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Antonio Giménez Rico.
Antonio Giménez: «Delibes te conmueve en dos líneas, y eso me apasiona»
Antonio Giménez Rico. Director de cine

Antonio Giménez: «Delibes te conmueve en dos líneas, y eso me apasiona»

El cineasta hablará hoy en el Aula de Cultura, que se celebra en el salón de actos de Cajamar de Plaza de Zorrilla, de ‘El disputado voto del señor Cayo’, el filme basado en la novela de Delibes que ahora cumple treinta años

Javier Aguiar

Domingo, 3 de abril 2016, 17:28

Cerca de una veintena de títulos avalan a este veterano del cine español, experto en adaptar novelas y que se define como «narrador de historias». Antonio Giménez Rico (Burgos, 1938) ha llevado a la pantalla grande tres novelas de Miguel Delibes, una de ellas, El disputado voto del señor Cayo, cumple ahora treinta años y de su gestación hablará hoy en el Aula de Cultura de El Norte, 20:00 en el salón de actos de Cajamar de la Plaza de Zorrilla, que cuenta con el patrocinio de Caixabank y la colaboración de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid.

¿Cómo se gestó la adaptación de la película?

A mí es una película que, aun no siendo muy consciente de que la hicimos hace treinta años, me produjo y me sigue produciendo muchas satisfacciones. Curiosamente fue un proyecto que ofrecí a una productora que me llamó para encargarme un trabajo. Y lo hice con muy poca fe porque pensé que cuando leyeran la novela no iban a entender por qué me interesaba tanto. Era una productora que estaba liderada por un actor recien vuelto de un autoexilio en México, Juan Luis Galiardo, que me dijo que le parecía muy bien, y entonces nos pusimos a prepararla.

¿Cómo se desarrolló el rodaje?

No tuvimos problemas ni en la producción ni en el rodaje y yo reconozco que salió mucho mejor de lo que esperábamos, porque tuvo mucho reconocimiento, pero encima tuvo éxito comercial, cosa que no creía nadie. Aparte, también reconozco, como me pasa con otras películas mías, que como no está hecha siguiendo ninguna moda del momento, envejece muy bien, porque no se pasa de moda. Esta película se hizo un poco en contrta de la moda y las cosas que se hacían en ese momento y se mantiene muy bien con el paso del tiempo.

Paco Rabal acababa de hacer Los santos inocentes. ¿El señor Cayo era claro para él?

Sí, así lo vi yo. Curiosamente cuando lo comenté con Miguel Delibes él no veía a Paco en el personaje. Delibes se inspiraba en un señor Cayo que conoció y que, por lo visto, pues no tenía nada que ver con la figura de Paco Rabal. Y yo se lo decía, es que tú ves al otro. Pero con el tiempo Miguel terminó encantado con Paco y recuerdo que publicó un artículo llamado La mirada del señor Cayo hablando de la mirada de Paco, que para él era la del señor Cayo.

En realidad no eran personajes tan parecidos, ¿no?

Eso fue un asunto previo que resolvimos Paco y yo, porque él, al leer el guion, pensó que era otro retrasado como Azarías, y yo le tuve que explicar, cosa que entendió perfectamente, que el señor Cayo podía ser un analfabeto, un hombre que no había estudiado, que vivía en contacto con la naturaleza desde el nacimiento, pero que era un sabio, y eso le marcó el personaje para hacerlo.

Y lo bordó...

En mi opinión fue un trabajo excelente, como otros que ha hecho, incluido el Azarías. Pero es que para un actor de composición como él interpretar a un retrasado mental es mucho más sencillo. Como interpretar a un loco, a un borracho... se montan ciertos números y la interpretación sale sola. Pero interpretar a un personaje como el señor Cayo, que era todo sabiduría aparte de toda ignorancia de la cultura que representa el enfrentamiento entre dos tipos de cultura, la cultura ancestral, natural, y la aprendida, que es la que llevaban los políticos socialistas. Por eso creo que su trabajo, aparte de excelente, es más meritorio al ser más difícil.

Los actores comentaron el buen ambiente que se creó entre los miembros del equipo.

Fue estupendo. Los rodajes de las películas los marca el director. Si es un hombre nervioso, inseguro o lleno de dudas, eso lo marca al rodaje, que termina llenándose de tensiones. Si el director es un hombre tranquilo, sereno, con autoridad pero sin autoritarismo, crea un clima de cordialidad, que es lo que yo siempre he tratado de conseguir en mis películas, que en vez de en una tortura se convierta en un placer.

El filme añadió nuevos elementos al texto de Delibes.

No hay que olvidar que la película tiene una dimensión política que no tenía la novela, que escribió a los dos años de las primeras elecciones legislativas y cuenta una historia, una anécdota de ese momento. Pero al no tener perspectiva no le puede dar una dimensión política al estar tan cercana en el tiempo. Como nosotros la hicimos diez años después, introdujimos una cosa nueva, que era una perspectiva al contar qué pasó con esos personajes diez años después. Y eso es lo que le dio a la película una reflexión política que creo que la novela no tenía. Y eso no es que lo aceptara Miguel, es que fue el primero que lo comentó.

¿Imagina una película semejante sobre las recientes elecciones?

Yo si me pusiera a hacer ahora una película con las elecciones últimas sería muy distinta, porque aunque esta no haya envejecido, es como si hablas de Espartaco, es una historia de un momento determinado en la Transición. Pero ahora las elecciones tienen otra dimensión, otra lectura, es un país que ya tiene una democracia consolidada y yo pienso que nunca se podría hacer una cosa ni parecida.

¿Algunos jóvenes de Podemos podrían encajar de ingenuos e idealistas como los socialistas de la Transición?

Hombre, planteado así, si se diera la circunstancia que hubiera en algún pueblo de Castilla, que no digo que no lo haya, un personaje como el señor Cayo, tan en contacto exclusivo con la naturaleza que ni se enteró de que se había muerto Franco, también podría ocurrir. En la película eran recién salidos de la clandestinidad, en el de Podemos sería recién aparecidos y podría también haber una pequeña dialéctica entre esos dos mundos. Pero creo que la ingenuidad o el candor de aquellos jóvenes socialistas que iban a cambiar el mundo no la tienen los de Podemos. No me parecen tan candorosos.

Ha adaptado a la gran pantalla tres novelas de Delibes, ¿qué le atrae tanto de sus obras?

Hombre, de mi época universitaria, yo estudié en Valladolid cuando él era director de El Norte de Castilla. Para nosotros Delibes era un referente. Empecé a leer sus novelas y a comprender la capacidad que tiene para emocionar con el mínimo de palabras posibles y casi sin adjetivos. Que un escritor te conmueva en dos líneas es algo que a mí me apasiona. Con toda sinceridad, no encuentro ningún otro escritor que con tal economía de medios tenga esa capacidad para emocionar, pero desde la contención. Eso es lo fundamental que encuentro en todas sus novelas.

¿Qué otros aspectos de su narrativa la hacen tan propicia para ser trasladada al cine?

También que no hace como otros escritores que en un momento dado empiezan a elucubrar sobre lo que piensan sus personajes y sus personajes de ellos. Delibes, no. Es un escritor que describe unas situaciones, unos personajes y unos paisajes. Y tú, como lector, es que los estás viendo, y eso para un cineasta es muy atractivo. Además, esa sequedad de Delibes como narrador yo la comparto mucho. Esa austeridad, que va al grano y no se enrrolla nada, me gusta mucho, unido claro a su capacidad para conmover. Aunque es muy difícil, porque hay que conseguir ese mismo tipo de emoción pero con unas imágenes y no es tan fácil.

¿Se atrevería a analizar las claves de la narrativa de Miguel Delibes?

Yo no me considero un especialista, aunque sí soy un lector muy afín y muy fervoroso, pero diría que sus novelas tienen tres cuestiones que están presentes en todas: la naturaleza, la infancia y la muerte. Y con esos tres elementos él construye sus historias. Él decía que para hacer una buena novela solo necesitaba un ser humano, un paisaje y una pasíón.

Algo parecido podría decirse de todo el cine y toda la literatura, ¿no cree?

Yo ahora voy mucho al cine y en el ochenta por ciento de las películas que veo ni hay naturaleza, ni hay seres humanos, ni hay pasión. No hay más que fuegos de artificio.

¿Cómo vive esa tensión entre el mundo del cine y de la cultura con el poder?

Yo, que llevo muchos años en esto, nunca he encontrado un momento favorable. Siemprehemos estado en permanente dialéctica con los gobiernos, pero con todos, porque nunca nos parecía suficiente el apoyo que se hacía al cine y a la cultura. En las circunstancias actuales, con unos gobernantes que consideran que el cine no es cultura, sino entretenimiento, y que se puede prescindir de él, pues claro, con ese tipo de criterios les importa un bledo. Sería una tragedia para cualquier país que desapareciera su cine.

¿Cómo expresaría la verdadera importancia que tiene?

Cuando veo películas de los años cincuenta de consumo, incluso de poco interés, compruebo que ahora han adquirido una dimensión sociológica tremenda. Y si hay políticos que creen que el cine no interesa nada y que son una pandilla de titiriteros que solo buscan vivir de las subvenciones, pues es no entender nada de lo que significa el cine para un país.

Escéptico y perplejo

Ya que hablamos de política ¿cómo ve la situación que se está viviendo en España?

Con mi experiencia lo veo todo con un enorme escepticismo y una mayor perplejidad. La verdad es que no me atrevería a hacer ningún diagnóstico porque lo que está ocurriendo es imposible de predecir.

Es usted un especialista en adaptar novelas al cine.

Yo lo que me considero es un narrador de historias, y hay veces que esa historia se me ocurre y otras la leo en una novela que me interesa y la veo posible. Así que parto de una historia ajena e intento convertirla en algo propio a través de mi puesta en escena. Durante muchos años leí literatura en función de poder llevarla al cine.

¿Qué novela le hubiera gustado adaptar y aún no ha podido?

Hay una novela de Delibes que siempre me he quedado con ganas de hacerla y que tampoco se pasa en el tiempo, es Señora de rojo sobre fondo gris. Y luego, la de un paisano mío que he intentado hacer y no me han dejado [el presidente de RTVE la rechazó por tratar de la Guerra Civil], pero no renuncio a ello, que es Inquietud en el paraíso, de Óscar Esquivias.

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