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JESÚS BOMBÍN
Valladolid
Jueves, 19 de octubre 2017, 07:48
Nacida en Salamanca «por accidente» en 1973, cuenta que toda su vida la ha pasado en Barcelona, donde vivían sus padres. Allí hizo sus pinitos televisivos y asomándose a las pantallas lleva veinte años como presentadora de informativos. Antes en Telecinco y desde enero en ... Cuatro, pone rostro a las noticias del mediodía en un año en el que también ha debutado como escritora con ‘No soy un monstruo’ (Espasa), un estreno que le ha valido el Premio Primavera de Novela. La desaparición de un niño de cuatro años en un centro comercial forja la trama de una intriga sobre una trepidante investigación de gran impacto mediático en la que se embarcan una periodista y una inspectora jefe de la Policía. Este jueves 19 de octubre a las 20:00 horas disertará sobre su debut literario en el Aula de Cultura patrocinada por Caixabank con el apoyo de la Junta de Castilla y León, en una sesión que se celebrará en Palacio Real de Valladolid.
–Se estrena en la novela y da en la diana: 80.000 libros vendidos.
–Jamás imaginé esto, para nada. Cuando se me ocurrió el final de la obra, que fue el principio de todo, pensé: ‘Es el que a mí me gustaría leer en una novela negra’. Pero nunca había escrito ficción, ni me había imaginado escribir una novela. Además, tener un buen final no garantiza lograr un buen relato, así que fui escribiendo con la mayor de las humildades para mí misma, sin poder imaginar las ventas conseguidas en España y en otros países, además de las críticas maravillosas que llegan de los lectores. Es un regalazo.
–¿Por qué una novela sobre la desaparición de un niño?
–Se me ocurrió el desenlace de una historia y me puse a escribirla. Nunca me había enfrentado a la ficción y para hacerla creíble necesitaba sentirla, poner voz a personajes y tramas de manera verídica, palpar su angustia. Puse a los tres niños de la novela la edad de cuatro años, la que tenía mi hija mayor cuando la escribí. Fue una manera dura pero también honesta de enfrentarme a la emocionalidad de los personajes, vivirlo y reflejarlo en la trama.
–Y empezó la historia por el final.
–Me vino a la cabeza a raíz de un suceso que contamos en el informativo. Volvía a casa por la noche y pensé: ‘Si esto que hemos contado lo hubiera provocado alguien por este motivo en concreto...’. Yme dije que sería un buen modo de terminar un relato, llegué a mi casa y escribí la justificación del malo. A partir de ahí fue cuando vi que eso no era un relato, sino que podía ser algo más grande. Tres meses me llevó escribirla, porque trabajaba los fines de semana y luego tenía cuatro días libres. Viajaba a dar clases, a Barcelona, Sevilla y Valencia, y el tiempo que estaban mis niñas en el colegio lo dedicaba a escribir, a la hora de comer aquí en la tele....
–Tuvo que hacer un alto de dos semanas por el sufrimiento que le producía la historia. ¿Qué le ha resultado más sorprendente?
–Muchas cosas que vas descubriendo, sobre todo para mí, que soy periodista y estoy acostumbrada a narrar la realidad cotidiana. Al principio fue chocante darme cuenta de que, al revés que en el periodismo, en la literatura podía inventar situaciones. Jugaba a que a un personaje le convenía que le sucediese esto o lo otro, retrocedía diez páginas y lo modificaba, podía hacer lo que quisiera con ellos; en cambio, en las noticias trabajamos con la realidad y no podemos cambiarlas. Darme cuenta de eso supuso un pequeño ‘shock’.
–¿Ha conocido muchos monstruos?
–Todos los hemos conocido. Estoy aprendiendo a ver mis monstruos interiores, todos llevamos uno dentro y no es necesariamente malo.
–¿A qué le tiene miedo?
–A muchas cosas, pero desde que soy madre, a que les pase algo a mis hijas. Mientras vas creciendo vas teniendo más temor a la muerte, no a la tuya propia, pero sí a que se empiece a morir gente querida de tu alrededor.
–¿Son las redes sociales un refugio de monstruos?
–Uf, están llenas, son un caladero de monstruos anónimos. Hay tantos troles que mucha gente se sorprendería al saber cómo se comporta insultando o menospreciando en las redes sociales la persona que tiene al lado en la oficina o le está atendiendo en un comercio. Dudo de que esa gente se atreviera a decirte cara a cara en un bar lo que escribe desde el anonimato; al final son unos cobardes. Tristemente, las redes sociales están llenas de gente así.
–¿Qué noticia le gustaría contar en el informativo?
–Lamentablemente, ofrecemos pocas informaciones positivas. Me gustaría dar cualquier noticia que tenga que ver con avances médicos y, sobre todo, contar el final de hambrunas y guerras; sería maravilloso poder comunicarlo.
–Lleva veinte años en la pantalla presentando informativos. ¿Ha cambiado su modo de considerar y tratar a los telespectadores?
–No ha cambiado, me dirijo a ellos como siempre lo he hecho, con honestidad. Tengo una cara muy transparente, no sirvo para jugar al póquer, y eso se nota cuando cuento las noticias, sufro con las malas y me alegro con las buenas.
–Estuvo a punto de dedicarse a la ciencia pero se decantó por ponerse ante una cámara.
–Tenía que haber sido astrofísica, me trago toda las series y programas divulgativos científicos. Hay gente maravillosa en las redes sociales que está haciendo cosas fantásticas por la comunicación científica, por salir del laboratorio y hacer que todos los entendamos. Me encanta leer ensayo. He disfrutado muchísimo con ‘Una breve historia de casi todo’, de Bill Bryson, que recomiendo.
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