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Susana Solano no es mujer de grandes discursos, ni de añadir excesivas palabras a la contundencia de su obra. Ahí, en las formas, en los materiales, en el tratamiento del espacio… es decir, en las coordenadas de sus esculturas, está lo quiso y quiere expresar ... . El suyo es uno de los nombres claves en la historia de la escultura española reciente. Sus comienzos recién iniciada la década de los ochenta, la sitúan en la generación que sirvió de puente a artistas como Chillida u Oteiza con las generaciones posteriores a las que abrió camino.
La obra de Solano tuvo pronto un gran reconocimiento nacional e internacional. A finales de los ochenta ya había participado en las dos citas más importantes del calendario internacional, la Documenta de Kassel (en la edición de 1987 fue uno de los tres artistas españoles representados) y en el Proyecto de Escultura de Münster (la maqueta del este puede verse en la exposición del Herreriano) y además fue Premio de Nacional de Artes plásticas en el 88.
La Exposición en el Patio Herreriano, 'Acta (dos)' procede del IVAM donde este verano se mostró al público bajo el comisariado de Ramón Escribá, que ha comisariado también la de Valladolid junto a Javier Hontoria. El museo vallisoletano mantiene parte del discurso, si bien aquí dos elementos señalan su singularidad: por una parte la potencia de los espacios, que dialoga a la perfección con una artista para quien la arquitectura ha representado un punto esencial en su trabajo (las obras situadas en el claustro dan fe de ello) y por otro la existencia en la Colección del Museo de tres obras pertenecientes a otros tantos pilares de su trayectoria y a las que se ha dado un lugar preponderante.
Comisarios. Ramón Escrivá, conservador del IVAM y Javier Hontoria, director del Patio Herreriano.
Espacio. Salas 3, 4 y 5 de la 2ª planta, la Capilla y la sala 9.
Hierro, plomo, madera, pero también yeso, tela, mimbre o rattan son los materiales con los que Solano ha construido sus piezas desde una reinterpretación del minimalismo, siempre conectada a su propia biografía, a sus viajes, al interés por la naturaleza y a la memoria. Materiales que han convivido en su trayectoria, y que impiden por ello hablar de una etapa del hierro, otra del acero y otra del mimbre, pongamos por caso. Por eso, a la hora de estructurar una muestra en la que hay piezas fechadas desde finales de los ochenta hasta hace un par de años, no tenía sentido o así lo creyeron los comisarios partir de un orden cronológico. Algo que subraya la propia artista cuando se le pregunta qué es antes el material o la idea: «Todo a la vez, todo junto, sin olvidar la escala».
Las salas 3, 4, 5 y 9 del Museo, así como la Capilla acogen un resumen de su biografía artística. Si el visitante sigue este orden, la muestra irá creciendo en intensidad y en emoción. Desde una sala 3 donde, según los comisarios, «en ningún lugar de la exposición hará tanto frío como aquí» encontramos la contundencia del hierro, las estructuras metálicas con las aristas marcadas y apenas aliviadas por la rejilla que es otra de sus señas de identidad. Pero a pesar de esa rotundidad del material y la geometría, piezas como 'En busca de un paisaje II' nos hablan de ese referente humano que siempre hay en su obra. Por cierto, que en esta sala vemos también una muestra de sus fotografías. Y es que en esta exposición se pueden ver algunos ejemplos de un arte que no ha dejado de practicar nunca.
El plomo, el hierro y la escayola protagonizan la sala 4 donde se ven dos de las piezas de la Colección. Aquí también se hermanan obras puntales en su trayectoria como 'El teu nom' o 'No lo sé'. Para este momento y a poco que se conozca la trayectoria de esta artista el visitante captará que, por encima de la acumulación de piezas, lo importante en esta muestra es lo acertado de su selección y el gusto con el que han conformado su relato. Aquí junto a la contundencia (inevitable repetir este adjetivo ante la presencia de sus piezas) de ese 'No lo sé' la humildad de 'Dobladura'. La sala 5, entre otros puntos de interés, contiene algunas de las últimas obras en las que la escala no es lo único que parece novedoso. Obras de pequeño formato, de acero inoxidable, rompen la rotundidad para dar paso a la vibración, aquí el reflejo y el movimiento dan a las piezas un toque casi pictórico, casi musical. Los dibujos que prologan y conviven en la sala son un complemento perfecto, más que bocetos funcionan como partituras y son la muestra de que la memoria y las referencias a la naturaleza están siempre presentes en su discurso. «Al principio tienes que despejar muchos fantasmas, muchas sombras, que vienen desde la niñez».
Entra la luz de la primera hora de la tarde en la Capilla y acentúa el carácter orgánico y más mediterráneo de las piezas que contiene: las tres realizadas en hierro y médula de rattan. Y aún hay que dejar tiempo para descubrir en la sala 9 cómo los proyectos que concibió para los espacios públicos funcionan también en las dimensiones de una maqueta. Aquí, reunidas como un conjunto de platos a la mesa de un ambicioso menú, podemos ver de cerca otra de los hallazgos de esta artista: también en el gran formato los materiales firmes como el hierro pueden mostrar una fragilidad, una vibración intensa sobre todo al unirse a otros como la escayola o el vidrio o incluso el plástico. Y un denominador común en toda su obra: el afán por eliminar lo superfluo y lo ornamental.
Pocas veces (muestras del Macba, el Palacio de Velázquez y esta reciente del IVAM) se ha podido ver reunida la obra de Susana Solano. De ahí la importancia de 'Acta (dos)' cita ineludible y quizá la exposición más destacada de las vistas hasta ahora en la nueva etapa del Museo.
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