Secciones
Servicios
Destacamos
Es algo parecido a lo que ocurre cuando miras las nubes con un amigo», explica José Noriega delante de su 'tacoteca', las mil piezas de xilografía (y sus estampaciones luego en papel) que desde este viernes y hasta el 5 de marzo se exhiben –todas ... juntas, por primera vez en público– en el Museo Patio Herreriano.
Las nubes (volubles, inconstantes, caprichosas) pueden dibujar un caballo ante tus ojos, «pero otra persona tal vez vea ahí una paloma». Es lo que ocurre –defiende el artista y editor de El Gato Gris– con su obra. «Estos poemas son míos, para mí, pero permiten que todo aquel que los vea pueda hacer su propia lectura». Como si fueran caballo o paloma en las nubes.
Aquí el soporte no son cúmulos y cirros, sino unos tacos de madera (simétricos y numerados del uno al mil) que Noriega ha tallado durante los últimos ocho años. «La poesía en palabras ha sido siempre la más conocida, pero la primera expresión poética se dio en las cuevas, cuando una persona arañaba las paredes para dejar ahí su impronta, su huella, sus emociones.
Luego llegaría la figuración, pero esa primera manifestación fueron unas líneas a las que el artista daba un significado», explica Noriega. Los signos antes que la palabra.
Por eso, el trabajo que presenta en 'Es múltiple la imagen siempre, aunque sea una sola' es la indagacion de un sentimiento traducido en imágenes. «Unos días son horizonte y cueva oscura otro». La imagen otorga así un espacio abierto de símbolos, más allá de la palabra, «que es poderosa y nos atrapa en su significado».
En su estudio taller de Velliza, Noriega trabaja primero en unas libretas, con ilustraciones que luego traslada a unos tacos de madera (de 13x13 centímetros). Primero usó peral, pero debido a su «fragilidad» se pasó después a un conglomerado más resistente para el trabajo con la fresadora, donde deja en relieve las formas que luego, embadurnadas en tinta, traslada a un papel francés cien por cien trapo. Para ello, utiliza una Minerva del siglo XIX, una impresora tipográfica que rescató en el último momento, cuando la imprenta que la poseía estuvo a punto de arrojarla a la basura.
La exposición del Patio Herreriano exhibe esas libretas, pero especialmente sorprende ver alineados los mil tacos de madera («los tenía guardados en el taller, nunca los había visto así, impresionan») y, justo en frente, sus estampaciones en papel. «Son mil, pero en realidad pueden multiplicarse por cuatro, porque el espectador puede asomarse a ellas por cualquiera de sus lados». No hay una imagen impuesta.
Aunque Noriega ha agrupado varias en 'carpetas' que ha bautizado conforme al impulso que las alumbró. En 2017 inició una serie que llamó 'Haikus'. En marzo de 2020 trabajó en otra a la que se refiere como 'En la oscuridad de la pandemia'. En 2021 reunió varias bajo el título de 'Carta a un amigo'. En ellas, se conjuga un taco de negro absoluto (la incertidumbre con tantas crisis seguidas) con otro en el que se abren espacios de luz hacia la esperanza.
Además, los signos de Noriega se proyectan sobre un juego de planos de disposición variable de los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue.
«El trabajo de Noriega dialoga con el de Josep Renau que puede verse ahora también en el Museo», aseguró Javier Hontoria, director del Patio Herreriano, quien enlazó «lo poético de Noriega con lo político Renau».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.