«Este fósil va a obligar a reescribir el libro de la evolución humana», sentenció este viernes Juan Luis Arsuaga, uno de los codirectores de los yacimientos de Atapuerca, en relación al último gran hallazgo de las excavaciones: parte de un maxilar humano de entre 1,3 y 1,4 millones de años de antigüedad, quizás el fósil humano más antiguo de Europa. «Sé que se dice muchas veces, pero en ocasiones es cierto, y esta es una de ellas. Dentro de unos años podremos decir: 'Yo estuve allí'».
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No siempre es fácil explicar la trascendencia de un resto humano tan aparentemente insignificante y tan repleto de información, pero no se puede discutir que el equipo de Atapuerca tiene una extraordinaria habilidad para hacerlo. El maxilar encontrado en el inicio de la campaña de este año fue hallado en el nivel TE7 de la cueva de la Sima del Elefante, envuelto en las arcillas propias de la zona, y tras ser limpiado y reconstruido –pues ha aparecido muy fragmentado– es ya una de las joyas de la corona de los yacimientos burgaleses.
Dado que ha sido encontrado dos metros por debajo de una mandíbula hallada en 2007 –a la que se atribuyó una antigüedad de entre 1,1 y 1,3 millones de años–, este fósil, necesariamente anterior, rondará los 1,3-1,4 millones de años. Pero el posible récord de antigüedad es lo menos importante del hallazgo. Lo que está en el trasfondo es que aparece un nuevo resto facial que puede ayudar a esclarecer el origen del rostro humano moderno, y que puede llevar a cuestionar, otra vez, los criterios que hasta ahora han venido usándose en paleoantropología y que vinculaban nuestra apariencia facial a una fase avanzada de la evolución humana.
El hallazgo de Homo Antecessor, con un rostro de 830.000 años muy parecido al nuestro, ya obligó a reconsiderar esa idea. Por lo que se ha podido analizar hasta ahora del nuevo fósil, el maxilar parece corresponder con una cara no tan moderna como la de Antecessor, pero muy diferente de la que se supone al Homo Erectus, especie a la que debería corresponder por antigüedad, según explicó Bermúdez de Castro. «De nuevo Atapuerca y la Península Ibérica serán el centro de atención de la comunidad científica», añadió.
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Con todo, el codirector de Atapuerca fue muy prudente, porque queda mucho trabajo por hacer. La primera datación del fósil es puramente provisional. Ahora debe ser sometida a los análisis propios de los especialistas, lo que puede prolongarse durante casi un año. Los investigadores tienen, además, la esperanza de que en lo que queda de campaña pueda aparecer algún resto más, quizás un nuevo diente, lo que podía ser esencial para encontrar proteína suficiente para un análisis filogenético.
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Pero, además, el hallazgo actual, encontrado hace unos pocos días, contribuirá también a reactivar el debate en torno a la categoría de Homo Erectus, según explicó Juan Luis Arsuaga. «El Homo Erectus es un cajón de sastre que incluye dentro de sí mucha diversidad». Por ello cree que «es el momento de meterle mano a esa especie que se extiende durante demasiado tiempo y por demasiada geografía». Arsuaga resaltó la extrema dificultad de encontrar fósiles faciales. «Los huesos y paredes son muy delicados y es difícil hallar restos. Lo normal es que aparezcan dientes, pero es que aquí tenemos hasta nariz. Esto es un milagro científico», resaltó.
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