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Desde la izquierda, Jesús Nieto, Antonio Soler y Fernando Conde.
Literatura sobre hombros anónimos

Literatura sobre hombros anónimos

Antonio Soler habló del oficio de contar historias en el Aula de Cultura celebrada en el Patio Herreriano

Victoria M. Niño

Martes, 22 de noviembre 2016, 12:24

Sobre el espacio en el que transcurren sus novelas, sus registros, sus tiempos y sus personajes habló ayer Antonio Soler en el Aula de Cultura de El Norte. La sesión, patrocinada por CaixaBank con la colaboración de la Junta, se celebró en el Patio Herreriano. El escritor malagueño fue interpelado por Jesús Nieto y Fernando Conde, columnistas de este diario.

A veces la fascinación por una ciudad viene por algo tan peregrino como una postal. El hermano mayor de Antonio Soler se fue a Barcelona a cantar y bailar en el cabaret. Las fotografías del artista con chicas en bikini, llenas de plumas y lentejuelas, que recibía el futuro escritor despertaron su deseo de conquistar aquel puerto. Andando el tiempo, lo intentó con la literatura. La ciudad condal y su Málaga natal son los escenarios de más de la mitad de sus doce novelas.

«Cuando comencé a escribir, primero relatos y luego novela, me parecía que todo lo que quería tener alguna entidad ocurría en Barcelona o Madrid, hablando de España. Lo que estaba fuera de ahí, era de segunda división. Intenté que no fuera así y quise utilizar Málaga como un espacio para la literatura porque cada persona lleva encima varias novelas. La novela no tiene que ver con lo extraordinario, la gente común lleva encima varias novelas porque todos tenemos dolores, emociones, enamoramientos con la misma intensidad que los héroes novelescos, en el peor sentido de la palabra. La gran literatura del inicio del siglo XX es eso. Lo que le pasa al Ulises de Joyce, que transcurre en Dublín pero no tiene más importancia. El sentido lo da la expresión de lo que se cuenta. Por eso reivindico la vida de la gente sencilla, todos tenemos derecho a la literatura», decía con su discreto acento sureño.

Seguí y la Barcelona actual

Y quien luce idéntico nombre al compositor catalán del XVIII, recordó que a Barcelona le une el vínculo de su hermano y después «fue donde primero publiqué y mantengo un grupo de amigos». A esa ciudad ha vuelto en su última novela Apóstoles y asesinos que, con el subtítulo de Vida, fulgor y muerte del Noi del Sucre, cuenta la historia de Salvador Seguí, un agitador anarquista que cambió de ideales tornándose hacia el sindicalismo. «Lo que ocurre ahora en Barcelona recuerda un poco a lo que vivió este personaje en los años veinte. Él descubre que en vez de acabar violentamente con la burguesía lo que quiere es dotar de dignidad, a través de la educación, a las clases obreras. Eso le acarrea el título de traidor, por parte de la CNT, aunque acabe matándole la patronal. Él discute con su amigo abogado y con Lluís Companys, ambos en la gestación de los antecedentes de Esquerra Republicana, y les reprocha que peleen por la independencia. Les dice que se siente más cerca de un obrero polaco que de un burgués catalán, les advierte de que están haciendo el juego a la Lliga que acabará abandonando sus ideales en cuanto logre sus objetivos de poder en Madrid», explicó el autor de El camino de los ingleses. «Hay dos diferencias entre la Cataluña de hoy y la de entonces; la violencia, antaño Barcelona era peor que el Chicago de los gánsters, y la Unión Europea».

Quien ha elegido la ficción, como es el Soler novelista, no se siente obligado a atarse a la realidad, «yo la manipulo» y eso va desde una avenida con nombre real a sus personajes. «Les doy mi voz, pero no quiere decir que esté de acuerdo con todas sus acciones, a veces reprobables o inmorales. Aún así, no les juzgo, la interpretación debe ser la de cada lector».

Novelas como mudanzas

Porque la literatura, «que cuando es exigente siempre es minoritaria», debiera servir «para cuestionarse cosas, para ahondar en la realidad, para intentar comprender al ser humano». Con más de tres décadas de oficio, Soler considera que cada novela es una «mudanza, un mundo, una atmósfera, un tono, un registro». Cuando termina una se queda en «un descampado así que desde hace tiempo cuando escribo una, estoy pensando en la siguiente para no quedarme desamparado al acabar». Coincidiendo con la aparición de Apóstoles y asesinos, Galaxia Gutenberg ha reeditado Las bailarinas muertas, cuando se cumplen veinte años de su publicación. «También el mundo editorial vivió una burbuja en los noventa. Me comentaba entonces un amigo, los dos publicábamos en Planeta, que la editorial debía dedicarse al contrabando de armas si nos pagaban lo que nos pagaban, vendiendo lo que vendíamos. Después esas grandes editoriales han apostado por títulos más fáciles y a la vez han surgido una gran cantidad de sellos más pequeños que siguen publicando literatura de gran calidad». Soler confesó que no se arrepiente de haberse dedicado a la literatura en la ciudad que le otorgó sus primeros dos premios y de la que recibió la primera felicitación de un colega, Miguel Delibes. «Años más tarde me dijo que leía a tres jovencitos: a Juanito Marsé, a Muñoz Molina y a mí».

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