Sandonis recolecta las máculas del tiempo en Berlín
La artista vallisoletana cuelga 'Espigar sin ser vista', muestra de sus últimas obras, en la galería Javier Silva
Desconchones cubiertos por pintura, cadenas rotas, azulejos repuestos sin igualar el color, grafitis, marcas dejadas por carteles, las paredes de Berlín son el mural en ... el Patricia Sandonis lee la historia más reciente de la ciudad. La artista vallisoletana se siente recolectora de esas señales, de un lenguaje visual que le habla de sus coetáneos, y lo lleva a sus lienzos, a sus esculturas, a sus instalaciones. Acaba de clausurar 'Incertidumbre en consenso' en el Museo Patio Herreriano e inaugura 'Espigar sin ser vista', en la galería Javier Silva (calle Renedo, 8)
Sandonis extrae de esas manifestaciones una suerte de estética urbana contemporánea sobre la que trabaja desde el lienzo pero también con materiales encontrados, brillantinas, coloridos restos que fosiliza en metacrilatos. Hay un trío de cuadros que remiten al arte abstracto concreto, una sucesión de cuadros seriados de forma algorítmica que recuerdan al gresite. Juega con el brillo y el mate, en los dos monocolores, y en el grande, el patrón de repetición provoca cierta hipnosis.
Otro cuadro de gran formato suma signos y grafitis sobre un monolito negro, contraste entre dinamismo y estatismo. Otras tres obras muestran el gusto de Sandonis por la manipulación de telas sobre el lienzo, sobrepuestas, tratadas casi como veladuras o telones de que subyace. Una de las paredes, dividida en cuadrados en ejercicio casi de interiorista, se convierte en instalación de la que penden otras obras.
Patricia Sandonis (Valladolid, 1984) vive en Berlín desde que estudió en su universidad. «Colecciono lo que nadie quiere», confiesa. «Me fijo en lo devastado, en lo roto, en el espacio vacío que deja lo que ya no está porque ha sido robado. Colecciono recuerdos de una calle, de una fachada, del encuentro fortuito entre un trozo de papel de aluminio y una persiana... Son recuerdos random que forman una estética decadente pero solemne. No elegimos lo que recordamos».
La impronta de las fachadas alterna con la de los adolescentes que ve alrededor, con «cadenas y pantalones rasgados», esos que llenan el metro, con la retícula de los azulejos al fondo.
Recolectar «es una forma de percibir» y se siente como esas espigadoras que recogen lo que queda en el campo tras la cosecha. «Recolectar significa mantener los sentidos abiertos. Buscando aquello que es ignorado, lo que se considera sin importancia a primer avista», dice.
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