Gonzalo Suárez y José Luis Cuerda.

La España actual no inspira ni a Suárez ni a Cuerda, dos púgiles del humor

Los directores de cine mantuvieron una hilarante conversación en el Aula de Cultura de El Norte y la UVA

Victoria M. Niño

Jueves, 30 de octubre 2014, 13:10

on dos caballeros del cine español, dos militantes de la retranca y el humor de ramificaciones infinitas, dos escapistas de una realidad que ven con demasiada lucidez, porque a diferencia de «los grandes directores», no tienen parche en ojo alguno. Aunque ayer decidieron que iban a necesitar dos. Gonzalo Suárez y José Luis Cuerda hablaron de literatura, de cine, contaron alguna anécdota de sus películas, pero sobre todo hicieron reír. Todo enmarcado en la anarquía delirante de una conversación que desterró «las teorías», aunque estuvieran en el Aula de Cultura de El Norte que se celebró en el Aula Mergelina de la Universidad de Valladolid.

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Ambos se confesaron directores por la palabra. «No puedo confiar en un director que no sepa escribir», decía Cuerda contundente. «Si uno no sabe usar el lápiz y el papel ¿cómo va a hacerlo con un equipo técnico?». En el caso de Suárez, al cine llega «de repente, que es como he llegado a todo en la vida». Para Cuerda está claro que «una imagen no vale más que mil palabras, es más útil, más rápida, más repetitiva. Por otra parte nos enseñaron a leer palabras, pero no imágenes. Cuando la gente cuenta una película habla de la historia no de cómo está hecha. El poder de la imagen es muy antiguo, ya lo conocía la Iglesia».

Gonzalo Suárez probó el éxito del periodismo y luego el de la literatura, pero fue dando volantazos en todas estas curvas. «A mí lo que me interesaba era la acción-ficción. Mi género preferido es el bodevil, una puerta se abre, una se cierra, luego con un giro hacia el género negro. Pero me gusta esa sorpresa continua y, cuando no la hay, me aburro, me entra miedo, porque pienso».

Cualquier afirmación escuchada ayer hay que entreverarla con cierto tono guasón, propio de quien afirma dubitativamente a la vez que se ríe de su sombra. No en vano Suárez recordó «que el cine no es otra cosa que sombras, nosotros mismos no somos más que fantasmas». Y las ánimas que ayer estaban en el estrado del Aula Mergelina de la Facultad de Derecho provocaron la hilaridad del respetable.

El propio Suárez, amigo de Julio Cortázar, contó su trabajo como embalador de supositorios en París para explicar la ocurrencia durante el rodaje de un spot d Puleva. «El actor que debía protagonizarlo no se presentó y acabó haciéndolo Pepín, que luego trabajó mucho conmigo. El problema era que le faltaba algún diente y en cuanto sonreía se le veía. Se me ocurrió fabricarle uno de miga de pan, fracasé. Le hice después otro de un supositorio, lo corté y se lo puse de colmillo. Al rato lloraba amargamente. Entonces cogí la otra mitad, lo probé y entendí por qué los supositorios son para el culo».

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Cuerda se entretuvo en el «anecdotario del seminario» y en el del rodaje de la celebérrima Amanece que no es poco. «Cuatro días antes de comenzar a rodar, escuchó a los vejetes bajo el olmo del pueblo dicen que van a traer rusos y tó. Días después, otro hombre salió con su escopeta dispuesto a pegar un tiro a los del cine, porque me tienen hasta los huevos». El realizador albaceteño se detuvo en el jefe de electricidad, El Arandelas, el Fotofija (con cierta fijación por las mujeres) y el Peloburra.

Quien tan buena ficción logró hacer con un alcalde, hoy no le despierta la realidad política ninguna gana de contar. «Tengo ganas de producir cultura en España, de esa que viene desde Berceo. Amí el que me interesa es el pícaro, el que roba o mata por mantenencia, por supervivencia. Pero lo que hay hoy son sinvergüenzas. ¿Qué sentido tienen ser milmillonario? Si no lo vas a poder gastar, si hay eternidad que lo valga, ni la recua de inútiles que produzcas con esa vida regalada», y ya serio decía Cuerda «Estamos aguantando por encima de nuestras posibilidades y esto va a explotar en cualquier momento. Esta realidad quiero borrarla». Gonzalo Suárez recordó que «escribo para rehuir a la realidad. Contamos historias para amueblar la realidad, lo necesitamos. Esto me recuerda una cita de Camus, hombre comprometido con la realidad que sin embargo decía solo a los idiotas les basta la realidad. Yo en cierta manera busco agujeros por los que mirar de otra manera, por los que escapar».

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Fernando Conde le había propuesto, a tenor del conocimiento que el Suárez periodista tenía del boxeo, un combate entre púgiles. Acababan casi igualados cuando el gancho de Cuerda le hizo al ovetense explicar la financiación de sus primeras películas. Moratii y el Inter de Milán abrieron otro combate interesante, aunque ya echaba la noche. Queda la advertencia de Suárez sobre el fútbol: «ay! si yo hablara».

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