelio Fernández, y la concejala de Cultura, Ana Sánchez, que siguieron atentos la charla. Prada, ante las preguntas que le planteó el director del Aula de Cultura, Fernando Conde, fue desgranando cómo veía él la realidad actual de España. Lo hizo como solo él sabe hacer, haciendo gala de su amplio dominio del lenguaje y su particular visión de la situación.
El primero de los temas a tratar fue el de los separatismos. Afirmó que España está en una estación final de «descomposición inevitable». Apuntó que la sustitución del delito de sedición por el de desórdenes públicos agravados es un reconocimiento por parte del estado de su nihilismo. Para él, el régimen político español «está fundado en el chanchullo», lo cual es un problema de fondo «terrible y destructivo». En este sentido, opinó que el artículo 155 de la Constitución «es un desastre». «Es una norma que permite hacer 'in extremis' y de forma totalmente alegal lo que la clase política quiera. En el Código Penal no hay un precepto legal pensado para quienes, desde las instituciones políticas, tratan de destruir la comunidad. Es un horror», remarcó el zamorano, que considera que España podrá sobrevivir, pero tendrá que ser con otras premisas.
Fue tajante con el texto constitucional del 78, que considera «desfondado y equivocado». Lo definió como «un bodrio y un conjunto de plagios que no respeta la tradición jurídica y política española». Asimismo, señaló que la creación de las autonomías supuso la generación de 17 centralismos distintos. «En aquellas regiones forales con tradición jurídica propia, generaron una mayor tendencia separatista. Con eso se logrará envenenar la convivencia más y más», dijo este escritor zamorano de pro, nacido en Baracaldo y confeso catalanófilo. «Se tacha a los catalanes de victimistas, pero lo que ocurre es que tienen una cultura muy propia que hay que impulsar. Sin embargo, el estado no lo entendió así. El estado español se suicidó con la Constitución», apostilló.
Hubo cambio de tercio y pasó a hablar de cómo la sociedad actual está siempre pendiente de la imagen y de las pantallas. Para el escritor, el deporte es el legado más nefasto. «El deporte competitivo es malo para la salud. La adoración al deporte es signo de decadencia y encumbra la adoración a la belleza física desposeída de prendas espirituales. Eso es peligroso y típico de sociedades enfermas. El deporte es signo de debilidad mental, y un poderoso mecanismo de control social. Es una manera de tener a la gente entretenida y apartada de la sana manía de pensar», remató. Por último, subrayó que las personas «se están animalizando» y que la espiritualidad se está sustituyendo por idolatrías que conducen a la nada. «Las viejas dictaduras sometían los cuerpos, pero las dictaduras de hoy, no te golpean, te moldean y te convierten en una marioneta».
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