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A veces un fósil en la mano nos conduce a conclusiones insospechadas. A veces algo «tan cerca» nos lleva «tan lejos», según Xavier Masero que expone desde ayer en el Museo de la Universidad de Valladolid (MUVA). El artista barcelonés se recuerda a los cuatro ... años en Teruel «limpiando fósiles en agua, igual que ahora con 58. La diferencia es que hoy sí sé darle una explicación, entonces, no».
Durante el mes de julio, solo en horario matinal, las obras de Masero dialogan con piezas de Museo Anatómico y del de Ciencias Naturales. «Cuando los conoció, flipó», apunta Fernando Díaz-Pinés, director del MUVA. Y quiso que sus cuadros, un homenaje a los dibujos de Ramón y Cajal, tuvieran de compañeros algunas piezas emblemáticas del museo que dirige Francisco Pastor. Aquel niño que miraba fósiles sigue indagando apasionadamente sobre «la estructura de las cosas, el andamio de pensamiento más racional y la finitud como compensación natural la vanitas, nos insta a una mirada más limpia sobre lo que somos y lo que nos rodea»
«Soy un vago»; confiesa Masero. Un día que no tenía materiales a mano comenzó a pintar con polvos de carbón. Luego con un aspirador fue «pintando». «Si quería más pintura, cogía más carbón». Además de crear con materiales sobrevenidos, le divierte encontrar formas azarosas que le remiten al dibujo del científico. Ciencia y arte traslucen que «la muerte es la cuna de la vanidad». Las 'vanitas' son el recuerdo de que «todo se desvanece si no se ha vivido de acuerdo con los preceptos cristianos».
Masero mezcla este concepto con el biomorfismo fotográfico y pictórico que arranca de los dibujos científicos del XIX. Formado con Josep Guinovart, Masero bebe también de Miró, Tapies, Ràfols-Casamada o Barceló. La superficie de sus telas adquiere volumen con frutos y maderas, bodegones colgados en los que la naturaleza muerta salta de la pintura a la tercera dimensión. Cose por encima de las imágenes, con esa técnica del carbón que se asemeja a las radiografías .
En las vitrinas, su 'Pulpo en la cabeza' habla con un cráneo de la colección que custodia Francisco Pastor en la Facultad de Medicina. Allí también está la cajaportaobjetos para el microscopio, varios cráneos animales, modelos anatómicos que explican cómo funciona una articulación o el corte de una cabeza humana.
Fascinado por Oriente, sobre todo por Japón, cuya caligrafía ha estudiado y con la que firma buena parte de sus obras, Masero advierte en uno de sus collages 'Qué rápido se enciende y se apaga una luciérnaga'.
A él le encargaron una instalación para el patio del Palacio e Santa Cruz que acompañara los IV Encuentros en dicho colegio mayor que se celebran este fin de semana. En una esquina está 'El gran himno', unas cuantas filas de sillas vacías ante un panel de varias decenas de altavoces de los que cada seis segundos sale un ruido. «Estamos sometidos a todo tipo de ruidos, esos asientos uniformes somos nosotros ante ese mensaje. Cualquier himno, por buenos que sea, te obliga a un sometimiento, a ser sumiso», recuerda el músico.
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