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Los paisajes castellanos, estampas rurales y la abstracción colorista del Grupo Simancas siguen siendo reclamo infalible.No pasan de moda. Ante el escaparate de la galería Samuel en la calle Teresa Gil se detienen paseantes y posibles compradores. Alguno se anima a entrar a ver ... más obra y preguntar precio. Samuel Santiago (Valladolid, 1965) se define como galerista efímero. Lleva varias Navidades abriendo un local en el que durante tres semanas revive un fondo pictórico acumulado durante años en un almacén y que parece inacabable: Cuadrado Lomas, Gabino Gaona, Domingo Criado, José María Castilviejo, Jorge Vidal y su compañera, la suizaJo Stempfel... «Todos ellos están muertos pero siguen teniendo mucho tirón, dejaron su huella en la ciudad desde los años cincuenta hasta comienzos del siglo actual y su estilo es muy reconocible para mucha gente», certifica el marchante.
En las calles Vega y Miguel Íscar en Navidades pasadas, en Teresa Gil en estas, el galerista, aunque de apertura fugaz, sabe que pervive una clientela que busca en estas fechas arte para regalar. «A mí me va bien siempre, vendo mucho, con lo cual yo creo que cumplo hasta casi una función social», dice entre bromas y veras. Maneja la convicción de que la obra pictórica de aquel colectivo pictórico capitaneado por su padre, Fernando Santiago 'Jacobo' –«Les llevaba a todos ellos con el coche al campo a pintar, era el único con carné de conducir», alega– conserva aún su magnetismo. Más de un centenar de acuarelas, óleos, dibujos, grabados y serigrafías cuelgan en las dos plantas del local transformado durante estos días en sala de venta de arte. «El resto del año las obras duermen en un almacén, pero donde tienen que estar es en las casas de la gente; hay incluso clientes que vienen para cambiar o vender un cuadro, lo que a mí me ayuda a renovar la oferta».
¿Quién compra arte en Valladolid? «Te sorprenderías, porque lo adquiere un perfil muy variado de gente, entre 28 y 70 años; por aquí viene desde el cliente que ha estado ahorrando un poco y quiere regalar o aprovecha la paga extra para tener algo a lo que ha tenido poca accesibilidad y muchas ganas, hasta quien es consciente del placer que proporciona tener cerca en el salón de casa una buena obra. Hay clientes orgullosos de que un cuadro les haya acompañado en todas las mudanzas que han vivido.Para otros, una pintura es algo necesario, aunque no sea un artículo de primera necesidad».
Para regalar o como autorregalo, el arte sigue siendo un reclamo que estos días encuentra comprador, asegura el galerista. «La pintura en Valladolid se compra para disfrutar, para invertir hay que ir a otros mercados y precios que ya no están al alcance más que de cuatro».
En la galería Samuel el rango de precios oscila entre los 30 y 50 euros hasta los 12.000 o 15.000 de la obra más exclusiva y de mayor formato. Aunque lo más demandado se sitúa entre 200 y 300 euros. «Vienen padres que en su día adquirieron una pintura, han conocido lo que significa colgar una buena obra en una pared y regalan uno a su hijo como un objeto muy personal que no pasará al olvido». Otro aspecto que define el perfil del comprador: «Nivel cultural medio, la misma gente que acude al teatro, al cine, a las exposiciones», radiografía el galerista, que habla de la obra gráfica original como «una forma de abaratar los precios de los pintores siempre y cuando sean ejemplares de una serie limitada».
Samuel Santiago
Galerista
En el catálogo artístico, otro nombre que mantiene el tirón entre la clientela: Manolo Sierra, «el único que vive de todos los artistas que tengo aquí; vende todo lo que hace, tiene mucho reclamo». Sus óleos coloristas en varios formatos siempre encuentran comprador. El año pasado, recuerda, Samuel Santiago, vendió todo lo que expuso del artista leonés afincado en Valladolid, más de una treintena de óleos.
No faltan en la galería pinturas de otros artistas también vinculados a Valladolid como Gregorio Antón –fallecido a los 68 años enPalma el pasado 2 de diciembre–, Raimundo Castro-Cires o José Manuel Capuletti. «Son pintores con hechizo, resisten bien el paso de los años, no han perdido el atractivo», certifica el galerista.
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