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Reyes Monforte. Paco Navarro
Reyes Monforte

«El de la condesa Tarnowska fue el primer juicio mediático de la historia»

La autora de 'La condesa maldita' será la protagonista, el miércoles, de una nueva edición del Aula de Cultura de El Norte.

C. A.

Valladolid

Lunes, 11 de marzo 2024, 16:34

Después del éxito de 'La violinista roja', Reyes Monforte regresa con la investigación novelada de un hecho singular: el juicio al que se sometió, en 1910, a la condesa Tarnowska, tras el asesinato de su prometido, el conde Kamarowski, en su palacio de Venecia. Sobre ' ... La condesa maldita', que así se titula su última novela, y sobre aquella Europa de la Belle Époque, en la que Tarnowska pasa por ser su primera 'femme fatale', versará la próxima edición del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, que se celebrará este miércoles 13, con el patrocinio de la Fundación Vocento, en la Fundación Cajamar-Caja Rural, a las 19.30 horas.

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-De nuevo, tras 'La violinista roja', el 'descubrimiento' de una mujer singular en su tiempo, y testigo de la historia… ¿Cómo se encontró con este personaje y qué le sedujo de ella?

-Me encontré con ella por casualidad. Un amigo que vivía en Venecia me llevó al hotel Ala Venezia, cuyo bar lleva el nombre de 'Tarnowska', y me contaron su historia. Fue allí mismo donde, el 4 de septiembre de 1907, tuvo lugar el crimen por el que la condesa Tarnowska fue acusada de instigar al asesinato de su prometido, el conde Kamarowski, con la ayuda de dos de sus amantes: uno era el abogado más famoso de Moscú y el otro, el traductor ruso de la obra de Baudelaire. Los tres llevaron al extremo las palabras del poeta maldito: «El amor es un crimen que no puede realizarse sin cómplice». Me sedujo la historia de la condesa como ella misma seducía a todo aquel que se le acercaba. Incluso Vittorio Luchino se obsesionó con la historia y quiso llevarla al cine: pensaba llamarla 'Muerte en Venecia', pero Mussolini se lo impidió, al considerar que la historia de la condesa no era buen ejemplo para la sociedad femenina. Lo siguió intentando y después de la II Guerra Mundial contrató a Romy Schneider en el papel de la condesa, pero murió antes de poder rodarla. 

-Venecia, la Belle Époque, la aristocracia europea… una mezcla singular para una novela.

-La condesa Tarnowska llegó para revolucionar la sociedad, la prensa y el sistema judicial de su tiempo. Con ella siempre viajaba el escándalo. Se convirtió en la mujer de la que todo el mundo hablaba a principios del siglo XX, en el rostro más conocido, y no porque fuera una celebridad de la época, o porque fuera descendiente de la reina de Escocia María Estuardo o porque perteneciera a una de las familias más importantes de la aristocracia rusa, cercana a la corte de los zares, sino porque se convirtió en la 'femme fatale' de la Belle Époque, en la protagonista del primer 'true' crimen del siglo XX. Un periódico italiano escribió: «El alma de esta fascinante mujer es demasiado compleja para los simples mortales». Y todo en Venecia, tierra de mascaradas, donde nada es lo que parece y todos ocultan quiénes son realmente.

 -Sin duda una edad de oro para la creación y para el arte… ¿también para las mujeres, a pesar de las dificultades?

-La condesa Tarnowska se crio leyendo novelas como 'Madame Bovary', 'Las amistades peligrosas' o 'La venus de las pieles', huyó de casa a los 16 años para huir de la estricta autoridad paterna para casarse con un hombre que la introdujo en el mundo de las orgías, las drogas y el masoquismo, y que mientras su mujer daba a luz a su primer hijo en la butaca del aseo de una habitación de hotel, él se divertía en el mismo establecimiento con sus amantes. La condesa entendió que el único poder que tenía en sus manos era el poder de seducción y decidió utilizarlo, aunque eso supusiera que los hombres se batieran en duelo por ella, asesinaran por ella, se suicidaran por ella –como hizo su propio cuñado de 16 años– perdieran su riqueza, su posición social o su familia. El New York Times definió a la condesa Tarnowska como la Circe moderna, la hechicera que convertía en cerdos a los hombres que se enamoraban de ella. Hasta que el poder de seducción se volvió también contra ella.

-¿De qué modo María Tarnowska encarna en sí misma el espíritu de aquella Belle Époque?

-Todo en aquella época se antojaba sediento de revolución, como la propia condesa Tarnowska, sedienta de libertad y de ganas de comerse el mundo. La ciencia y la tecnología abrían senderos para que la humanidad abrazara el progreso en aquel principio de siglo en el que muchos alardeaban de que el hombre sería capaz de superar cualquier obstáculo que le mostrara la naturaleza. Ninguno preveía que las nuevas tecnologías y el progreso científico podrían volverse contra el hombre. Todos se creían inmunes sin percatarse de la amenaza que se cernía sobre ellos: el hundimiento del Titanic en abril de 1912 como símbolo de la supremacía de la naturaleza sobre la tecnología ideada por el hombre, el atentado en Sarajevo contra el heredero de la corona del Imperio austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando en junio 1914 o el estallido de la Gran Guerra… Y eso mismo le pasó a la condesa; consciente del poder de seducción que ostentaba, de cómo podía manipular a todos para conseguir sus objetivos, sin darse cuenta de que ese poder tiene sus peligros incluso para quien lo ostenta. Tanto la época como la condesa estaban sumidas en la efervescencia onírica de una belle époque que se refugiaba física y psicológicamente en la morfina para no ver cómo los imperios estaban a punto de desmoronarse, sellando el final de un tiempo. 

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-¿Cómo debemos 'leer' este personaje hoy, ya bien entrados en el siglo XXI? 

-La condesa Tarnowska nos envía una postal desde el pasado para que entendamos o abramos los ojos a nuestro presente. Hay que leerlo con los ojos de hoy porque el mundo, la prensa, la sociedad, el ser humano o la justicia no han cambiado tanto como nos pensamos. El juicio de la condesa Tarnowska –el primer gran juicio mediático de la historia, el primero en admitir los preceptos del psicoanálisis freudiano, la salud mental como eximente y el consumo de alcohol y drogas como circunstancias atenuantes– fue un tratado de psicología sobre todos los temas que todavía hoy asolan a la condición humana: la maldad, el amor, el odio, el deseo, el sexo, los celos, el sentimiento de posesión, la muerte, la soledad, la incertidumbre…Es el ADN de la condesa maldita.

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