Las tres atalayas románicas de Valladolid

Fernando Gutiérrez Baños, catedrático de historia del arte que prologa el volumen, acompañó al arquitecto en la presentación. Celebró la coincidencia en el autor de conocimientos técnicos sobre la fábrica de los edificios a los que están adosadas las torres y la sensibilidad del historiador de arte que contextualiza las construcciones. «Valladolid no es una ciudad románica. Es la de Felipe II, el duque de Lerma y Cervantes. Esa prosperidad del Siglo de Oro determina el nuevo rumbo estético», explicó Baños.

Sáiz Virumbrales ha basado su estudio en cuatro pilares; «los planos, en pies castellano, la documentación histórica que permite ver evolución y restauraciones, bibliografía y el contexto de los edificios». En su indagación ha podido comprobar la relación de estas torres con otras similares, al 'exportarse' su estilo a otros lugares como por ejemplo Copenhague, por hechos tan fortuitos como la visita de un arquitecto danés a Valladolid y su admiración por la torre de la Antigua.

La relación de su ábside con otros templos como Santa María la Real de Aguilar de Campoo es otro de los paralelismos estudiado por Virumbrales. La torre vallisoletana, de 50 metros, es la más alta de la Península Ibérica. Este 'coloso' tiene su antecedente en la del monasterio de Cardeña, al igual que la de Santa Cecilia de Aguilar y la colegiata de Castañeda.