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Cuenta Antonio Soler que hace tiempo rescató unas páginas que a modo de diario narraban la obsesión de un joven estudiante de medicina por su novia. Tiempo después, esos textos fueron el germen de la que hoy ha terminado siendo su última novela, 'Yo que ... fui un perro'. El autor de 'Sur' presenta esta última novela en el marco del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, en el Círculo de Recreo de Valladolid, con el patrocinio de la Fundación Vocento.
«Es una novela de un protagonista que trata de esconder muchas cosas, pero que inadvertidamente termina revelando mucho sobre sí mismo y su entorno», expuso Soler en el arranque del acto. Quintaesencia de la literatura poco fiable, al descansar el grueso de su discurso argumental en un personaje reprobable y de moral monstruosa, el inquietante narrador vertebra su diario plasmando sus necesidades de control sobre una mujer, su novia. «Sociológicamente tiene un aspecto interesante; el hecho de narrar cosas que parecen normales hasta que pasan por el filtro de la razón», señaló el autor, plasmando una serie de paralelismos entre su novela y el eco mediático del beso no consentido de Luis Rubiales hacia la jugadora Jenny Hermoso. Soler recordó cómo muchas personas, desde los medios de comunicación, señalaron como «anécdota simpática» algo que, con el tiempo, supuso un gran escándalo para todo el país.
«Es una novela progresiva», aportó Carlos Aganzo, presentador del encuentro. «Mientras más se revela del protagonista, más se desdibuja, cosifica y sexualiza su objeto de deseo: la otra gran protagonista de la historia, su novia». Soler señala que ese grado de obsesión y perturbación era lo que más le interesaba explorar de esta novela: «Creo que es terreno habitual de los escritores explorar ese terreno de penumbra en las personas», agregó, en referencia explícita a David Lynch y a Dostoievski: «Las oscuridades son zonas que, al explorarlas, arrojan luz sobre nosotros como personas».
La desconfianza y la falta de certezas, que hacen gran mella al protagonista, son a su vez signo de nuestro tiempo: «La sobreabundancia de información nos hace dudar de quién nos está suministrando la verdadera información». El miedo, la antipatía y otras bajas pasiones conforman siempre a este terrible personaje principal, con el que no pocos lectores, anticipa Soler, se identificarán en contra de su voluntad: «En algunos planteamientos es infantil e ingenuo, y hay momentos en que se le irá de las manos su férreo control y aparecerá otro yo al que le tiene auténtico miedo». También, señala, resonará un eco incómodo en las lectoras: «Muchas de las mujeres que han leído el libro me han trasladado que ellas mismas también han vivido estas situaciones», señala.
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