Óscar mueve uno de los cuadros de la exposición, en la sala de La Pasión. ALBERTO MINGUEZA

En la trastienda del arte: así se prepara una exposición en Valladolid

De la pintura a la iluminación y la colocación de cuadros, un equipo trabaja en La Pasión para poner a punto la próxima muestra sobre pop art

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 6 de noviembre 2022, 00:14

Las paredes, de momento, están vacías. Los focos no tienen nada relevante que alumbrar. En un par de días, la obra del neoyorquino Roy Lichtenstein (1923-1997) brillará en esta sala de exposiciones de La Pasión. Todo estará listo para cuando lleguen los primeros visitantes. ... Pero en este momento, cuando apenas faltan unas horas para su inauguración, todavía queda trabajo por hacer. Mucho. Hay que preparar el espacio al milímetro –la altura de las piezas, la seguridad de los marcos, el color de las paredes– para que la experiencia del espectador sea agradable y los cuadros realcen su valor.

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«Es importante que la obra se vea con el recorrido que le ha querido dar el comisario, que esté bien colgada, bien iluminada...», explica Fernando Gómez Huertas, deGrupo Hache, una empresa especializada, con sede en Arroyo de la Encomienda, que trabaja por toda España en el montaje de exposiciones. Durante estos días se ocupa de la trastienda de 'Roy Lichtenstein. La sinfonía del pop', una muestra que, de la mano de la Fundación Municipal de Cultura, se inaugurará el próximo martes en Valladolid.

El suelo está ahora lleno de cubos de pintura, de baúles de herramientas (uno exclusivo para la de electricidad), de niveles, lapiceros para las pequeñas guías, tornillería mil. Hay papeles de burbujas, plásticos arrugados y cintas de embalar. Hay cajas de madera, reforzadas y precintadas, en cuyo interior han viajado las obras desde China en su camino hasta Valladolid. Hay un rodillo que extiende pintura negra sobre la pared que da acceso a la capilla de la sala. El objetivo es crear un trayecto de oscuridad hasta que el visitante llegue al interior, donde se encontrará con una reproducción inmersiva de 'El dormitorio en Arlés', el famoso cuadro de Van Gogh. La cama, la mesita, las sillas de enea.

Las manos de José Luis Pascual sujetan ese rodillo de pintuira. Estudió diseño gráfico, proyección en 3D. Dice que de ahí le viene la pasión por este trabajo, que le permite adaptar espacios para que la obra de un artista, la idea de un comisario de arte encuentren el mejor vehículo para llegar hasta el público.

El equipo de Hache tiene siempre a mano una carpeta roja, de fundas transparentes, con la guía que les ha remitido el responsable de la exposición. Allí está apuntado el código de color que deberá tener cada murete (azul, rosa, tonos pop), si son necesarias vitrinas, dónde irán las cartelas explicativas, el lugar que ocupará cada cuadro. Unas líneas láser, verdes, se proyectan sobre la superficie vacía de las paredes para servir de nivel. Que cada obra esté a la altura correcta. Ninguna torcida, fuera de lugar.

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«Lo habitual es que el centro del cuadro se sitúe a una altura de metro y medio», cuenta Óscar Álvarez, pero la ubicación final depende del tamaño de la pieza. Las más pequeñas suelen llevar un refuerzo contra la pared que no se puedan descolgar con facilidad. Para las más pesadas, el refuerzo sirve para evitar que el cuadro se caiga. Nunca ha pasado. Hay que manipularlos siempre, en todo caso, con guantes. Yalgunos, por su extraordinario valor, requieren una atención especial. «Es tal vez el momento más delicado de nuestro trabajo. Ya estás acostumbrado, pero no puedes evitar pensar en la responsabilidad que supone tener una obra de valor en tus manos», cuenta Pascual. Por ejempo, con el Sorolla que se exhibió en la pasada muestra dedicada al orientalismo, en esta misma sala de La Pasión.

El jueves por la mañana, todavía estaban a la espera de los cuadros. Problemas en la aduana habían retrasado 24 horas su desembarco en España. Afortunadamente, por la tarde ya estaban aquí. Llegaron protegidos en cajas de madera, con el interior acolchado y refuerzo en los bordes. En muchos casos, además, precintadas con estrictas medidas de seguridad. Se les pone una brida con un código en el momento en el que la obra sale del museo que lo presta, de la colección que lo cede, y ese código es comprobado en el momento del desembalado para la exposición.

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«Es el modo de certificar que no se ha abierto durante el transporte y que la obra ha llegado en condiciones, perfectamente sellada». Antes de que ocupen su lugar definitivo en la pared, se colocan con cuidado en el suelo, pero nunca el marco puede tocar el firme. Siempre sobre papel de burbujas u otro tipo de protección.

Una exposición sobre Lichtenstein, en cartel hasta enero

La exposición 'Roy Lichtenstein. La sinfonía del pop' ocupará la sala municipal de exposiciones de La Pasión desde este martes 8 de noviembre hasta el 8 de enero. Será una de las grandes citas culturales de Valladolid para el otoño, con la mirada puesta en el pop art. «Valladoild podrá disfrutar de las obras de este artista que algunos críticos consideraron en su momento como 'el peor pintor de América', pero que hoy es reconocido como el pionero del pop art», asegura el coleccionista José Luis Rupérez. Junto a la obra de Lichtenstein, podrá verse una intervención artística del Equipo Abril que reproduce, mediante «vinilos en gigantografía y elementos de mobliario», la habitación de Van Gogh en Arlés. En el cabecero de la cama se exhibirá 'The shower', de Lichtenstein.

Pero no solo son cuadros. En ocasiones –como ocurre con 'Jamón, jamón', la muestra que en Las Francesas repasa los treinta años de la película de Bigas Luna– el montaje incluye audiovisuales, libros, objetos que requieren vitrinas especiales. Incluso trajes, como en la exposición dedicada a la revista española, que también pudo verse en La Pasión, y que incluía vestidos originales que Concha Velasco o Lina Morgan llevaron en varios de sus espectáculos. En esos casos, suele haber personal especializado que coloca los trajes en los maniquíes, antes de su planchado con vapor.

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El trabajo obliga además a iluminar la sala de tal modo que los focos realcen las piezas expuestas, no deslumbren al visitante, no generen zonas oscuras por la sombra de los marcos. «Esta sala es delicada en ese sentido, porque los carriles de iluminación están muy altos y dificultan esta tarea», explica Gómez Huertas, para recordar que su trabajo puede requerir también la construcción de muros de pladur, la conservación de muebles y, si fuera necesario, la fabricación de vitrinas, «aunque la Fundación Municipal de Cultura tiene una variedad muy amplia, por lo que no suele hacer falta».

El montaje de esta exposición de Roy Lichtenstein no es especialmente complicado. Se ha prolongado durante cuatro días. Durante el tiempo en el que la muestra esté en cartel, se encargarán también de la conservación: si falla algún audiovisual, si hay que reponer algún material;«en una ocasión una mujer se apoyó en una vitrina, la tiró y se rompió». Y, una vez clausurada, tendrán también que encargarse del desmontaje. Habrá que repintar paredes, tapar los agujeros que hubiera sido necesario hacer para colgar los cuadros, devolver a la sala un aspecto neutro que será de nuevo modificado para la llegada de la próxima exposición. La suya es una labor cuidadosa, callada e imprescindible para que las obras de arte brillen en todo su esplendor.

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