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El escritor Anotnio Soler. M. Fernández
Antonio Soler: «He escrito sobre personajes con los que seguro no me iría de copas»

Antonio Soler: «He escrito sobre personajes con los que seguro no me iría de copas»

El autor de 'Yo que fui un perro' protagoniza una nueva edición del Aula de Cultura de El Norte este jueves en el Círculo de Recreo

C. A.

Martes, 7 de noviembre 2023, 18:19

El diario de un estudiante de Medicina, en el que se adivinaba una necesidad obsesiva de control y manipulación de su novia, y que encontró casualmente, es el origen de su última novela: 'Yo que fui un perro'. La anatomía de un maltratador, una obra arriesgada, saludada por su calidad por la crítica, que constituye la última entrega de Antonio Soler (Málaga, 1956), una de las voces con más personalidad de la narrativa actual. Y el punto de encuentro de la próxima edición del Aula de Cultura de El Norte de Castilla, que se celebrará este jueves, 9 de noviembre, a las 19,30 horas en el Círculo de Recreo de Valladolid, con el patrocinio de la Fundación Vocento.

Para meterse en la piel de su personaje, en esta ocasión el autor de 'El camino de los ingleses', 'Sur' o 'Sacramento' ha elegido la forma del diario. Un diario a través del cual el lector penetra en la mente trastornada de un personaje turbio, con sus obsesiones, sus celos, sus fobias y su manera psicótica de interpretar el mundo.

-Utilizar el diario como fórmula narrativa, ¿ha sido una dificultad añadida en comparación con otras novelas anteriores? ¿O al contrario?

-Aunque el autor de las páginas del diario que encontré se empeñara en describir el mundo que le rodeaba -la novia fundamentalmente, pero también algún compañero de la facultad-, de quien más decía en realidad era de él mismo. Describía su mirada torcida, inquietante en muchos momentos. Cuando me planteé escribir la novela a partir de esas páginas decidí mantener el formato del diario, porque me parecía que era la fórmula idónea para mostrar la mente del protagonista. El tono lo encontré a partir de aquel germen, y una vez encontrado, lo demás fue relativamente fácil. De modo que, en contra de lo que pudiera parecer, no ha sido una de las novelas más complejas a la hora de escribirla.

-Junto a Carlos, el autor del diario, tenemos otro protagonista casi exclusivo de la historia: su novia. Pero vista con sus ojos. Sexualizada y cosificada hasta el extremo. ¿Hay más gente de la que pensamos dentro de pieles como la del maltratador de su novela?

-Sí, por desgracia hay muchos más hombres de lo que podemos creer que tienen algún tipo de familiaridad con el protagonista. De hecho, recurrí a la memoria. Al recuerdo de conversaciones, frases y actitudes de las que he sido testigo a lo largo de mi vida. Hombres socialmente sin sospecha de ser maltratadores, pero que en determinados momentos han podido tener pensamientos y reacciones no muy lejanas de los que tiene el personaje de mi novela.

-Antes aún que los celos, parece ser que la desconfianza es la regla que rige de manera absoluta el mundo del protagonista. ¿Puede ser la desconfianza un signo de nuestra sociedad?

-El protagonista de mi novela está sujeto fundamentalmente a la inseguridad. La inseguridad en sí mismo. Eso le genera desconfianza en los demás, algo que, al llevarlo a su ámbito más íntimo, desemboca en los celos. La sopsecha de que se le está mintiendo, de que hay algo oculto que él no ve, y por supuesto no controla, cuando por naturaleza, y debido precisamente a su falta de seguridad en sí mismo, necesita el control, las certezas. En estos momentos todos vivimos un tanto de ese modo. En una época que parece dominada por la información, las fuentes son en muchas ocasiones tan dudosas y contradictorias que las certezas se evaporan. Las sospechas cunden. No es que estemos en la famosa realidad líquida, sino en una realidad gaseosa.

-Otra de las características del personaje es la mezcla explosiva de su baja autoestima con su alta egolatría… ¿se puede uno amar y odiar al mismo tiempo?

-Sí, es posible. No es un caso extraordinario el de este personaje que se mueve de forma pendular entre sentimientos narcisistas y de mártir. El verdugo que se considera víctima. Yendo a casos extremos, muchos de los autores de violencia o de crímenes machistas se consideran previamente acorralados, desposeídos de sus derechos y justifican su acción como una reacción ante la injusticia que están sufriendo. El protagonista de 'Yo que fui un perro' no es un tipo zafio. Reflexiona, analiza. Otra cuestión es cómo lo hace y sobre qué argumentos levanta sus teorías. Cabe el tormento en naturalezas de este tipo. La historia de la literatura tiene ejemplos magníficos, solo hay que pensar en Raskolnikov, el protagonista de 'Crimen y castigo'.

-Al contrario que en otras novelas suyas, en ésta sí que resulta verdaderamente difícil identificarse con el protagonista, ¿ha sido éste un riesgo calculado?

-Sí, estaba asumido. Pero como antes decía, y por lo que me van contando algunos lectores, creo que todos hemos conocido a personas como el protagonista de la novela. Tipos que no han aparecido en los periódicos como agresores o que no han ejercido la violencia pero que sí han ido dejando una estela un tanto turbia a su alrededor. En cualquier caso, ahora y antes he escrito sobre algunos personajes con los que seguro no me iría de copas. Ni siquiera a tomar un café.

-La tremenda fuerza del lenguaje «no literario», sobre todo en los momentos más subidos de tono, es otra de las características de esta novela. ¿Hasta qué punto el lenguaje es también protagonista de 'Yo que fui un perro'?

-A la hora de encontrar el lenguaje me encontré con un desafío. Quien escribe el diario es un estudiante de Medicina, no un escritor. Aunque el protagonista es lector, y en el diario habla de algunos de los libros que lee, no podía tener los recursos con los que yo, escritor con varias décadas de ejercicio, cuento. Tampoco, por el bien del lector, podía mantener el lenguaje simple que tenían las páginas del diario que encontré. De modo que me propuse un punto intermedio. Que el lenguaje no tuviera la inmediatez del original ni demasiada sofisticación pero que diera cuenta de todos los flujos de conciencia y estados de ánimo del protagonista, que fuese capaz de describir el mundo que le rodea y la interpretación que él hace de ese mundo. En ese sentido, sí, el lenguaje es protagonista de la novela. Pero, y perdone que acabe con otra pregunta, ¿no es así en todas las novelas?

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