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A finales de enero el centro cívico Bailarín Vicente Escudero, en el barrio de San Juan, mudó parte de su imagen externa. En dos de sus fachadas se pintó un mural, obra del artista Cuco Cola, a instancias del proyecto municipal Distrito Vertical, con ... el que el Ayuntamiento pretende «embellecer muros, medianeras de edificios y espacios residuales de Valladolid mediante intervenciones de artistas urbanos», se detalla en la web de esta iniciativa abanderada desde la Concejalía de Cultura y Turismo.
Tal actuación artística ha suscitado críticas por parte de los arquitectos que diseñaron el edificio construido en 2005, que consideran que altera la idea original que ellos concibieron. «Desvirtúa nuestro proyecto; aquí han confundido la pared del centro cívico con la medianera del bloque colindante, con lo cual alteran la estética del edificio, que era blanca y ahora no lo es; parece que el color blanco es el blanco perfecto para todo tipo acciones. En este edificio tenía una determinante intencionalidad para su concepción arquitectónica y para dar visibilidad a las calles estrechas que lo circundan, por tanto, que sea blanca no significa que se pueda pintar sobre ella», reprocha Javier Blanco, arquitecto que firmó el diseño del complejo municipal junto a sus compañeros Rosario Rodríguez y Jesús Asensio.
Más allá de gustos sobre la intervención pictórica, Blanco lamenta que la actuación municipal denota «que no tenemos interiorizada la cultura arquitectónica como valor añadido a la sociedad; a nadie se le ocurriría que un artista pinte la escultura realizada por otro sin su autorización. ¿Por qué con la arquitectura sí se puede? Los responsables de la cultura municipal muestran muy poco interés o, mejor dicho, desidia total por la arquitectura como patrimonio cultural de una ciudad que cuenta con 56 edificios y conjuntos del siglo XX incorporados al Registro de la Fundación Internacional Docomomo Ibérico».
En la misma línea se pregunta «desde cuándo o cuál debe ser la antigüedad de una obra arquitectónica para que se considere como tal y no pueda ser sometida a un mural».
El malestar se extiende también a los artistas que realizaron la instalación en homenaje al bailarín Vicente Escudero a los pies del muro que ahora alberga la obra pictórica. «Que pinten en una medianera me parece estupendo porque es embellecer, pero es un horror que lo hayan hecho en el muro sin permiso de quienes realizaron el diseño del centro cívico», alega Javier Bustelo, autor junto a Jesús Ostern y Juan Villa de la escultura en metal que se acompaña de una proyección de sombras sobre la pared a ciertas horas cuando cae la noche.
Recuerda Bustelo que desde que fue colocada la instalación en 2006 no se respetó su concepción inicial. «Diseñamos la escultura pensando en la alfombra de césped que había, pero después de colocarla la eliminaron y en su lugar plantaron unos arbustos que ocultan a la vista la mitad de la pieza; nos quejamos en su día a la Corporación de entonces pero no hicieron caso. Y a día de hoy el proyector funciona, pero muy débilmente porque no se limpia la suciedad y, para remate, ahora con el mural pierde todo su sentido original», agrega.
Por su parte, Javier Carrera, autor del mural bajo la firma de Cuco Cola, asegura que se ha limitado a pintar la obra donde se le indicó. «Yo no he tenido nada que ver con la elección del espacio en sí; empecé la obra antes de Navidad y la terminé la semana pasada», alega.
Desde la Concejalía de Cultura y Turismo, Ana Redondo defiende la colocación del mural por haber sido concebida como una actuación dentro de un espacio público. «Respetamos la arquitectura absolutamente igual que otra disciplina artística, pero creemos que se pueden embellecer tanto fachadas como medianeras mejorando el entorno y que sirvan para atraer turismo urbano».
Arguye además que se trata de una «actuación efímera, no es algo que vaya a permanecer ahí todo el tiempo. Si el Ayuntamiento considera que con ello se puede generar un impacto visual diferente en ese espacio, creo que estamos actuando dentro de los límites de nuestras competencias sin menoscabar a los arquitectos ni a su obra».
«Tenemos que dar la voz de alarma para que la arquitectura sea considerada como cultura; y hablo de arquitectura, no de construcción sin más». Manuel Vecino, presidente del Colegio de Arquitectos de Valladolid, expresa su malestar por la actuación municipal en el caso del mural. «Si vas a situarlo en un lugar diseñado por unos arquitectos, lo lógico es hablar primero con ellos, porque ese edificio tiene un valor. Valorar la arquitectura como un elemento cultural y patrimonial es tarea de todos y las administraciones deberían entenderlo, extendiendo esa idea a la obra pública, donde no solo se debería tener en cuenta el precio».
Recuerda también que la administración local lleva tres años actuando sobre distintos espacios públicos de la ciudad dentro de una iniciativa que se está topando con numerosas complicaciones y ha tenido que dilatar la ejecución de algunas propuestas ante el requerimiento de permisos de comunidades de vecinos para actuar en medianeras. «En todo caso –sostiene Ana Redondo– ponemos a disposición de los arquitectos la concejalía y estamos abiertos a cualquier sugerencia».
Una pintura en una medianera de la calle Mantería y otra en el barrio de San Pedro Regalado son algunas de las actuaciones llevadas a cabo bajo el amparo del proyecto Distrito Vertical.
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