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Amancio Prada. El Norte
Aula de Cultura

Amancio Prada: «Si los sueños se sueñan bien se hacen realidad; si no, se convierten en pesadillas»

El cantante leonés lamenta que los pueblos hayan dejado de ser lugares bellos: «así no puede haber turismo rural»

Vidal Arranz

Valladolid

Viernes, 10 de septiembre 2021, 19:56

El cantante leonés Amancio Prada se dio cita con la nostalgia y con el deseo de un futuro mejor en el Museo de la Siderurgia de Sabero, en un acto del Aula de Cultura de El Norte de Castilla incluido en la programación del Hay Festival. «Si los sueños se sueñan bien, se convierte en realidad; si no, en pesadillas», advirtió el miércoles en conversación con el periodista Carlos Aganzo. «Todo lo que existe lo soñó alguien antes».

El encuentro, que contó con la colaboración de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, la Fundación Vocento y la Obra Social de La Caixa, giró en torno al mundo rural y sus circunstancias, una realidad que Prada demostró conocer muy bien por propia experiencia. «Yo nací en un pueblo muy pequeño del Bierzo y en familia de labradores. En aquel mundo rural, que era muy distinto al de hoy, todos teníamos algo que hacer y que aportar a una vida que tenía muchos afanes cada día».

«Era una agricultura de autoconsumo, con una cultura inconsciente de serlo -algunos eran incluso analfabetos- pero en la que la gente sabía tantas cosas que no se aprenden en los libros o en la Universidad… De eso te vas dando cuenta a medida que te alejas y recapacitas», admitió el músico y poeta leonés.

Prada recordó que vino a Valladolid a cursar estudios de gestión de empresas agrarias, pero la canción se cruzó en su camino y reorientó su vocación. Una canción que, en su recuerdo, está muy estrechamente ligada a aquella vida rural de su infancia.

«Recuerdo a mi padre cantando y tarareando melodías difusas mientras labraba el campo con un arado romano. Aquel ir y venir ha definido el pentagrama de mi música». Y aún más recuerda a su madre mientras hacía sus labores «que era hacer de todo». «Cantaba mucho mejor que yo», asegura el autor de la más célebre versión musical del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz. «Para mí el campo estaba lleno de canciones. Que en mi familia siguen vivas porque no concebimos una reunión familiar o una fiesta sin terminar cantando», asegura Amancio Prada.

Pero es que, además, la naturaleza que le rodeaba, y que aún le acompaña ahora en su residencia habitual de Urueña, estaba llena de sonidos. «Hay muchos sonidos en la naturaleza; lo que no hay es ruido. Una tormenta no es ruido, es un tambor espectacular que resuena entre las nubes». Por no hablar del canto de los pájaros. «Uno llevaba siempre en la cabeza pájaros. Su canto y el canto de tu madre se posaban en ti».

En el colegio de Dehesas no pudo desarrollar esa afición hacia la música, que empezó a poder cultivarse en la escuela de los salesianos de Cambados, donde estuvo entre los 10 y los 14 años. «Recuerdo las versiones que hacíamos de las zarzuelas, en las que todos los personajes eran masculinos», bromeó. «Luego cuando vi como eran en realidad me gustaban más las nuestras».

Ese mundo rural de su infancia, salpicado de canciones de Antonio Molina y de Joselito, entre otros muchos, y en el que «todas las parcelas de El Bierzo, fuera lo que fuera lo que cultivaran, estaban primorosamente labradas» ya no es el mundo rural de hoy. Y entre otras diferencias se nota la irrupción de la fealdad. «Hay mucho feísmo», se lamenta el cantante y compositor leonés. «¿Cómo vamos a poder desarrollar el turismo rural si los pueblos han dejado de ser bellos?

Prada, que vive a caballo entre Madrid y Urueña, reconoce que es distinto vivir en el campo que vivir del campo. «Pero si queremos que haya otros trabajos que permitan a la gente volver e instalarse allí es necesario que se completen las conexiones de internet para que sea posible conectarse desde cualquier lugar».

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