Secciones
Servicios
Destacamos
Victoria M. Niño
Martes, 27 de septiembre 2016, 13:40
Comenzó sintiéndose como el Duque de Lerma, en la sala de coronación del Palacio Real, y terminó aludiendo a su condición de jubilado para evitar responsabilidades. Juan Pablo Fusi, catedrático emérito de la Complutense, historiador prendado de la contemporaneidad, apenas se permitió esas dos licencias en su conferencia Azaña y Ortega, dos visiones de España, ofrecida en la sesión de ayer del Aula de Cultura de El Norte, con el patrocinio de Caixabank y la colaboración de la Junta y el Ayuntamiento.
Quien gusta de las citas cinematográficas, pictóricas o literarias para explicar la historia, eligió la prosa política de Azaña y Ortega sobre un tema que, casi un siglo después, sigue estando en el debate público aunque con otros matices. «El problema de España», su consideración como nación, el desarrollo de un estado moderno, movió a la reflexión tanto a Azaña, en su condición de político, en su defensa de la república como democracia, como a Ortega, quien pronto apuntó unos deseos de modernidad cercanos a los del republicano aunque la forma para construirlos fuera otra, partiendo del localismo. Hijos ambos del «regeneracionismo y del pesimismo histórico del 98» pertenecen a la generación del 14. «La conciencia de España como país topa con tres problemas: la falta de democracia, el atraso económico y la ausencia de una organización territorial del Estado», decía Fusi.
Estado de escaso tamaño, «apenas hay un 3% de funcionarios en la República, llegan al 36% en la dictadura y ese aparato cuenta hoy con tres millones de funcionarios», explicó ejemplificando la progresión. La organización provincial delineada con la reforma de Javier de Burgos en 1833 es la división nacional hasta casi el comienzo del siglo XX cuando «los primeros cuatro diputados de Cataluña llegan a Madrid». Las regiones se perfilan de distintos modos. «Ortega llega a hablar de diez comarcas que debían ser autónomas, con capacidad de autogobierno, construyendo siempre con la voluntad del pueblo». Azaña será quien otorgue su primer estatuto a Cataluña, «aunque luego le decepcionaría. Porque Azaña no alienta la división ni creyó en una república federal. Azaña marca los límites, no hay soberanía regional sino derivada del marco constitucional, la expresión autonómica no es general, sino solo aquellas que tengan una conciencia histórica y los principios de democracia debían evitar cualquier bastión».
Fusi recorrió el desarrollo del aparato burocrático, de los elementos cohesionadores de una población más determinada más por lo local que por lo nacional, de las fuerzas de seguridad, de una educación básica generalizada, hasta enlazar con la situación actual. «España es un estado federalizado. El País Vasco y Cataluña no son naciones pero son mucho más que regiones», contestaba así una interpelación. «Actualmente vivimos en lo que los politólogos franceses llaman la persistencia de las naciones, a pesar de la idea de la UE, y por otra, más peligrosa, la revancha de los populismos. Contra esto les toca reaccionar a ustedes», se justificaba el profesor jubilado que quiere seguir dedicándose a sus libros.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.