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Expuestos dentro de sus vitrinas, estos juguetes se convierten en verdaderas obras de arte. De hojalata, madera, con todo lujo de detalles e incluso con más de un siglo de antigüedad, más de cien trenes pertenecientes a la colección Quiroga-Monte se dan cita en ... el Museo de la Ciencia de Valladolid.
Allí, la muestra '¡Viajeros al tren! Ciencia y técnica sobre railes' repasa la historia del ferrocarril en España, que también toca parte de la de Valladolid (el primer tren llegó a la ciudad el domingo 8 de julio de 1860), y encuentra un espacio para hablar sobre el impacto ambiental del medio de transporte y la presencia de la mujer en este campo. «Son auténticas obras de arte.
Y no solo hay trenes, también todo tipo de accesorios», asegura Inés Rodríguez Hidalgo, la directora del museo. Junto a los vagones y sus locomotoras podemos encontrar muchos más objetos, como señalización o diminutos trabajadores ferroviarios. También estaciones, entre ellas la de juguete más grande fabricada en España, que destaca por ser una de las primeras en contar con iluminación eléctrica frente a las más antiguas, que lo hacían mediante velas. Estas piezas provienen en su mayoría de Cataluña, donde hubo una gran tradición para fabricar estos juguetes, especialmente entre los artesanos del Paseo de Gracia.
Entre los expuestos destacan los primeros trenes de arrastre, de Jorge y Enrique Raís (1884-1910), que son a su vez las piezas más antiguas de la exposición. Y está el tren de madera atribuido al artista Joaquín Torres-García (1918) o la mítica Mastodonte (1930).
También hay reproducciones de trenes históricos de este medio de transporte, donde sobresale un vagón de la línea Barcelona-Mataró, la primera en construirse en la península Ibérica. Si se presta atención, se puede comprobar que cada pieza es diferente y que cuenta con unos detalles sobresalientes, incluso los raíles sobre los que se exponen los trenes. «Están hechos a medida y si la locomotora es de vía estrecha, también lo es el riel. Son recreaciones muy fieles», señala la directora.
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Las ruedas son otro de los aspectos que denotan la atención por el detalle que tienen todas las piezas de la exposición. Su forma, cónica, se asemeja a las que hace tantos años circulaban por las primeras líneas de ferrocarril. «Tenían una apertura grande para que aquellos trenes, que tenían un eje más rígido, no descarrilaran al tomar una curva».
La muestra también relaciona la historia del ferrocarril con la ciencia a través de paneles informativos que se reparten por toda la sala y que tratan diferentes ámbitos. Destaca el que habla de los combustibles y su impacto en el medio ambiente, así como las reacciones químicas que producen en el proceso que hace mover al tren. Incluso hay espacio para hablar de un futuro no muy lejano de este medio de transporte, con máquinas que funcionan a partir de hidrógeno.
La historia no es solo nacional, ya que también se habla de Valladolid. Por ejemplo, de las cuatro estaciones que ha tenido la ciudad. Estaba San Bartolomé (de 1884), Campo de Béjar, sobre los actuales terrenos de la de autobús (1890), La Esperanza (1895). Y la que ha llegado en uso hasta nuestros días, la Valladolid-Campo Grande, también llamada estación del Norte. O que aquí, en 1942, se construyó la locomotora del primer talgo experimental.O que la calle 20 de febrero se llama así porque ese fue el día (de 1856)en el que se subastó la adjudicación de la línea de ferrocarril del Norte (que uniría Madrid con Irún, con parada en Valladolid).
La mujer y el ferrocarril es otro de los temas que toca la exposición, desde las primeras trabajadoras ferroviarias hasta la actualidad. Destacan algunos avances que se han implementado no hace tantos años. Por ejemplo, antes de 1978, las empleadas estaban obligadas a abandonar el servicio si se casaban. También se muestra la historia desconocida de algunas protagonistas, como la primera ingeniera industrial y pionera en conducir una locomotora en España, Pilar Careaga Basabe (en 1929, entre Madrid y Bilbao), o Estrella Aranda, la primera en manejar un metro en Madrid (en el año 1983).
Los asistentes a la exposición también podrán asistir a una simulación de conducción. Es la que utilizan los propios ferroviarios para aprender el oficio y que recorre el tramo desde Valladolid hasta Medina del Campo, cedida por la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril. Recrea cómo es manejar una locomotora de la serie 252 y las demostraciones se realizan cada semana. A partir de las 17:00 horas, este viernes 28 de enero, miembros de Asvafer mostrarán su funcionamiento a todos los visitantes.
El museo trabaja con visitas especiales para personas ciegas (que podrán tocar varias piezas de la muestra)y con Alzhéimer (en un recorrido que ayude a despertar las memorias antiguas de aquellos que en su infancia jugaron con estos juguetes). Habrá además un concurso de fotografía bajo el título 'Yo para ser feliz quería un tren', con el que piden a todos aquellos que quieran participar una imagen suya con un juguete ferroviario.
¡Viajeros al tren! Ciencia y técnica sobre raíles. Museo de la Ciencia de Valladolid. Hasta el 2 de mayo. 2 euros.
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