Manuela Mena (Madrid, 1949) está considerada una de las mayores especialistas mundiales en la figura de Goya, junto a la estadounidense Eleanor Sayre, a la que la española señala como su maestra, y a la francesa Juliet Wilson Bareau, con la que propuso ... descatalogar algunos cuadros de Goya como 'La lechera de Burdeos', que atribuyeron a Rosario Weiss, hija de Leocadia Weiss, amante de Goya. Doctora en Historia del Arte y especialista en Dibujo y Pintura italiana del siglo XVII, Mena es conservadora del Museo del Prado, del que fue subdirectora de Conservación e Investigación y jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII y Goya. Este sábado 2 de octubre pronunciará en Valladolid una conferencia magistral sobre la obra del pintor aragonés, a las 19.00 horas, en la Iglesia de San Joaquín y Santa Ana, donde se encuentran los únicos tres cuadros de Francisco de Goya que se conservan en Castilla y León. La entrada es libre hasta completar el aforo. «No va a ser una conferencia estrictamente de Historia del Arte. Voy a hablar de los tres cuadros de Goya en Valladolid, poniéndolos en relación con otras obras de carácter religioso de Goya. Voy a explicar la razón de por qué hizo esos cuadros en ese momento. Voy a hablar de su obra, pero también de la vida del pintor», adelanta Mena.
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-¿Qué importancia tienen en el Arte los tres cuadros de Francisco de Goya que hay en Valladolid?
-Cualquier cuadro de Goya tiene muchísima importancia porque no hay tantos como los diez mil que he visto yo en mi vida atribuidos a Goya, que no lo son. Casi se puede decir que todo el mundo tiene un Goya. Pero no todos los cuadros son realmente de él y estos de Valladolid están totalmente documentados; a parte de que son de una calidad excepcional y están pintados en un momento en el que él ya es un artista reconocido.
-¿Pueden compararse con los tres situados enfrente, obra del también pintor zaragozano Ramón Bayeu?
-Ramón Bayeu es un artista normalito de la época, con buena educación artística, pero no tienen nada que ver. Son cuadros convencionales, totalmente piadosos, donde los personajes no cuentan nada más que lo que ya sabemos. Sin embargo, los cuadros de Goya son realmente magistrales y todos tienen algo que decir. En Goya siempre hay algo más detrás; algo que remueve todas las conciencias que se ponen delante de un cuadro suyo. Por ejemplo, en 'El tránsito de San José', Goya no está contando solo la historia del tránsito de San José. No es solamente eso, si no que hay muchísimo más, algo muchísimo más profundo. Podemos empezar a pensar qué siente un hijo ante la muerte del padre, y en todos los países del mundo. Eso es lo que tiene Goya por encima de todos los demás. Por eso tienen ese valor universal.
-¿Qué la llevó a estudiar la obra de Goya en profundidad?
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-Soy especialista en pintura del siglo XVII y más, en Goya, pero no es que yo me haya interesado por un artista; eso sería una estupidez en un historiador. Llevo más de cuarenta años en el Museo del Prado y cuando dejé la subdirección, tenía que elegir. Yo quería Velázquez y la pintura española del siglo XVII pero la entonces dirección del museo me lo negó, así que, por una cuestión de responsabilidad, elegí Goya.
-¿Una cuestión de responsabilidad?
-Yo sabía que el tema de Goya era un tema complicado porque había trabajado en varias exposiciones y sabía que había muchas atribuciones erróneas por completo. Así que era obligación de un historiador con seriedad el llevar adelante esa revisión de la obra de Goya. Y en eso ando desde 1996.
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-¿Los cuadros de Valladolid están a la misma altura que 'Los fusilamientos del 3 de mayo, por ejemplo?
-Hay una especie de mala fama del Goya religioso y eso históricamente es totalmente incierto. Goya realmente comienza también con la pintura religiosa. Las pinturas murales de la Cartuja de Aula Dei en Zaragoza son también obras absolutamente magistrales. Toda la primera etapa de su vida hace pintura de ese tipo porque era lo que la aristrocracia pedía para sus capillas o devociones privadas. Y Goya, como todo buen artista de su momento, hace pintura religiosa con toda naturalidad. Además, en todas sus cartas, hasta el final de su vida, empieza cada página con una cruz; no se pierde ni una cruz en todas las páginas que escribe. La pintura religiosa que tiene es igual que el resto de su pintura. 'Los fusilamientos del 3 de mayo' tienen tantísima fuerza como 'La última comunión de San José de Calasanz', por nombrar dos que son de fechas similiares. Son ambas obras espectaculares, en el sentido de cómo consigue transmitirnos qué es lo que está sucediendo en la obra.
-¿Qué destacaría de los cuadros de Valladolid?
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-El colorido. No hay otro. Hay que esperar al siglo XX para encontrar el color de estos tres cuadros en otras obras. Son absolutamente fabulosos. Coloridos extraños, nuevos, modernos... Absolutamente impresionantes. Alguno de estos cuadros de Goya pueden cambiar el mundo del Arte.
-¿Tiene algún cuadro preferido de Goya?
-No hay forma de quedarte con un cuadro de Goya. Es muy difícil elegir. Él mismo, en una carta de octubre de 1792, dice que no sabe cómo explicar el que a veces se esté más contento con una obra de menor interés que con una obra de mayor significado. Esto hay que entenderlo de la mano de un artista; y también de la de un historiador. Nos tienen que interesar todos del mismo modo para poder ser objetivos, que es lo que tiene que ser un historiador. Hay trescientos datos en un cuadro que te dicen que es de Goya o de Velázquez, y diciendo trescientos me quedo corta. La calidad es objetiva.
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