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Jesús Redondo, como los pianistas, practica cada día entre dos y tres horas. Tras una vida profesional dedicada a dibujar para otros –carteles, viñetas, felicitaciones navideñas, invitaciones de boda–, cuando el ritmo del cómic le resultó inapropiado se tornó oriental. Ahora está entregado a las grullas, las peonias y las montañas, le gusta el arte tradicional chino y japonés, en su estela trabaja. Hoy pronuncia una conferencia, en el Centro e-LEAde Urueña donde se exponen '90 Redondos', muestra inaugurada ayer que se anticipa a los 90 años que cumplirá en 2024.
Redondo se ha ido desprendiendo de sus «páginas». Las ha ido vendiendo al mercado anglosajón y su colección ha mermado también por la actividad de los piratas de su casa, tres hijas y seis nietos que le pagan en besos y abrazos. «Quiero acabar sin páginas en mi poder», dice quien comenzó a vivir del dibujo a los 27 años, el día de su boda le llamaron de Barcelona. Bruguera fue su casa en España, que compaginó con Marvel y la revista '2000AD', entre otras.
Sigue siendo analógico, trabaja con pinceles, lápices y rotuladores, las herramientas de su tiempo hoy barridas por la pantalla. El cómic ha cambiado su ritmo, empujado por la industria audiovisual. «Hoy en Marvel es más importante que cumplas con la fecha de entrega a que seas un genio. Si lo eres te cogerán, pero te marcan la fecha. Sin ordenador es imposible cumplir, facilita el trabajo de todos». Acostumbrado a la cadencia semanal del quiosco, hoy la novela gráfica pita más que el tebeo. Redondo admite que «todo evoluciona. Hoy una entrega semanal es impensable, está la tele que lo cambió. Lo que quiere la gente es comprar un libro que empiece y acabe. No es lo mismos leer ocho páginas por semana, entonces lo esperábamos con ansiedad, ahora todo es más inmediato, hay menos paciencia, queremos todo ya».
El otro gran cambio que percibe el ilustrador de 'El Capitán Trueno' es la especialización.«Se ha acentuado, en mis tiempos me llamaban 'todoterreno' porque hacía de todo, desde un cartel hasta una felicitación de navidad, abarcaba mucho aunque hiciera cosas mejores y peores. En Estados Unidos hay especialistas en juguetes, en animales o máquinas. Allí también había todoterrenos pero las editoriales se diversificaban y eso les permitía más dominio de su tema».
Redondo dibujó viñetas para guiones de westerns, aventuras, biografías, revistas de chicas (inglesas y holandesas) y superhéroes. Hasta que le jubilaron, siempre siguiendo texto ajeno. «Hoy también hay buenísimos dibujantes que a la vez son guionistas, por ejemplo Giménez o mi amigo Paco Roca. Yo, nunca. Recibía los guiones y, eso sí, hacía mis modificaciones porque él trabaja con las letras y a veces eso no se puede llevar a una escena porque es imposible tener detrás y delante lo que dice. Nunca he tenido problemas con eso, se lo explicaba y me dejaban hacer».
Tiene metida la narración gráfica en la cabeza. La última invitación de boda que hizo era para su nieta y la viñeta comenzó a crecer hasta que hizo un pequeño cómic de la vida de la pareja.
Atento a lo que hacen sus sucesores, acude a la librería de vez en cuando. «Hay gente buenísima», cuenta recordando el homenaje que le brindó la última Feria del Libro de Valladolid, en la que departió con David Aja y Rut Pedreño, entre otros. «Algún consejo mío seguro que les sirve, ojalá les ayude a llegar arriba», explica «el abuelo», como le llamaron en una reunión en Lausane hace ya años. «Lo hacen con deferencia y cariño. Me gusta que me llamen maestro, no por bueno, sino porque ser el que enseña, el que da lo que tiene a los demás para que ellos lo recojan».
Trabajó para ellos, pero reconoce que los superhéroes estadounidenses «no me molan, como dice mi nieto. Me gusta más el cómic europeo, es distinto, quizá más realista. Te da las historias de manera muy a la mano, con una fantasía controlada. Lo de Estados Unidos es todo ciencia ficción en su manera de componer y relatar, tienen superhéroes que les resuelven los problemas aunque sea imposible. En España tenemos superhéroes magníficos que más que solucionar te dan un ejemplo como Bernardo del Carpio, más aún que el Cid. Tenemos héroes pequeños en esa madre o padre que sufre. Posiblemente la diferencia sean los kilómetros cuadrados, España es mucho más pequeña que EEUU y allí haya muchas fantasías diferentes. Nunca he sido un estudioso del cómic, lo he vivido y disfrutado mucho hasta el punto de no sentirlo como un trabajo».
Hoy a las doce ofrece una charla en Urueña sobre este arte que «es un medio de comunicación más con sus desventajas y ventajas. El cine es su pariente más cercano con el añadido del movimiento. En el cómic conviven imagen y palabra escrita, tiene una técnica propia». Para Redondo las artes son como los hijos, «no desprecio a ninguna, todas procuran un disfrute. La pintura es un arte fabuloso y me muero de envidia cuando voy a los museos. Quizá el cómic sea más desconocido, el desprecio solo se justifica por el desconocimiento. Hay mucho talento en este arte también».
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