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Es uno de los mayores expertos, si no es el mayor, sobre la figura de Alonso de Berruguete en España, autor de la monografía titulada ' ... Alonso Berruguete, Prometeo de la escultura', y aunque ahora prepara las maletas para ocupar una nueva responsabilidad en el Museo del Prado (lleva 28 años en el Nacional de Escultura de Valladolid), saca un rato para conversar con El Norte sobre el conocido artista que ha vuelto a la actualidad después de que el Ayuntamiento de Ventosa de la Cuesta haya anunciado que buscará sus restos. A Manuel Arias, en principio, es una decisión que le parece «bien» aunque no esconde la dificultad de hallar exactamente los restos del artista palentino en ese lugar.
¿Qué debe saber un ciudadano de a pie sobre Alonso de Berruguete?
Alonso de Berruguete es uno de nuestros artistas verdaderamente imprescindibles. Es una figura esencial en nuestro siglo XVI. Se forma en Italia, está en los momentos más importantes de lo que está sucediendo en la vida italiana de su tiempo y está siendo testigo por ejemplo de cómo Miguel Ángel terminaba de pintar el techo de la Capilla Sixtina. Reside en Florencia, está viendo la obra que ha hecho Raphael en las estancias vaticanas, es decir, en ese momento está en el cogollo de toda la novedad que está sucediendo en Italia...
¿Y todo eso, cómo le influye?
Con todo ese mundo de novedad en los recursos plásticos, en los artísticos, se vuelve a la Patria y aquí transcurre toda su vida creando un lenguaje que bebe de la antigüedad clásica pero que transforma, relee, interpreta de otro modo y de esa forma crea algo singular, con un seguimiento enorme, con discípulos que siguen su lenguaje y ocupa un periodo muy importante de la primera mitad del siglo XVI inoculando esa novedad de lo que él había vivido en Italia pero dándole un sentido de personalidad muy acusado.
Estamos hablando de un personaje que nació en un pueblo de Palencia, en Paredes de Nava...
Efectivamente. Él había nacido en Paredes de Nava, hijo de un pintor, de Pedro Berruguete y por lo tanto con ese sentido de continuidad de la profesión artística y que termina instalándose en Valladolid porque es la capital de facto de la Corte y donde puede tener más posibilidades de trabajo y de clientela. Se construye una casa en frente de San Benito -este santo es un protagonista absoluto de las cosas que suceden allí- mientras se está encargando de hacer el Retablo Mayor de San Benito. Allí transcurre su vida, con muchísimos viajes porque él se mueve mucho, tiene encargos en muchos sitios, pero su residencia estaba aquí en Valladolid.
Entonces, Berruguete nació en Paredes de Nava, desarrolló su vida artística en Valladolid y murió en Toledo pero pidió que le enterraran en Ventosa de la Cuesta..
La razón de que se enterrase en Ventosa es que Berruguete, que muere 1561, apenas unos años antes, había comprado el señorío de Ventosa de la Cuesta. Al comprarlo, se convirtió en noble, es decir, en señor de esa villa. Y naturalmente, el señor de la villa se entierra en la Iglesia de la villa, porque al final él es el patrono de la Iglesia y por lo tanto se entierra en aquel lugar. No solamente se enterró él, se enterraron también con seguridad muchos de sus descendientes porque siguieron siendo señores de Ventosa. Por lo tanto, el señorío de Ventosa es como la ratificación de que Berruguete había escalado socialmente hasta el punto de que se podía permitir el ser señor de un lugar, no ser señor de vasallos. Él muere en Toledo en 1561 trabajando para el Cardenal Tavera. Muere en el hospital de Tavera. Se sabe, además, que muere en el aposento que estaba debajo del reloj, en el propio hospital. Estaba trabajando allí y se conserva sobre todo el sepulcro del Cardenal Tavera en mármol de Carrara, que es una de sus obras más maravillosas, de lo mejor que hace Berruguete y naturalmente se le trae a enterrar a Ventosa.
¿Qué le parece la propuesta del Ayuntamiento de excavar y recuperar los restos del escultor?
Pues hombre, a mí estas cosas. Es decir, sí, si eso sirve para rehabilitar la memoria de Berruguete, para darle importancia al artista, para valorarlo, pues me parece bien. Es decir, ahora soy bastante escéptico con el tema de la localización de los restos y de todo ese tipo de cosas. Las iglesias antes eran lugares donde se enterraba a todo el mundo. Se supone que el señor de la villa tendría un enterramiento diferenciado pero no lo sé. Yo ahí no quiero entrar porque estas cosas son muy delicadas. Lo de la identificación de los restos no sé como se podría hacer. Habrá mucha gente allí, no va a estar solo.
¿Está suficientemente reconocida la figura de Berruguete por los vallisoletanos?
Hombre, pues yo creo que siempre es poco. Es decir, para este tipo de cosas a lo mejor valoramos más a una figura más contemporánea por afinidades, por lo que sea. Pero este tipo de personalidades pues a lo mejor se quedan un poco más en un segundo plano. Y yo creo que había que insistir mucho porque Berruguete es muy importante en su momento, lo valoran los propios y los extraños, lo valoran los nacionales y los de otros sitios.
¿Pero no es una figura de la que se saquen mucho pecho?
Efectivamente y deberían. Por ejemplo, la exposición que hemos hecho el año de 2019, que se prolongó hasta el 2020, en Washington y Dallas ha sido un acontecimiento internacional, es decir, una manera de valorar fuera quién es Berruguete, que a lo mejor aquí, como las cosas son propias, pasan más desapercibidas, no le hacemos mayor caso y realmente merece la pena.
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