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Todo comenzó con el chalé de Parquesol», dice Gabriel Gallegos, arquitecto y fotógrafo, para quien ese inmueble en ruinas se había convertido casi en «emblema» de Valladolid. «Era como una pieza con tintes escultóricos, ahí, en lo alto de una ladera, como un monolito casi. Tenía curiosidad por entrar, por ver qué había allí». Así que, en mayo de 2016, con una cámara de fotos, se adentró en aquella estructura abandonada y comenzó a disparar sus ráfagas de flashes y clics.
Una de esas fotos es la imagen más antigua que forma parte de '…Del tiempo y de la destrucción…', una exposición que hasta el 5 de enero propone, en el Museo de la UVA, una ruta por edificios en el ocaso, devorados por el óxido, conquistados por los grafiti, convertidos en cascotes. «Me gustan los lugares abandonados», reconoce Gallegos. Como aquel chalé en la ladera de Parquesol.
Aquella primera fotografía es un festival de pintadas, de estructuras de ladrillo, de vigas de hormigón que ya ni siquiera se sujetan a sí mismas. Al fondo, la vida continúa. Pueden verse los carriles de la avenida de Salamanca. También los tirantes del Puente de Hispanoamérica. Aquí dentro, todo es pasado y decadencia. «Es la única foto de la exposición que está en blanco y negro. Empecé a editarlas así por esa idea de evocar lo que fue, por acentuar el recuerdo. Pero luego me pasé al color, porque es importante que se refleje lo máximo posible la realidad actual de estos inmuebles».
Algunos ya no existen. Como la papelera Smurfit Kappa, en Arroyo. En una de las instantáneas de la muestra, las naves de aquella empresa parecen atravesadas por un río de luz que se proyecta desde un techo abierto. En otra sala, embadurnada de grafitis rojos y amarillos, hay restos de fluorescentes que ya no alumbran nada. «Estamos acostumbrados a ver por fuera muchos de estos edificios y no nos hacemos idea de lo que encierran en su interior. No solo de lo que fueron en un pasado, sino de aquello en lo que se han convertido ahora». Es la decadencia convertida en arte. Lo bello que hay en las ruinas. El rastro de una arquitectura devastada.
Cuenta Gabriel que sus dos grandes pasiones son la arquitectura y la fotografía. «Muchas veces, me fijo más en quién realiza los reportajes fotográficos de los edificios que en el arquitecto en sí. Me gusta ese desafío perfeccionista de captar el inmueble con el mismo cuidado que el arquitecto le dio a su obra», explica. Detrás de cada imagen de la muestra hay horas de trabajo. No solo para localizar estos espacios decadentes (es una suerte de «exploración urbana», «cuando conduzco, los busco a ambos lados de la carretera»), sino para luego entrar en ellos (con cámara réflex, cuatro o cinco objetivos, trípode, disparador remoto, flash «superpotente» y una buena dosis de «adrenalina») y ya en el estudio seleccionar y editar las fotos. «El resultado final puede estar sacado de cinco o seis imágenes. Buscas una comoposición donde no haya halos ni destellos, que se respete al máximo el color...».
«Algunos edificios son increíbles, auténticas catedrales, tesoros que han caído en el olvido y hoy están completamente abandonados». Muchos de estos espacios están en Valladolid. En la muestra pueden verse imágenes de la antigua azucarera Santa Victoria (en el parque de las Norias), con salas de azulejos azul cielo y un amasijo de escaleras metálicas que parecen un laberinto. La cámara de Gallegos también se ha detenido en el sanatorio de Viana de Cega, con sus techos mordidos, sus altas columnas cuadradas, su suelo lleno de cascotes y una botella vacía de Coca-Cola. Está el cuartel Conde Ansúrez, con los marcos de las ventanas desvencijados, el suelo lleno de charcos, los bajos de las pardes pintados de azul.
En el viejo Liceo Francés de Laguna (la foto es de marzo de este año) hay una cúpula con una hornacina clausurada. En la Granja Terra pueden verse aún los abrevaderos, el suelo lleno de plásticos y palés, una pintada que dice 'Tiro al bote' y restos de ladrillos que se extienden por el exterior del edificio. El catálogo de ruinas pasa también por naves de Puente Duero, la fábrica de harinas Las Luisas (en Trigueros el Valle) y ejemplos de Segovia (el panorámico, con su anfiteatro de butacas arrancas), Palencia (la colonia infantil Varela), Zamora (la cárcel concordataria) o varios inmuebles de Asturias.
«Hay muchos más edificios en ruinas de los que a primera vista podamos pensar», dice Gallegos, quien, a partir del 17 de noviembre, todos los jueves, a las 19:00 horas, ofrecerá visitas guiadas por una exposición que fotografía lo perdido, en una muestra que refleja «el misterio, la mortalidad y la caducidad» de la construcción humana.
Del tiempo y de la destrucción.... MUVA (plaza de Santa Cruz, Valladolid). Hasta el 5 de enero.
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