Borrar
«El sonido continuo de la zanfona es cautivador como un mantra»

«El sonido continuo de la zanfona es cautivador como un mantra»

Germán Díaz y Antonio Colinas mezclan esta tarde melodías y versos en un recital en el Teatro Zorrilla

JESÚS BOMBÍN

Jueves, 21 de mayo 2015, 09:39

Germán Díaz (Valladolid, 1978) licenciado en Filología Clásica, estudió guitarra pero los sonidos arcaicos de la zanfona que escuchó en los discos de su tío, el etnógrafo Joaquín Díaz, dieron un vuelco a sus gustos hasta convertirse en un reputado experto en el manejo de este instrumento. Esta tarde acude al Aula de Cultura de El Norte junto al poeta Antonio Colinas, con el que protagonizará una velada de música y poesía.

«Colinas leerá alguno de sus poemas y yo tocaré alguna de mis músicas, intentando encontrar un diálogo y una conexión oportuna», propone Germán Díaz, que empleará la zanfona y la caja de música programable, un instrumento mecánico con el que teje melodías, y también echará mano de la rolmónica cromática, otro instrumento que utilizó en Método cardiofónico, su penúltimo disco. «Muchos instrumentos los invento yo y otros antiguos los reparo y afino», expone.

De su experiencia en talleres didácticos de instrumentos concluye que «el sonido de la zanfona es cautivador, porque su fisonomía es particular y ofrece una melodía continua como un mantra que atrae». Con el dinero que ganó en un concurso de canciones pudo comprarse una zanfona de segunda mano, artefacto en el que se especializó en extraerle atractivas sonoridades. «Interpretar el repertorio histórico barroco y tradicional y algunas piezas contemporáneas resulta muy interesante, y tímbricamente muy enriquecedor».

Le sigue sorprendiendo el efecto de la zanfona en conciertos de jazz, «donde aporta una tímbrica novedosa con sonido arcaico con el que se puede improvisar; además, la fisonomía del instrumento y sus propias carencias le dan unas posibilidades que hacen que la música sea algo diferente, es una tímbrica que aporta ese punto de novedad arcaica, aunque parezca un oxímoron».

Con sus instrumentos sigue recorriendo salas, teatros y festivales de medio mundo y ha colaborado con músicos y grupos como Viellistic Orchestra, Valentin Clastrier o Pascal Lefeuvre, experiencias que le llevan a constatar que «la música antigua tiene un largo camino» por la aceptación de la que goza y por el trabajo de recuperación y el impulso que desde hace muchos años le imprimen artistas como Jordi Savall, entre otros. «Desde los años ochenta en que Valentín Clastrier empezó a cambiar el rumbo del instrumento y a introducirlo en músicas más contemporáneas, la zanfona no ha dejado de crecer en cantidad y calidad; en España hay muchos zanfonistas, cada vez más preparados, lo mismo que lutieres».

Vive Germán Díaz en una granja de un pueblo de Lugo, en medio del campo, donde, entre otros proyectos, ha organizado el segundo congreso internacional de observación de nubes. «Cuando hicimos el primero muchos pensaron que era una broma», recuerda divertido. «Acudió gente de primer nivel con un curriculum copioso e interesante y lo que se encontraron fue una diversidad de materias a partir de las nubes, un encuentro multidisciplinar donde se aprenden muchas cosas, como mirar las nubes a través de la música, la antropología, el arte... Esperamos convocar el tercer encuentro, aunque supone mucho trabajo».

En su corral ha criado capones y ahora pulardas que picotean granos de maíz en el suelo mientras en el aire suena música de Mahler o María Dolores Pradera. «En esta granja nos gusta mucho cuidar a los animales, tienen música, comida natural... están libres y con una vida placentera». Amante, fabricante y coleccionista de pipas, sus cavilaciones se centran ahora en inventar un nuevo instrumento, un híbrido, planea, «entre la zanfona y un artefacto mecánico que tenga que ver con nubes».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «El sonido continuo de la zanfona es cautivador como un mantra»