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Un grafiti, un monumento que todos fotografían pero que nadie sabe qué conmemora, las lágrimas de los que se despedían cuando Berlín estaba dividida por ... el telón de acero, los restos de las obras que se suceden en la vívida urbe y los restos que dejan tras de sí sus pobladores. Todo eso constituye la materia prima con la que Patricia Sandonis elabora su 'Incertidumbre de consenso', la exposición que durante dos meses podrá verse en la Sala 0 del Patio Herreriano. La artista vallisoletana vuelve a sus orígenes para hablar de los recuerdos ajenos que observa en la capital alemana desde hace dos décadas.
«Al principio me planteé una exposición de mis recuerdos de infancia pero la ciudad ha cambiado mucho y nadie podía tenerlos como yo. Por eso me centré en la ciudad en la que vivo, Berlín, en la memoria colectiva no tanto de la historia sino de la memoria formal de cómo coexisten las formas, cómo van cambiando», explica Sandonis. Le interesa la autoría colectiva. Los azulejos de una parada de metro, protegidos como patrimonio, pero que si se deterioran no hay repuesto. Allí pinta la gente y los operarios limpian. «Siempre llego tarde, cuando ya han borrado los mensajes. Por eso recreo las marcas que quedan en las juntas», explica la artista. «Podría haberlos fotografiado pero no habría objeto, por eso mi réplica»
La cerámica es el material en el que ha modelado los signos enfáticos de otras pintadas en las paredes berlinesas trasladados a las del museo de arte contemporáneo. En el centro de la sala, tres columnas. Los paseos de Patricia por la Mehringplatz le llevaron a fijarse en el monumento a la victoria que se yergue en el centro de la plaza. «Ya nadie sabe qué victoria conmemora pero todos sacan fotos. Al lado hay cuatro fragmentos de otro monumento de la II Guerra Mundial que no recibe ninguna atención». Sandonis se la otorga y construye sus columnas conmemorativas a partir del 'gleaning', de la rebusca. «Utilizo lo que encuentro, lo que sobra, lo que los demás tiran. A veces lo pulverizo, a veces lo rompo, para crear otra cosa».
Así una llanta de bicicleta es el marco de un tondo hecho de cristales machacados, en los lienzos sostenidos por topes de vallas de obra, sobre la pintura hay lentejuelas, cadenas, restos plásticos. «La temporalidad es importante para mí, quiero que la obra se desgaste. Me planteo la caducidad de los monumentos, al vivir en un país que no es el mío los hitos que recuerdan su historia me resultan ajenos y me confunden, me pesan». Por eso quiere que su obra sea efímera que no recaiga sobre los hombres de nadie para darle sentido después.
Sandonis lleva un diario, escribe sobre el contexto de sus obras. Hay dos piezas de teselas azules, eco del arte concreto y a la vez realista. «Tienen que ver con el Palacio de las lágrimas, el lugar donde se despedían los alemanes del este que iban a cruzar al oeste y no se verían jamás. Imaginé lágrimas cuadradas para recoger ese momento».
Javier Hontoria anunció que esta era la última exposición de la convocatoria para artistas locales que venía celebrándose para la Sala 0. Próximamente se inaugurarán otras dos exposiciones de creadores de la ciudad en salas más grandes.
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